Castillo de Almodóvar del Río
¿Quieres disfrutar de un viaje al Medievo? Te contamos cómo es el Castillo de Almodóvar del Río: qué ver en él, curiosidades, historia y mucho más!
Córdoba es de esas ciudades que merece la pena visitar una y otra vez ya que refleja perfectamente lo que un día fue el centro de gran parte del mundo. Eso se puede respirar desde el primer momento cuando entras en esta ciudad. Tiene el tamaño perfecto para poder verla fácilmente y tranquilamente en ella, pero un contenido tan elevado de cosas que ver que podrías estar años sin descubrirla del todo.
En mi paso por Málaga y con la nueva autopista abierta era una ocasión excelente para pasar el día y volver a vibrar con sus encantos. Nos levantamos y fuimos para almorzar y pasar la tarde y el clima nos acompañó durante toda la jornada. El trayecto es excelente y se tarda poco más de una hora. Cuando llegas allí (en coche), lo primero en observar es que la gente se estresa en el coche, no tendrán costumbre de estar mucho dentro de él y no conciben que la gente vaya tranquila (me refiero a prudente, tampoco en plan paseo). Lo mejor es aparcar el coche por la zona de la estación de autobuses que es más fácil aparcar, estando muy cerca del casco histórico.
Bajando la Avenida de Cervantes y el Paseo de la Victoria nos plantamos rápidamente en el centro de la ciudad. Andar por sus calles te hacen ver cuan importante fue esta ciudad en su día, llegando a ser capital de la República de Roma, del Imperio de Roma y del Califato de Córdoba. Según muchos historiadores Córdoba llegó a ser durante el siglo X la capital más culta, opulenta y poblada del mundo, contando con casi un millón de habitantes (aunque lo veo algo exagerado, pero no soy el experto). A diferencia de otras ciudades históricas, cuando paseas por su casco histórico puedes ver el impresionante sistema de alcantarillados, iluminación y construcciones que la hicieron grande como capital en su día.
Una de las opciones más comunes en Córdoba, como en gran parte de España (qué suerte tenemos) es poder ir de bar en bar de tapas disfrutando de una gran mañana. Los bares que más me gustan son La Campana y El Barrio donde ponen unas berenjenas y un salmorejo de lujo. Con el estómago agredecido, dimos una vuelta para ver la ciudad. Aunque es pequeña hay que centrarse mucho para ver bien las cosas ya que podemos recorrer tres etapas y culturas principales: la judía, la romana y la árabe, cada cual con su conjunto de puntos de interés.
De la época romana destaca principalmente el Puente Romano, el Mausoleo Romano, el Foro Romano, el Templo Romano y el Teatro. De los árabes merece la pena ver el Alminar de San Juan, Madinat Al-Zahra (que junto con la Alhambra conforma la cumbre musulmana en España) y por supuesto la Mezquita y actual catedral (católica). Las calles de las juderías conforman un entramado de callejuelas, entre las que se encuentra la Sinagoga y la Casa de Sefarad. Todos los detalles de cada uno de ellos los explico más tarde.
En resumen, una ciudad que combina arte, tradición, cultura, historia y en donde se come de maravilla. Si tenéis la oportunidad de visitarla, no lo dudéis que no os dejará indiferentes.
El nombre oficial de esta maravilla es Catedral de la Asunción de Nuestra Señora o Catedral de Córdoba, porque como todos sabemos se trata de un templo católico desde el siglo XIII tras la Reconquista, aunque se empezó a cosntruir en el siglo VIII. Constituye la tercera mezquita más grande del mundo por detrás de la de La Meca y Estambul. Como curiosidad decir que la quibla no está orientada a La Meca, por lo que no es posible realizar la oración en todas las partes. Es de culto totalmente católico, estando prohíbidas manifestaciones de otra religión.
Se accede por la Puerta del Perdón y para acceder a la misma cruzaremos el famoso Patio de los Naranjos, con sus fuentes y jardines preciosos y que conservan prácticamente el estilo original. En el interior nos encontramos más de 350 arcos que sutentan la Mezquita. El mihrab (de oro, plata, bronce y cobre) se encuentra orientado al Sur y no a La Meca por petición de Abderramán I y tiene su explicación porque es donde se encuentra Damasco, su ciudad natal (al menos eso se cree). La perspectiva original se perdió un poco cuando, tras la Reconquista, se decidió darle un toque de catedral renacentista.
En sus inicios era una basílica cristiana (Basílica de San Vicente) que había sido uno de los templos cristianos más importantes. Cuando la conquista islámica, el emir Abderramán I ordenó construir la mezquita sobre este templo. De los orígenes sólo se conservan algunos mosaicos y pinturas, pero poco más. Durante casi cinco siglos han ido pasando diferentes emires musulmanes que han ido construyendo lo que hoy podemos ver, hasta que en 1236 se produce la expulsión final árabe y el Rey Fernando ordena declararla Catedral cristiana. Es interesante observar todos estos contrastes cuando te encuentras en su interior porque te permite conocer las diferentes etapas que tuvo Córdoba y en definitiva casi toda la Península.
Esta preciosa torre no puede ser visitada interiormente, por lo que sólo podremos disfrutar de ella desde el exterior. Se sitúa en la Plaza de San Juan de Córdoba y pertenecía a una de la torres de la Mezquita, aunque actualmente se encuentra integrada en la Iglesia de San Juan y el Colegio de las Esclavas. A pesar de que se encuentra pendiente de ser restaurado, representa (de hecho es el único alminar) a la perfección la época califal. Tras la Reconquista fue entregado a la Orden de San Juan de los Caballeros.
Esta ciudad se encuentra a unos 8 kilómetros a las afueras de Córdoba (sobre la falda de Sierra Morena) y fue mandada construir por Abderramán III como símbolo de autoridad y dignidad. Se puede observar como la ciudad consta de tres partes, donde el dominio del Alcázar y residencia del Califa sobre la propia ciudad es evidente.
En el siglo X, Abderramán III, proclama el Califato de Córdoba. Ser un califato conllevaba una independencia y unas prestaciones a nivel político y económico tremendas, de ahí el crecimiento posterior de dicha ciudad. Para acrecentar su poder es cuando manda construir Madinat Al-Zahra. Cuando Almanzor muere, se inician guerras civiles por tener el poder del Califato, lo que desencadena en que pase a llamarse Al-Andalus tras dividirse en múltiples reinos (Reinos de Taifas) y permitiendo que los cristianos avancen en su empuje por reconquistar. Es entonces cuando se abandona y se saquea Madinat Al-Zahra. Fue considerada una de las ciudades más bonitas del mundo. Como hemos dicho se encuentra dividida en tres partes: la residencia califal, la parte de funcionarios y oficinas y la ciudad para la gente del pueblo, con su mezquita y jardines. Podemos distinguir las siguientes partes:
Comprede todo el espacio donde se situaron los judíos entre el siglo X y siglo XV. El mayor representante de toda la cultura judía en Córdoba fue Maimónides, que gozaba de libertad para profesar su falta de fe ciega por un credo. La convivencia de los judíos con los árabes nos ha dejado un legado cultural irrepetible, destacando por la capidad multiétnica que permitió a Córdoba ser, el centro del mundo durante muchos años.De entre los monumentos más destacables cabe reseñar La Sinagoga de Córdoba, que data del siglo XIV y es de estilo mudéjar. Data del siglo XIV y fue el centro de oración de los judíos en Córdoba, hasta que en 1492 fueron expulsados y se destinó a distintos fines, siendo declarado Monumento Nacional en el siglo XIX. Lo más destacable son las Inscripciones que dejaban en los muros, donde se pueden leer interesantes versos y proverbios.
En frente de la Sinagoga nos encontramos con la Casa de Sefarad, utilizada como museo que representa toda la historia del pueblo sefardí. Se divide en cinco salas:
Datos de interés:
El templo, a pesar de no ser el único templo romano de la ciudad, sí es el más importante. Fue construido durante el siglo I y II, y gracias a él le fue concedida a Córdoba el título de Ciudad Patricia (uno más en su haber). Está construido casi en su totalidad por mármol de alta calidad, convirtiéndolo en uno de los edificios más bellos de la época en el mundo. Actualmente está declarado como Bien de Interés Cultural.
Podemos ver también el Mausoleo Romano, el Foro Romano y otros restos de otras de las épocas más espléndidas de Córdoba.
Debido a que mi familia, gran parte de ella, es de Córdoba y concretamente de alguno de sus pueblos, he tenido el placer y la ocasión de adentrarme en ellos y conocerlos un poco mejor. Aunque dentro de esta opinión no me voy a extender en ellos, sí mencionaré algunos que merece la pena visitar.
Y como no quiero resultar hipócrita a estas alturas de la película, también os confesaré, que la idea principal de nuestro viaje era disfrutar de unas verdaderas vacaciones gastronómicas. La cultura de la tapa es un mito extendido por España, una leyenda urbana de la que se oye hablar mucho en el Norte pero que a la hora de la verdad, ná de ná. Si quieres algo de comer, lo pagas y punto (al menos en Zaragoza). Claro está, que los comentarios que llegan del Sur son otra cosa. Teníamos las recomendaciones de la amiga cordobesa de uno de nosotros y habíamos oído hablar de un garito en la Plaza de la Corredera donde te ponían una pedazo de hamburguesa de tapa con tu bebida. Creo recordar que éste era el nombre de la plaza. Que me corrija algún cordobés si me lee, en caso contrario. También nos habían recomendado un sitio llamado Ohlalá.
Pues bien, nada más llegar a la ciudad, después de dejar nuestro equipaje en el Hostal y tras deambular unos minutos, cámara en mano, por las calles cordobesas, nos sentamos en la primera terracita que encontramos para comprobar la veracidad del mito. El sitio era un bar de tapas. Su propio nombre así lo indicaba. Pedimos unas bebidas pero las tapas no vinieron. Estaba claro. Si queríamos tapitas habría que pagarlas por separado. Así pues nos levantamos y nos fuimos.
Lo siguiente que hicimos fue buscar la famosa plaza de las tapas. Una vez hallada, nos sentamos donde pudimos. Era una plaza enorme dedicada por completo a la hostelería. Era la hora de la comida y se hacía difícil encontrar algún sitio libre. Nos sentamos en una mesa y pedimos unas bebidas y unas tapitas. Nos timaron de mala manera. Creo que seis tíos sentados en una mesa se dejan notar. Pues bien, mira que le dijimos al camarero que queríamos algo para picotear todos… Pues va y nos trae, en una de las dos tapas que le pedimos, un plato con dos ridículos pedazos de pan con jamón. ¿Cómo nos lo repartimos entre seis? Pagamos, nos levantamos y nos sentamos en una de las mesas de al lado. Allí el servicio fue muy distinto. Pedimos cochifrito, revuelto de setas, magré de pato, … Otra cosa, nada que ver. En este otro sitio, el problema fue el tiempo de espera entre que pedimos y nos sirvieron. Excesivo a mi modo de ver. Pero la comida muy buena. Así pues, si habéis de visitar esta plaza, primero mirad bien lo que están comiendo los comensales de las mesas circundantes y escoged bien el lugar, si no queréis salir escaldados.
Para cenar fuimos al Ohlalá. Si nos lo habían recomendado, había que cerciorarse de su calidad. Lo que nunca nos pudimos imaginar es que este Ohlalá era en realidad una macro cadena de comida que, a tenor de lo visto, se encuentra muy extendida por Andalucía, pues también encontramos algún Ohlalá en Granada dos días más tarde. A pesar de ello, y con todo, disfrutamos como enanos de la comida que nos sirvieron. Como he dicho, es una cadena de restaurantes y no sé si en todos sus locales se comerá igual de bien. Tampoco sabría deciros la calle en la que se ubicaba el local al que fuimos, solamente que estaba muy cerquita de la Mezquita, en plena zona de bares que circundan el islámico monumento. Si lo regentáis, no dudéis en pedir el queso de oveja en aceite. Aún no me explico como no le preguntamos a la agradable camarera donde podíamos obtener uno de esos deliciosos quesos para llevarnos un par de ellos a Zaragoza.
Ya sin referencias, nuestro segundo día de tapas por Córdoba fue una aventura, con sus tropiezos y sus aciertos. Creo que cuando mejor parados salimos fue cuando nos dejamos guiar por nuestro olfato:
Aquí dejo otra lista de restaurantes donde comer bien, siendo el plato estrella para mí el Salmorejo, los Flamenquines y el Churrasco.
Si por algo destaca, además de todo lo mencionado ya, Córdoba es por la forma tan impresionante que tiene de vivir sus fiestas. Abril y Mayo es sinónimo de disfrutar y olvidarse de todo, haciendo una obligación para el resto de Andalucía compartirlo con ellos. Destaco tres: Los Patios, La Feria y las Cruces. Como festividad religiosa tenemos la Semana Santa, que es totalmente diferente a la de Sevilla o Málaga mucho más espectacular, siendo ésta es más recogida y sentida.
Córdoba no es una ciudad cara, así que pasar el fin de semana allí con comida y alojamiento para dos personas no debería superar los 100€ por persona (dos noches y comiendo bien). Si vamos en épocas de fiestas, los precios lógicamente pueden dispararse como ocurre en cualquier sitio.
Creo que queda claro que me siento altamente atraído por sus maravillosos encantos. Es una ciudad que me cautivó desde el primer día que la visité y que no ha dejado de hacerlo por mucho que vaya. Si bien es cierto, que si no tenemos la oportunidad de visitar mucho los alrededores o la propia ciudad, con un fin de semana será suficiente para que nos deje su huella. Si además, tenéis la oportunidad de vivir sus fiestas entonces ya os quedaréis con el mejor recuerdo posible, porque como buenos andaluces saben llevar a la ciudad a lo más alto en sus festejos.
Podría hablaros mucho más de Córdoba, sus lugares y sus gentes. Me encantaron. Las calles de su casco histórico tienen algo que las hace especiales. Están muy bien cuidadas. Esos naranjos en las calles en vez de los plataneros (no de los que dan bananas, sino de los otros) que tan hastiado estoy de ver por Zaragoza. Esas fachadas blanco impoluto, sin los ataques vandálicos de los grafiteros que tan común suele ser en estos casos, esos carruajes tirados por caballos… Parece una ciudad sacada de otra época… Pero creo que la opinión ya se me está yendo de madre y es momento de entonar la despedida. Espero que os haya gustado. De momento, volveros a recomendar los chupones de la Abacería y el queso de oveja del Ohlalá y animaros a visitar esta preciosa ciudad. Córdoba merece la pena.
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