Tuña

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Este verano, a principios de septiembre, mi chica y yo nos fuimos de vacaciones a Asturias. No teníamos ningún destino concreto dentro de Asturias y buscamos alguna casa rural. Dimos con una («La casa de la Pintora») en un pueblecito, Tuña. Ahora estoy muy contento de que casualmente diéramos con esa casa rural y de que fuéramos a este pueblecito y esa zona porque creo que es de los sitios más bonitos que he visto nunca.

Tuña es un pueblecito pequeño y tranquilo, rodeado de naturaleza: montañas, árboles, riachuelos. Un sitio precioso de esos que todavía no se han visto afectados por el estrés y la vida acelerada de las ciudades, ni ha habido un boom inmobiliario ni hay andamios y obras en cada calle.

Un sitio donde la gente si se cruza con un vecino se para un par de minutos a charlar tranquilamente, sin prisa. Parece que el tiempo pasara de otra manera. Donde pasas a tomar un café al bar por la mañana y te preguntan de dónde eres y si te ha gustado su pueblecito. Y luego te puedes sentar en algún banco de la calle a leer tranquilo y sin ruidos (cosa que apenas puedo hacer yo ni en mi propia casa en Valencia).

Y por la tarde al caer un poco el sol puedes salir a andar por algún sendero. Sólo pudimos estar una semana, ojalá hubiéramos podido estar más tiempo, pero fue suficiente para volver con fuerzas renovadas, mucho más contentos, desintoxicados del día a día en Valencia y del trabajo.

Por esta razón me gustaría comentar la impresión que me llevé de Tuña y sus alrededores, por un lado para aportar mi granito de arena a que se conozca un poco más esta zona tan preciosa y este pueblecito encantador, y por otro lado para animaros a que visiteis esta zona alguna vez si no habeis estado todavía.

Camino de Tuña

Nosotros salíamos de Valencia. Hay una buena tirada hasta Asturias así que decidimos hacer noche en Madrid. El trayecto se puede hacer bien de una vez ( aunque es conveniente que al menos vayan dos conductores en el coche ), pero si no tienes prisa casi mejor hacerlo en dos trozos.

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Debe haber unos 700 y pico u 800 kilómetros desde Valencia y en total tardamos unas 8 o 9 horas, sumando ambos trayectos. En cuanto a carreteras es bastante sencillo. Valencia-Madrid por la A3, para luego salir de Madrid por la A6, que más adelante pasará a ser AP6 (donde te clavan en primer peaje, de 8.30 euros), y más adelante por la A66, que de nuevo pasa a ser AP66 (donde te clavan el segundo, de 7 euros aproximadamente). Con peajes y todo y sin pisarle muchísimo (y con un gasolina) el trayecto sale por unos 60 y pico euros.

Una vez en Asturias empieza el lio. Asturias es muy bonito, y da gusto conducir por allí porque las carreteras serpentean por laderas de montañas y atraviesan valles preciosos, zonas superverdes llenas de árboles, lagos, etc… precioso.

Pero también hay que decir que en general es carretera «mala», estrechita, y normalmente acompañada de un desfiladero que quita el hipo. Y a eso le tienes que sumar que si no estás acostumbrado a conducir por la zona puedes liarte un poco. Dos dias allí le coges el hilo, vas viendo cuales son las carreteras más troncales.

Información sobre Tuña

Tuña es una aldea pequenita, tendrá unos 200 o 300 habitantes como mucho.

Está rodeada de pastos y montañas y hay muchas casas, puentes, muros, etc.. construidos en piedra que le dan un aspecto precioso. Da la impresión de que va a salir Asterix por algún lado de un momento a otro.

Tiene un pequeño riachuelo que pasa por el pueblo. En una de las partes del riachuelo los vecinos del pueblo han colocado unas piedras a modo de presa de manera que se ha formado una especie de piscina natural donde da gusto bañarse. El agua está un poco fría, como en todos los ríos, pero se aguanta bien. Dicen que este agua baja con sales minerales y tiene propiedades terapéuticas. Yo no sé si es cierto, pero después del bañito me quedé como nuevo.

El pueblo apenas tiene dos bares y un sitio para comprar (un mini-supermercado). De alojamiento en principio sólo la casa rural donde fuimos, «la Casa de la Pintora». Realmente no hace falta más que eso.

Como decía el pueblo está rodeado de montaña. De hecho una ladera está prácticamente tocando con las afueras de Tuña. Hay montones de senderitos preciosos saliendo de aquí que se adentran por valles y montañas, rodeados de árboles y plantas preciosas. Los senderos están bien, se puede andar muy bien por ellos. Merece la pena adentrarse un poco y aguantar la subida inicial porque al poco te encontrarás en lo alto de alguna de las montañas y las vistas son impresionantes: en esos momentos te sientes libre. Te invade una paz que yo no creo haber sentido nunca en la ciudad.

La aldea, como la mayoría de aldeas como ésta, tienen lo que sería la plaza del pueblo, donde están los dos bares y casi al lado el super, y de ahí salen y se ramifican el resto de las calles. Hay bastantes casas antiguas y puentes de piedra (en uno de ellos dice la leyenda que hay una piel de vaca de oro entre las piedras del puente) preciosos. A las afueras tiene una zona de césped, con su parque y sus columpios, sus mesitas a la sombra de los árboles, con el riachuelo pasando al lado, su parrillas para barbacoas. Un sitio precioso ideal para relajarte, para irte a jugar a algo, para refrescarte en el riachuelo.

La Casa de la Pintora

Cerca de la plaza está la casa rural que cogimos nosotros. Se llamaba la Casa de la Pintora, pues la dueña era pintora y todo el mundo la llamaba así, la Pintora. La casa era preciosas, la tenían superbien cuidada ella y su marido. Alquilaban una sección de la casa bastante independiente que habían rehabilitado. A esa sección se entraba desde la calle y ahí ya hacías tu vida, era bastante independiente.

Tanto ella como él son gente estupenda, hospitalarios, simpáticos, atentos, majísimos. Nos explicaron dónde podíamos ir, nos preguntaban si necesitábamos cualquier cosa. Muy bien con ellos. Y se veía que no lo hacían sólo porque fuéramos sus huéspedes, se veía que simplemente es que son así, porque con otros vecinos con los que les vimos hablar eran igual de buenos.

La gente de Tuña

Al igual que los dueños de la casa rural la gente de Tuña es encantadora. Da gusto ir a desayunar y que te den conversación en el bar, te pregunten si te gusta la zona y el pueblecito. Que de dónde eres. Qué tal el viaje. Etc..

Daba gusto ver como dos vecinos podían pararse un rato a charlar sin prisa. Dejar por un momento el trabajo que estuvieran haciendo para charlar pausadamente. Se ve que es otra forma de ser, otra forma de vivir la vida más tranquila. Se respira más paz y amor entre la gente.

La naturaleza

Tuña

Todo el entorno de Tuña está repleto de naturaleza. Es un paisaje verde y colorido, precioso. Cerca del pueblo hay un lago precioso también. Da gusto coger una mañana y subir por los senderos para poder ver toda la zona desde lo alto.

Es impresionante ver los valles llenos de pastos, con vaquitas y caballos, rodeados por montañas arboladas majestuosas. Se palpa la paz y la tranquilidad. Ver todas esas montañas inmóviles bañadas por el sol. Todo en silencio. Respirando el aire más fresco que he respirado nunca. A lo lejos un pastor y durante un rato se oyen bajito los cencerros de las vacas. Te sientes pequeño entre tanta grandiosidad.

Todas esas montañas y bosques de los que hablo están repletos de rutas preciosas para hacer andando o en bici. En varios puntos de Tuña y de los pueblos de alrededor se encuentran paneles que describen esas rutas, su duración, qué puntos de interés se encontrarán, ríos que cruza, pendiente, etc…

Nosotros, aparte de rutas más cortas no señalizadas, hicimos la ruta hacía el Dolmen de Merillés, que es muy bonita. La ruta sale de Merillés, al lado de Tuña, y sube por un camino que serpentea entre dos montañas. Al final de la ruta se llama al Dolmen. Además hay unas vistas increíbles.

Sitios chulos para visitar

Cada pueblo de la zona tiene sus cosas para ver. Nosotros no ibamos en plan ir a ver monumentos concretos, catedrales o museos. Ibamos un poco por libre, de ruta por las aldeas y sitios de la zona. Recomiendo ver los pueblos de alrededor, que también tienen muchísimo encanto: Belmonte, Tineo,…

Un sitio precioso al que fuimos fue al Parque Natural de Somiedo. No podéis estar allí y no verlo porque es alucinante. Y si os adentráis un poco por esta zona de Somiedo podéis llegar (con dificultades la verdad, pues los caminos son bastante angostos) a pueblos preciosos muy metidos en la montaña pero dignos de ver.

Oviedo tampoco está lejos de Tuña. En Oviedo hay mucho que ver en cuenta a monumentos. Pasamos un dia en Oviedo y la verdad que es muy bonito también.

Aunque está más alejado de Tuña también merece la pena ir a lagos de Covadonga y ver el monasterio. La iglesia construida en huecos de la montaña. Los jardines del Principe (creo que se llamaba así). Precioso.

Para comer

Por aquella zona se come muy bien vayas donde vayas jeje. A mi me encantó cenar en un pueblecito a unos 40 kms al norte de Tuña, con playa. Un pueblecito pesquero (aims ahora no me acuerdo del nombre.. se lo preguntaré a mi chica y modificaré la opi) en el que se comía superbien.

El Belmonte también cenamos otra noche y estaba riquísimo. Yo me comí un filete de esos grandes y gruesos de ternera que estaba de rechupete (aunque no os aconsejo que lo tomeis para cenar como hice yo jeje).

Para salir por la noche

La verdad que por la noche solíamos estar bastante cansados, sobretodo si habíamos ido a andar. Aún así dos o tres noches salimos por allí. Una de ellas estuvimos en Belmonte.

Allí no había mucho pero aún así tenía sus pubs y eso, y se estaba muy agusto para tomar algo. Y luego Oviedo. Estuvimos en el cine y luego saliendo por allí y la verdad es que hay mucho ambiente en esta ciudad. Hay mucha marchita.

La vuelta a casa la hicimos del tirón, no hicimos parada en Madrid. La verdad es que no se hizo pesada, después del descanso que habíamos tenido veníamos con otra moral, reconfortados, otro rollo.

Os recomiendo a todos que alguna vez visitéis esta zona si no lo habéis hecho ya porque es realmente bonita.

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