Santa Maria delle Grazie

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A 1,5km del Duomo de Milán (20 minutos andando) y a 600m de la Basílica de Sant Ambrogio se levanta la Iglesia de Santa Maria della Grazie y el Cenacolo Vinciano (sacristía donde hay el fresco de la Última Cena de Da Vinci).

Las paradas de metro más cercanas son las de Conziliazione (línea roja), Sant Ambrogio (línea verde) y Cadorna (roja y verde).

Aunque forman parte de un mismo recinto eclesiástico, compartiendo claustro, para los visitantes son dos lugares independientes, ya que si bien la visita a la Iglesia es gratis y sin medidas de seguridad, para ver el Cenacolo Vinciano se tiene que reservar cita previa con días (incluso meses) de antelación, y se tiene que pagar la entrada, que cuesta 4,50 euros si eres menor de 25 años- 5,50 euros para mayores de 25 años y 1,50 euros para los estudiantes de arte de toda Europa, y pasar por distintos puntos de control para canalizar el número de visitantes en la sala.

Cuando planeé mi viaje a Milán tenía muy claro que quería visitar esta iglesia porque me habían dicho que el fresco es impresionante; me informé y me dí cuenta de que hay que comprar las entradas con antelación, incluso con meses, porque es un lugar con las visitar restringidas y está muy solicitada, sobretodo tras la publicación del Código Da Vinci; los japoneses son los visitantes más asiduos.

Contenido de la Guía

Dónde está

En la C/Corso Magenta, muy cerca del castillo de los Sforza.

La visita

La Iglesia, que es de libre entrada esta justo al lado y aunque por fuera no es una edificación que destaque (exceptuando la cúpula) por dentro es muy bonita, con unos arcos espectaculares y con mucha decoración pictórica.

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Es de estilo renacentista (1465-90), fue terminada por Bramante, que había ido a Milán por requerimiento de los duques y que construyó la cúpula y el claustro de la iglesia. A la izquierda de la nave central se halla el cenáculo o antiguo refectorio, el famoso fresco de LA CENA de Leonardo da Vinci, su composición es un prodigio de equilibrio y geometría, realizado conforme a los cánones renacentistas; la escena (por si todavía queda alguien que no lo sepa, je. je.) representa el momento en que Cristo anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará.

Una vez dentro de la sala, en una de las 4 paredes hay el fresco de Leonardo da Vinci. También hay bancos para sentarse o bien se puede estar de pie, siempre por detrás de una barandilla que marca el tope de acercamiento y donde hay información sobre el fresco y así poder identificar a cada cual de los representados en la imagen.

También hay una maqueta tridimensional del fresco con una mini explicación.

En la pared opuesta, hay otro fresco (menos conocido) de Donato en la que se escenifica la crucifixión de Cristo.

La Ultima Cena, junto con el fresco de la Crucifixión de Montorfano en la pared opuesta, sobrevivieron al bombardamiento de la Segunda Guerra Mundial, que destruyó el resto del refectorio. La última restauración duró más de 20 años y fue completada en el 1999. La recuperación de las partes originales de la pintura de Leonardo fue bastante buena, así que, a pesar de que el fresco es fragmentario, finalmente es posible admirar su belleza original, y es mucha os lo aseguro.

El tiempo dentro de esta sala es limitado (unos 20 minutos), y cuando se termina, la visita se acaba en la tienda de souvenirs.

La lástima fue que cuando fuimos nosotros (diciembre 2010) la estaban restaurando y evidentemente, con andamios por medio las cosas lucen menos. Pero yo os recomiendo que entréis porque creo que merece la pena verla también aunque sea de entrada gratuita.

La leyenda

Santa Maria delle Grazie

Sobre este cuadro hay miles de leyendas, ahora muy de moda debido al reciente estreno de la película. A nosotros mientras observamos extasiados el cuadro la guia nos contó una de ellas: Leonardo vivió en Milán durante 17 años, pues sus inquietudes artísticas le hicieron abandonar su adorada Florencia por la fría y nórdica Milán, regida por príncipes belicosos y bárbaros.

El duque de Milán, Ludovico Sforza, llamado «El Moro», por el color cetrino de su tez, había solicitado un artista de renombre para su corte, pues se proponía rivalizar en mecenazgo y brillo con su cuñada, Isabel de Este. Leonardo al saber el deseo del Moro, le escribió en 1482 una carta en la que ofrecía sus servicios al duque y afirmaba ser capaz de construir ingenios bélicos, obras de ingenieria y pintar admirablemente. Luego se presentó en la corte y tocó el arpa ante el Moro, quien, maravillado por su virtuosismo, lo aceptó de inmediato, a despecho de otros pintores florentinos de gran talla.

Leonardo pintó el cuadro en el refrectorio del convento de SANTA MARIA DELLE GRACIE, durante su ejecución, el prior del convento se quejó al duque de la parsimonia de Leonardo en terminar la obra. Pero él argumentó ante el Moro, que le faltaban modelos para los personajes de Jesús porque nadie podría personificar tan celestial belleza y de Judas por no existir alma que meditase la traición con tal perfidia. Sin embargo, el prior siguió acosando al duque y éste a Leonardo.

Así que al final Leonardo completó la pintura dando a Judas el rostro del prior de Santa Maria delle Grazie.

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