Quinta da Regaleira
Te cuento todo sobre la Quinta da Regaleira en Sintra, un palacio lleno de misterios que no te puedes perder. ¿Por qué es imprescindible?
En el mismo viaje que realicé hace un par de semanas a Lisboa, también fuimos hasta Sintra, ya que yo tenía muchas ganas de conocer esta localidad desde hacía ya mucho tiempo.
El caso es que, hace también un montón de tiempo, leí en una de esas revistas de viajes que siempre me han encantado, un reportaje sobre la bellísima ciudad de Sintra, con sus casa de colores y sus calles empinadas. Y arriba en la más alto de la montaña, el maravilloso Castillo de Pena, con colores fastuosos, que hacían de las fotos de aquel reportaje algo realmente único.
Y así, durante varios años, siempre me quedó la espinita de conocer Sintra, así que en este viaje cortito de cuatro días a Lisboa, aunque tuviese muchas cosas que ver, no quería dejar pasar la oportunidad e irme sin visitar esta ciudad que durante tantos años había querido conocer.
La forma más fácil de llegar a Sintra, o por lo menos la que a nosotros nos pareció mejor, es el tren. Hasta hace poco los trenes para Sintra salían de la estación de Rossío, en el mismísimo centro de Lisboa. Con las obras de remodelación de la estación de Rossío ahora hay que ir un poco más al norte de la ciudad, concretamente a la estación de Entre Campos.
Para llegar a ella hay que coger la línea amarilla del metro. Los trenes a Sintra salen cada quince minutos y tardan poco más de media hora en llegar a Sintra. Además, cuesta poco más de 1€ el trayecto de ida, creo recordar que alrededor de 1,50€. Los billetes se sacan en las máquinas electrónicas de la estación y el tren es realmente un cercanías, por lo que funcionan como cualquiera de los españoles, con revisor que pasa a comprobar los billetes.
El trayecto hasta Sintra atraviesa toda la periferia o barrios/ciudades dormitorio de esta parte de Lisboa. Llama la tención que durante casi 30 kilómetros casi nunca existe un espacio de terreno sin construir, por lo que la extensión de Lisboa se amplía a todas estas ciudade limítrofes. En ese viaje se pasa por Queluz, donde se encuentra uno de los palacios reales más bonitos de Portugal, al estilo del de Versalles. No se ve desde el tren y yo no he ido a visitarlo, por lo que no puedo opinar sobre él.
Una media hora después de salir de Lisboa se llega a Sintra. Es un pueblo situado en medio de una flora increíble. De hecho, algunos de los bosques de alrededor, especialmente los que rodean el Palacio de Pena, tienen un montón de especies arbóreas de diferentes continentes. Es un pueblo pequeñito que al menos lo que es el casco urbano se puede andar con facilidad. En la misma estación de tren, que dicho sea de paso está decorada con azulejos realmente preciosos, se encuentra la oficina de turismo, donde un chico muy agradables en seguida nos entregó un mapa y los horarios de los autobuses de subida a los Castillos, así como nos explicó igualmente el recorrido tradicional por el pueblo.
Para mí Sintra es un pueblo exageradamente masificado por el turismo. En algunas de sus calles no puedes casi ni moverte y eso hace que tanto los restaurantes como las tiendas de Sintra, no solamente no resulten tan baratas como lo son las de Lisboa, sino que además son bastante caras. Se trata de un pueblo que vive por y para el turismo y la verdad es que a mí me decepcionó realmente, ya que esperaba un lugar con mucho más encanto. Quizá esperaba demasiado.
La visita a Sintra se divide en dos partes: una la que es el pueblo en sí, con sus callejuelas estrechas y empinadas y el Palacio Real de Sintra, situado en la plaza central del pueblo y cuya principal caractaerística son su dos chimeneas utilizadas para la fabricación de azulejos. La otra parte, es la del monte, llena de bosques con infinidad de especies de árboles y flores traídas de todos los continentes, así como los dos castillos o palacios situados allí, que son el Castillo de los Moros y el Palacio da Pena.
Para subir al monte, en algunas guías se recomienda subir andando, lo que creo que lleva algo más de una hora. La verdad es que es demasiado largo el trayecto. Yo no lo hice andando sino en el autobús que sale del centro de Sintra. Cuesta alrededor de 5€ ida y vuelta y puedes bajarte en dos partes del monte: El Castillo de los Moros y el Palacio da Pena. En nuestro caso, como tampoco teníamos demasiado tiempo, decidimos ir directamente arriba del todo, al Palacio de Pena , por lo que el Castillo de los Moros no lo vimos.
Lo primero que hicimos por la mañana fue ir a comprar los pastelitos más famosos de la ciudad a la pastelería «A Piriquita», que es la más famosa y turística, creo que merecidamente. Los inevitables son los traveseiros y las queijadas; yo prefiero mil veces los traveseiros, pero quería que mi novia probase los dos.
Los traveseiros son como nuestras napolitanas, con la particularidad de que el relleno no es crema ni chocolate, sino una compota de manzana riquísima (y muy dulce, con mucho azúcar, que para algunos puede ser hasta demasiado), y está espolvoreado con azúcar. A mí me encantan, y ya si tienes la suerte de que te coincidan recién hechos y calentitos, es delicioso de volverse loco.
Las queijadas son unas tartaletas con un relleno bastante seco que no sé muy bien con qué esta hecho; el sabor es un poco como el de una de esas tartas de queso al horno, pero mucho más denso, y la tartaleta es fina crujiente. Creo que a mí nunca me coincidieron muy frescas y puede que ese sea parte del problema para que no me encanten.
Pastelitos en mano, nos pusimos a planificar el día. Yo quería de todas todas ver la Finca da Regaleira, que por algún extraño motivo, a pesar de ser uno de los palacios más famosos de la ciudad, durante mi estancia en Lisboa no supe de su existencia hasta las últimas semanas, y no había llegado a tener ocasión de conocerla. De lo demás, de lo que yo conocía, lo más imprescindible de visitar me parecían en Castelo dos Mouros y el Palacio da Pena, que además están muy cerquita uno del otro, por lo que resultan cómodos para ver seguidos.
Hicimos un apretado planning que incluía ir por la mañana a ver el Castelo dos Mouros y el Palacio da Pena y por la tarde la Quinta da Regaleira (yo descarté que nos fuera a dar tiempo de más, porque en Portugal y en invierno anochece muy pronto, poco después de las 5 de la tarde).
Para no cansarnos mucho, porque Sintra está en un terreno bastante escarpado y aunque las distancias no son tan largas, si no estás en forma cansa mucho por las cuestas y las curvas, y yo tengo la espalda mal, decidimos subir hasta el Castelo en autobús.
El Castelo dos Mouros es un castillo medieval situado en una colina y ya solo por las vistas, que llegan hasta el mar, a unos 13 kilómetros, merecería la pena visitarlo. Pero además de eso, tiene una historia muy interesante: construido inicialmente por los moros en el siglo VIII o el IX, a principios del XII fue atacado por las tropas del rey noruego Sigurd I, que iba de cruzada camino a Tierra Santa. A mediados del siglo XIII, la guarnición del castillo se rendiría definitivamente y sin resistencia al rey de Portugal Don Afonso Henriques, que acababa de conquistar Lisboa.
A partir de ahí, paulatinamente, fue perdiendo importancia militar, hasta quedar totalmente abandonado hacia el siglo XVI. Ya en el siglo XIX, en pleno romanticismo, el entonces rey de Portugal Fernando II inició su restauración, reconstruyendo torres y murallas, motivo por el que su aspecto actual es bastante «entero».
El enclave del castillo entre las montañas y los árboles y sus torres y muros almenados, le confieren al castillo de Sintra un aspecto totalmente de película o de cuento; parece que en cualquier momento aparecerá por allí Merlin o el Rey Arturo… Es uno de esos sitios a los que ir a dejar que vuele la imaginación.
Lo malo que tiene, si es que tiene algo, es que es una visita físicamente exigente: muchas muchas muchas escalinatas que subir y bajar para verlo todo. Incluso desde donde compras la entrada, hasta donde te la miran, en la entrada en sí de la zona amurallada, es una tiradita por un caminito rocoso. Pero es precioso, incluso ese paseo por los alrededores para acceder a la zona de intramuros.
Nos pasamos un buen rato deambulando por la zona del castillo, y eso que sólo subimos a una de las dos colinas que ocupa; nos lo quisimos tomar con calma y estuvimos disfrutando de las vistas, intentando averiguar qué era cada una de las cosas que veíamos, etc… la verdad es que fue muy entretenido.
Para subir hasta allí se puede ir andando, aunque es un camino bastante largo y empinado, todo lleno de curvas. También existe la posibilidad de subir en una especie de autobús antiguo con pinta de tranvía de color verde. No sé cuántos años tendría aquel autobús, pero resultaba muy gracioso subir traqueteando por esos caminos de tierra. El trayecto cuesta 1,50 creo recordar y la verdad es que merece la pena.
Ya casi a mediodía, salimos de allí para ir a ver el Palacio da Pena, según habíamos planeado. Subimos en autobús, solo para darnos cuenta que no había merecido la pena esperarlo durante 15 minutos, porque el camino que separa los dos monumentos llevará unos 5 caminando; eso sí, muy cuesta arriba.
Una vez en la entrada del Palacio, como ya teníamos nuestro billete combinado, entramos y nos dispusimos a coger el trenecito turístico que te sube hasta lo que es el Palacio, que está un trecho alejado y, una vez más, muy cuesta arriba. No recuerdo el precio de este trenecito, creo que 2€ por cabeza la ida y vuelta (no se puede comprar solo ida). A decir verdad, probablemente no merezca la pena, porque además el paseo es agradable, pero insisto en lo de mi espalda y que queríamos ver muchas cosas en poco tiempo, por lo que era importante ahorrar energías.
El Palacio da Pena es un palacio romántico. Es lo más vistoso de Sintra, porque está en lo alto la colina más alta y es de colorines, recordando desde fuera a un castillo de cuento. Yo lo llamo cariñosamente el Exin Castillos, jajaja, es que es tal cual.
Fue mandado construir por el mismo Rey Fernando II que restauró el Castelo dos Mouros. En el sitio, había previamente las ruinas de un monasterio de Jerónimos, devastado en el terremoto de 1755. El rey las usó como base, que reconstruyó y amplió, por lo que se notan como dos «partes» del edificio. Hasta la instauración de la República en Portugal, a principios del siglo XX, el palacio fue la residencia real; desde entonces es el museo que hoy podemos visitar. Por dentro está completamente amueblado con los objetos heredados por el Estado de la Corona y se puede apreciar el estilo de vida de los monarcas.
Personalmente este tipo de museos me gustan menos que las cosas más «al aire libre», como puede ser el Castelo antes mencionado, pero la verdad es que este Palacio con su aspecto exuberante y su ubicación, desde la que las vistas son increíbles, y que puedes recorrer los muros almenados, también tiene su aquel. Lo que es el interior a mí personalmente me aburre un poquito, pero no niego que sea interesante, sobre todo para los amantes de la historia.
La Quinta da Regaleira es sencillamente increíble. Prometo escribir una opinión aparte sobre ella en cuanto tenga otro rato. Se trata de un palacio particular creado por un apasionado del ocultismo, los templarios, y todo tipo de misterios, y es un poco como un parque temático sobre eso. Está rodeada de unos jardines impresionantes, con túneles, pozos, fuentes… se necesita bastante tiempo para verlo todo, y fue una verdadera pena no haber tenido linterna.
Visitamos primero los jardines y ya empezaba a anochecer cuando entramos en la casa, que por dentro es una enorme exposición sobre la propia Quinta, con planos, documentos… de todo… si te gusta el tema puedes necesitar todo el día para verlo todo. Nosotras la verdad es que pasamos bastante por encima, porque no somos tan entusiastas y también porque la hora de cierre se aproximaba.
Estos fueron los monumentos que visite en Sintra y no tengo suficientes palabras ni imaginación para poder describir cosas tan bellas, olores tan distintos, lugares tan emblemáticos etc…. Si vais por Lisboa no dudéis en ningún momento en conocer este pueblo, para mi fue único y uno de los mejores días de mi estancia por allí.
También decir que me perdí la visita al «Palacio Real de Queluz» pues ya no tenía más tiempo, por mucho que quise visitar me quedaron cosas en el tintero pero es la excusa perfecta para volver a este lugar tan maravilloso.
Te cuento todo sobre la Quinta da Regaleira en Sintra, un palacio lleno de misterios que no te puedes perder. ¿Por qué es imprescindible?