Crucero arribes del Duero

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Tras mi estancia en tierras zamoranas, puse rumbo hacia la frontera con la vecina Portugal, concretamente a la localidad arribeña de Mirando do Douro.

En esta ocasión os voy a hablar de una actividad que tenéis que hacer sí o sí: el crucero por los arribes del Duero.

La llegada y accesibilidad

Crucero por los arribes del duero

El antiguo y abandonado paso fronterizo, se encuentra instalado en la parte española y justo antes de que la carretera avance sobre la presa conocida como El Salto de Miranda.

En el antiguo paso aduanero existe un ensanche que nos puede servir para realizar una breve parada y observar la belleza de los Arribes. Además desde aquí podremos divisar el lugar desde donde embarcaremos a nuestro crucero por el Duero, que se encuentra a poco menos de medio kilómetro en tierra portuguesa.

Llegados al lugar encontraremos una señal que nos indicará la dirección a tomar hacia la estación biológica internacional, que es lugar desde el que partiremos.

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El lugar cuenta con una zona de aparcamiento con capacidad para unos 50 vehículos como máximo, pero que se encuentra a nivel de la carretera, con lo que tendremos que bajar en zigzag unos cien o ciento cincuenta metros con cierto desnivel, que claro, después habrá que subir.

Pero ello no impone ninguna limitación para las personas de movilidad reducida, puesto que al lugar, se puede llegar por una carretera asfaltada, aunque no se puede aparcar, por lo que sólo nos permitirán usarlo para carga y descarga, teniendo luego que usar el aparcamiento situado arriba.

No obstante, el embarque se me antoja complicado para estas personas, puesto que la escala está salpica de listones a cada metro más o menos y el barco cuenta con escalones para su acceso.

Reserva de billetes

Un sábado de mediados del pasado mes de Octubre fue la fecha elegida para realizar este crucero, por lo que como comprenderéis, no fue necesario efectuar ninguna reserva, ni esperar a que se realizara un segundo crucero, sino que llegue con algo más de media hora de antelación y ya está.

Por lo tanto, sacamos los billetes, y nos indicaron que nos encontráramos en la zona de embarque un cuarto de hora antes de la prevista para su salida.

No obstante lo anterior, considero casi imprescindible el contacto con la estación para reservar, por los motivos que más adelante os indicaré, algo que podréis hacer bien por teléfono o por internet.

Como datos indicaros que tanto la explotación turística como el estudio medioambiental que se desarrolla en la Estación Biológica Internacional, como en el Parque, es de explotación conjunta entre España y Portugal.

Precios

l recorrido básico nos costará 18 euros por barba mientras que los niños de hasta 12 años pagarán 9 euros, aunque no pregunté hasta que edad no se pagaba.

Tampoco conozco el precio que se les hace a grupos, pero sí que pueden gozar de un recorrido especial de dos horas que los conducirá hasta el Paso de los Contrabandistas y regreso. Los grupos deben ser superiores a 20 personas y además pueden concertar la hora de salida con independencia de las habituales.

Recorridos

paisaje arribes del duero

El básico tiene una duración de una hora como ya os he dicho, tiene su salida en la Estación Biológica de Douro y llega hasta el Valle del Águila.

El largo, tiene una duración de dos horas previa cita, en grupo superior a 20 personas y llega hasta el Paso de los Contrabandistas.

Éste último tiene una variación, que se trata de grupos de carácter educativo, es decir, escolares, universitarios, etc., que puede tener una duración de una o dos horas.

También para grupos existe la posibilidad de combinar la visita con visitas a la población de Mirando do Douro que incluye incluso almuerzo, pero esto quedaba fuera de la órbita de un par de andaluces que viajaban solos por tierras castellanas.

El embarque, ¿cocodrilos en el Duero?

Cuando llegamos a la zona de embarque, la comidilla de todos los allí presentes era un cartel con la indicación de “Peligro cocodrilos” en inglés, algo que hacía que el personal hiciera verdadero caso a otra indicación que decía, prohibido el paso a personal no autorizado.

Cuando llegó nuestra guía, una chica fruto del mestizaje fronterizo, es decir de padre portugués y madre española, tras las oportunas presentaciones, nos desmintió entre bromas la existencia de cocodrilos en el Duero, al menos en la actualidad que se sepa. Al parecer todo era fruto de la continua desobediencia de los visitantes al segundo cartel, al de prohibido el paso, ya sabéis que a los españoles nos dicen a que no hay huevos, o eso está prohibido, es como si a un toro de Miura le enseñan una muleta, una auténtica provocación, así que uno de los trabajadores de la Estación Biológica, se trajo este cartelito de regreso de unas vacaciones en Australia y lo plantó allí.

Así que tras el puntual desembarque de un grupo que nos precedía, nos tocó el turno, para lo cual atravesamos una pasarela de madera que nos conducía hasta la proa del barco, lugar de entrada al mismo.

El barco

El diseño interior es bastante austero, con sillas de plástico ancladas al suelo, cuyo desmontaje se me antoja bastante fácil.

El techo y los laterales del barco son de plástico trasparante, como si se tratase de cristales, con lo cual se facilita bastante el visionado del cañón por el que discurrirá nuestro viaje.

Como dato significativo, es lo silencioso de los motores del barco, que según nuestra guía, fueron especialmente diseñados para que su impacto en el medio natural fuera mínimo.

Además se nos indicaron otros instrumentos tecnológicos de los que la nave disponía, como un micrófono especial en la proa, una cámara de visión por infrarrojos, robot con visión subacuática y un laboratorio para el control de la calidad del agua entre otros, pero que en mi crucero, no nos demostraron, tan solo nos lo comentaron de pasada.

Navegando por el Duero

paseo en barco por los arribes del duero

La guía presentó a los presentes al Capitán del barco, que era español para mi tranquilidad, ya sabéis la mala fama que atesoran los conductores portugueses, y lo siguiente que preguntó era cuantos portugueses había a bordo, tan sólo tres, así que como hablaban y entendían el castellano, tras pedirles permiso, indicó que realizaría todas sus exposiciones en castellano, con lo cual pudo profundizar más en sus explicaciones, tanto, que al abordar algunos tecnicismos, tuvo que utilizar el portugués para que pudieran comprenderlo.

Lo primero que nos llama la atención, de hecho lo hace nada más llegar por carretera, es la impresionante mole pétrea en la que se encuentra encajonado el río Duero, con una media de doscientos metros de pared a cada lado.

También podemos observar como la zona española está más desprovista de vegetación que la portuguesa, debido a que da menos el sol. A un lado la comarca de Tras os Montes y a la otra la Comarca de los Arribes del Duero, que juntas conforman el Parque Natural de Duero Internacional.

La ida hasta el punto de retorno, se hizo en el interior del barco, mientras que en el regreso, previo ruego de silencio para no asustar a la fauna, lo hicimos en la cubierta exterior, con lo que pude dar rienda suelta a mi pasión fotográfica.

El primer punto que nos indica la guía, es la llamada poza de las nutrias, que no es más que un recodo donde estos mamíferos suelen estar y digo suelen, pues sus hábitos son nocturnos y durante nuestro recorrido ni a la ida ni a la vuelta conseguimos encontrarnos con uno de estos simpáticos pero precavidos animales.

El segundo punto que nos muestra la guía, también se encuentra en la pared española, un poco más adelante, y se trata de un nido abandonado de cigüeña negra, ave en peligro de extinción. La historia del abandono de este nido tiene su origen en la existencia de un campo de tiro en la zona portuguesa, que por suerte hoy ya no existe y no enturbia la paz que se puede respirar en el lugar.

Continuamos observando la pared española en nuestro avance por el Duero, y nos encontramos una encina centenaria, encaramada a la parede en una forma imposible, con ausencia de tierra, un auténtico prodigio de supervivencia.

Arribes do Douro

Cambiamos la mirada, y dirigimos nuestra vista al lado portugués. Lo primero que podemos ver son unos bancales y unas construcciones antiguas. La historia de la ocupación de estas laderas imposibles, parece ser que en tiempos de hambre y miseria en Portugal, los labriegos le pidieron tierras a su señor para poder subsistir y éste les dio estos pobres terrenos que apenas le daban a duras penas para comer. Como vemos los grandes empresarios ya utilizaban practicas liberales y globalizadoras en aquellos tiempos.

En los recorridos largos, se suele desembarcar en un atracadero existente en la zona, que recibe el nombre de Área Temática del Valle del Águila.

El siguiente punto de interés es la llamada Peña del Oso, cuyo nombre parece tener origen tanto en su forma como en una breve leyenda que nos contó la guía, pero que no soy capaz de poner en pié, y dicha la verdad, tampoco he encontrado nada en la web (sin demasiado empeño).

Otro punto que me desilusionó, fue la cascada de invierno de la pared lusa, puesto que en las fechas en las que acudimos, se encontraba completamente seca, pero me han garantizado que en época invernal es digna de ver.

En una grieta de la pared lusa, podemos observar un nido de cernícalos, que cuesta bastante verlo.

De vuelta a la pared patria, entramos en el área del Águila Real, y aquí tuvimos más fortuna que en todas las anteriores, pues pudimos admirar el fugaz pero majestuoso vuelo de una de ellas por la zona, a cierta altura, pero bastante tiempo, aunque imposible para mis torpes dotes fotográficas, más con la dificultad del acristalado plástico de por medio. Luego nos tuvimos que conformar con el visionado de uno de sus nidos vacios, pues estas aves utilizan varios nidos y nunca repiten dos veces en el mismo, al menos de forma consecutiva, pero que suelen mantener perfectamente limpios por lo que pudiera pasar.

Para el retorno ya se nos permitió la salida al exterior e impresionaba el silencio que reinaba en el frío y húmedo ambiente.

Pero aún nos quedaba una última sorpresa antes de apearnos de la nave, algo que alguno lo dejaría mirando al desembarcar, pues una pared, justo antes del embarcadero, estaba plagada de lo que para algunos sería simple verdina sobre un acantilado, pero que para los biólogos es un liquen, simbiosis entre alga y hongo cuyo color verde es un claro indicador de la salud ambiental del parque, pues cualquier otro color dispararía las alarmas.

Pero el secreto del liquen sobre el acantilado, es otro, los líquenes caprichosos, han dibujado sobre la pared un número dos perfecto, y aquí es donde entran las brujas y las meigas, pues la leyenda dice que la moza que no consiga ver el número dos en el acantilado, no conseguirá casarse, mientras que la casada que no consigue verlo, le es infiel a su marido. Aquí es donde comenzaron las suspicacias de un par de maridos cuyas talluditas señoras no conseguían ver el dichoso número y de dos solteronas, más alejadas de la cuarentena que del medio siglo, que no conseguían su visionado.

Para mi alivio debo decir que tanto mi costilla como yo conseguimos verlo ¿Espero que no me haya mentido?

Efectivamente, el acantilado no podía llamarse de otra forma, es el Acantilado del número dos.

Lo último que nos mostraron en nuestra excursión, fue el viejo embarcadero en zona española, dónde antiguamente se tomaba la barcaza que cruzaba el río hacia Mirando do Douro.

Desembarco

Retornando al exterior del barco, fuimos despedidos por nuestra guía y capitán, abandonando ordenadamente la nave hasta el lugar dónde se nos indicaba, pues nos esperaba una apetecible degustación de vinos de Oporto blanco y tinto, que se encontraban en el interior de unos pequeños barriles y en autoservicio, para lo cual se nos facilitaron unos vasitos de plástico pequeños.

Degustados estos, costilla y servidor quedaron prendados del Oporto tinto por lo que infructuosamente interrogamos a un par de operarios de la Estación, pero no sabían de que vino se trataba, y eso que fuimos más persuasivos que el propio Al Capone.

Después nos hicieron un mini número de cetrería en la que un búho llamado Mulán, realizaba un vuelo sobre las cabezas de los asistentes y se posaba en un palo dónde le esperaba su premio en forma de apetitosa carne de pollo. Luego un vuelo de palo a palo, una breve explicación sobre el Buho Real y Mulán retornó a su casa, con lo cual se acabó, crucero, degustación y exhibición cetrera.

Ahora tocaba subir la empinada cuesta, tomar el coche y continuar nuestro tour en la población lusa de Miranda de Douro, para lo cual preguntamos por lugares donde comer a una guía española, que nos indicó el Restaurante O Mirandes, del que ya os hablaré, aunque hay una buena colección de sitios donde comer en Miranda.

¿Merece la pena el Crucero por los arribes del Duero?

Crucero arribes del Duero

Está muy bien, todo eso que os he descrito anteriormente, además os habréis percatado de que disfruté como un autentico macaco pese a que el crucero no era en el barco de Vacaciones en el Mar, ni había camarero metomentodo o sobrecargo pesado, ni nada por el estilo.

Por tanto, el precio que pagué por ello, pese a que pueda parecer a priori un tanto excesivo en estos tiempos de tiesura generalizada, debo decir que tras la experiencia, el precio me pareció lo de menos, pues la belleza de lo contemplado y la perspectiva desde la que lo pudimos disfrutar me resultó impagable.

Así que definitivamente tengo que recomendaros el disfrute de este crucero, que ya os daré otra excusa en forma de visitas a las cercanas poblaciones de Mirando do Douro en Portugal y Fermoselle en el lado español, en ambas disfrutaréis de lo lindo de un turismo cultural, etnológico y gastronómico.

Como nota final, indicaros que servidor no se resistió a quedarse con las ganas de visitar y ver el llamado Paso de los Contrabandistas, así que tomé mi vehículo y puse rumbo a Torregamones en Zamora.

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