Italia tiene tantísimas obras de arte que cuando llevas unos días allí, apenas si das importancia a todo lo que ves, eso es lo que nos sucedió a nosotros cuando en el viaje de regreso decidimos cambiar el itinerario y hacerlo por la región de Emilia Romagna, no pensábamos que en una zona principalmente industrial nos podríamos seguir encontrando las maravillas que por allí vimos.
Centrándome en “Parma” (no quiero decir que sea mejor ni peor que Bolonia o cualquiera de las otras).
Es una gran ciudad a la que solo conocía por “el jamón” fue una gran sorpresa, tanto por sus monumentos como por los alrededores, si fuera más barata podría ser punto central para visitar todas las ciudades importantes del norte de Italia, pero ¡¡es carísima¡¡ y además no conseguimos encontrar ni un solo hotel con habitaciones libres, así que nuestra visita se centró en los dos monumentos más representativos de la ciudad: El Duomo y el Batisterio.
El Duomo es uno más y muy parecido a los 10 o 15 que habíamos visto hasta entonces, pero callejeando llegamos a una plaza y en un rincón un edificio de mármol ROSA de Verona y con forma redonda que nos recordó al baptisterio de Pisa. Es obra de Benedetto Antelami, (es la primera vez que oigo ese nombre), pero nos explican que es un arquitecto y escultor de la Edad Media y autor de las ¡¡archiconocidísimas¡¡ esculturas zodiacales que se encuentran en él y que ese monumento que contemplamos es otro Baptisterio, la mejor obra de toda la ciudad y por la que Parma es conocida mundialmente ¡¡mira por donde, yo creía que era por el jamón¡¡, pero además allí nació Verdi y Toscanini.
Es una obra del siglo XII (1196-1270) y como los de Pisa y Florencia están separados pero próximos al Duomo, los tres son impresionantes aunque el de Parma es el menos conocido. En aquella época solo se hacían bautizos tres veces al año, por lo que las ciudades importantes procuraban tener un lugar adecuado para este menester.
El de Parma no es exactamente redondo, su forma es octogonal, que es lo más parecido, ya que entonces consideraban que la belleza estaba en el circulo. La puerta principal, la que da a la plaza esta dedicada a la Virgen y en el arquitrabe se encuentra su firma y la fecha en que comenzaron las obras.
Cada una de sus puertas (3) está dedicada a un tema distinto, al Juicio Final, a los Apóstoles y a los Profetas… y alrededor de todo el edificio están labrados diferentes animales fantásticos, unos atribuidos al propio Antelami y otros a su escuela.
El interior estaba en restauración y tan solo pudimos verlo en fotografías expuestas en la catedral. Una pila central y cada una de sus ocho paredes bellamente decorada, no sé si volveré por allí en alguna ocasión pero sin lugar a dudas que merecerá la pena contemplar sus pinturas bizantinas, el altar también de Benedetto y la hermosísima pila bautismal.
Ah¡¡ El jamón ¡¡ni lo probé¡¡, pero pese al empacho de monumentos nos fuimos encantados de nuestra parada en Parma.
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