La Casa de José Zorrilla

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Llevaba bastante tiempo con ganas de conocer Valladolid. Tras pasar unos días en una localidad cercana, tenía claro que por fin visitaría la zona. Como siempre hago, llevaba conmigo una especie de planing en el que casi no había un minuto para el descanso. Sólo iba a estar un día, así que tenía pensado aprovecharlo al máximo.

Cuenta con una gran cantidad de lugares que visitar, entre los que por supuesto no pueden faltar interesantes museos. Tuve tiempo de visitar varios de ellos, y la verdad es que en conjunto me dejaron un buen sabor de boca.

Os hablaré en esta ocasión de La Casa Museo de José Zorrilla, situado en Valladolid.

¿Quién era José Zorrilla?

José Zorrilla y Moral era un vallisoletano nacido el 21 de febrero de 1817. Desde que era niño, sus padres, José Zorrilla y Nicomedes Moral, quisieron que se dedicase a las leyes, evitando de esta manera que los versos formasen parte de su vida. Pero lo cierto es que no lo consiguieron, dado que José Zorrilla terminó siendo finalmente un gran poeta y dramaturgo español.

Fue enviado a estudiar derecho en la Real Universidad de Toledo, pero estaba claro que aquello no era lo suyo. Pese a las reprimendas de su padre, terminó saliéndose con la suya, huyendo a Madrid en 1836 cuando su padre lo mandó llevar a Lerma a cavar viñas. Una vez en Madrid, la situación no fue fácil, no teniendo precisamente unos principios literarios sencillos.

Entre su amplia obra, nos encontramos con lírica religiosa como “Ira de Dios”, lírica amorosa como “Un recuerdo y un suspiro”, lírica sentimental como “La luna de enero”, y lírica tradicional como “Toledo”. Entre sus obras épicas, nos encontramos con “Los cantos del trovador”, “Granada” o “La leyenda del Cid”.

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Entre sus leyendas, nos encontramos con varios títulos, como “Para verdades el tiempo y para justicias Dios”, “El capitán Montoya”, “Margarita la tornera”, “La pasionaria” o “A la memoria de Larra”, entre otros. En cuanto a la parte de los poemas dramáticos, cabe destacar títulos como “El zapatero y el Rey”, “El puñal del godo”, “Don Juan Tenorio” o “Traidor, inconfeso y mártir”, entre otros.

Una vida un tanto complicada, le hizo viajar a diferentes ciudades, entre ellas México (1855), donde viviría once años, siendo nombrado director del Teatro Nacional por el emperador Maximiliano. Ya en 1866 regresa a España, donde también recibe honores como cronista de Valladolid en 1884 o su coronación como poeta nacional laureado en Granada en 1889.

Terminará muriendo en Madrid en 1893 a consecuencia de una operación efectuada para extraerle un tumor cerebral. Pese a ser enterrado en un primer momento en Madrid, sus restos terminan trasladándose tres años después a Valladolid, el lugar que le vio nacer y en el que quería descansar para siempre.

La Casa – Museo de Zorrilla

Hablar de la casa de Zorrilla es hablar en realidad del tributo de Valladolid al literato más importante nacido en la ciudad. Se encuentra situada en la Calle Fray Luis de Granada (antes llamada calle de la Ceniza), junto a la Plaza de San Pablo. Alberga realmente la casa del poeta, el lugar donde nació, donde pasó su primera infancia y el lugar en el que permaneció en estancias más bien esporádicas de toda su vida, incluido el momento de su regreso de México en 1866.

Coincidiendo con el centenario del nacimiento del escritor en 1917, esta casa es adquirida por el Ayuntamiento de Valladolid, siendo conservada principalmente por voluntarios hasta 1988, momento en que ya comienza a utilizarse como reclamo turístico.

El Ayuntamiento de Valladolid trata así de honrar la memoria del poeta, y por ello la convierte en la casa-museo que podemos visitar de forma gratuita a día de hoy. Destacar también que en 1965 fue declarado Monumento Local de Interés Histórico-Artístico.

Una gran puerta de madera, nos permite el acceso al lugar. Atravesaremos en un primer momento un bonito jardín romántico, en el que destacan los cipreses y rosales, que invita a sentarse un rato en uno de sus bancos de madera y disfrutar del mismo. Pronto nos adentraremos en lo que es la entrada de la casa, atravesando una puerta de cristal.

Este será el lugar en el que tengamos que esperar nuestro turno para visitar la casa, dado que únicamente puede hacerse a través de una visita guiada. Por lo que tengo entendido, antes de comenzar la misma, cabe la posibilidad de ver un vídeo introductorio sobre la vida de este autor, a través del cual comprenderemos ciertos aspectos de la época y de su propia vida. En mi caso en concreto llegué justo en el momento en que la visita guiada comenzaba, por lo que no vi vídeo alguno.

La casa consta de dos plantas, además de un sótano y el jardín que ya conocemos. Es una casa bastante sencilla, aunque realmente sorprende tanto la decoración como la amplitud de muchas de las estancias. Poco a poco, iremos haciendo un recorrido por todas ellas, sin dejarnos ningún detalle en el tintero. Y es que la guía lo hace estupendamente, explicando todo con mucho lujo de detalles y atendiendo educadamente a todas las dudas o curiosidades que puedan surgir.

Cuenta con ciertos detalles que hacen que la visita sea más que interesante, y es que conserva algunos muebles originales de José Zorrilla. Éstos fueron donados por su viuda, y logran recrear el ambiente de la época, consiguiendo de esta manera atraernos desde el primer momento. Retroceremos unos cuantos años atrás para encontrarnos de repente en otra época.

Además de estos muebles, cuenta con cuadros de lo más interesantes, como “La llegada al campamento”, obra de Ruiz de Valdivia y situado en el piso principal. A este le acompañan otros como “Don Quijote enfermo”de Miguel Jadraque, “Vista de Sevilla” o un retrato de José Zorrilla pintado por Ángel Díaz Sánchez.

Entre todos esos muebles originales, nos encontramos con la cama donde nació el 21 de febrero de 1817 también es bastante llamativa, al ser de forja pintada, que incluso mantiene las ruedas originales de la misma.

Otro elemento curioso e importante a la vez, es la máscara mortuoria realizada por el escultor Aurelio Carretero, una máscara que sólo se hacía a personas realmente famosas. Además, sirvió de molde para hacer el monumento con el que José Zorrilla cuenta y que está situado en la plaza que lleva su nombre. La inauguración del monumento se produjo el 14 de septiembre de 1900.

No puedo dejar sin comentar también su escritorio, uno de los elementos originales de José Zorrilla, y un lugar que tras acompañarle en sus viajes, sería el escenario de su muerte. La verdad es que está perfectamente conservado, pese a que se ve que cuenta con muchísimos años. Se encuentra situado casi en una esquina de una de las estancias, en una posición un tanto curiosa, y es que está contra la pared, mirando directamente al papel con que cuenta la misma. Y es que, según nos comentaron, así es precisamente como el escritor quería tenerlo, dado que era una buena manera de concentrarse.

Todas las estancias tienen sus detalles, pero sin duda me quedaría con la habitación de los huéspedes. Y es que precisamente en este punto, nos comentó una serie de curiosidades del autor que no dejaron indiferente a nadie. Pese a no ser un dormitorio especialmente bonito ni amplio, sino más bien austero y pequeño, tiene un halo de inquietud.

Y es que no hay nada como hablar de esas cosas de fantasmas y demás, que siempre logran llamar más aún tu atención. En este caso, comentar que os enseñarán la habitación en la que se supone que el propio José Zorrilla fue testigo de la aparición del espíritu de su abuela paterna, Doña Nicolasa, cuando tenía unos cinco años más o menos, y a la cual no había llegado a conocer. Allá cada cual con sus creencias…Comentar también que padecía sonambulismo, algo que por un lado le daba cierto temor, y por otro lado, o al menos es lo que cuentan, le ayudó incluso a terminar algunas de sus obras.

Por lo visto, y por lo que he podido investigar, a día de hoy es aún considerada como la habitación de los fantasmas, dado que sí que han sucedido ciertas cosas extrañas en la misma, como objetos que se caen solos o que cambian de lugar.

Aun así, también es cierto que esto ocurría con mayor frecuencia cuando la casa se remodeló en 2007 y esa habitación en concreto quedó cerrada. Al experimentar lo que ocurría, decidieron abrir esta habitación, por lo visto, desde ese momento, el fenómeno desapareció.

Volviendo a la visita de la casa en sí, comentar que esta visita guiada es bastante rápida, quizá de unos veinte minutos o poco más, pero veremos todas las estancias con calma. Pese a esa rápida visita, conseguirán que nos vayamos de allí con un buen sabor de boca, y pareciendo que conozcamos en profundidad a este importante autor. No se pueden sacar fotos en el interior, pero en internet podéis ver algunas para haceros una pequeña idea, aunque nada como verlo allí mismo en persona.

Comentar también que desde noviembre de 2007, la Casa de Zorrilla promueve programas e iniciativas culturales, centrados en el libro, la literatura, la poesía y el teatro, con especial atención al Romanticismo y a la figura de José Zorrilla.

El jardín en concreto es el gran protagonista durante el mes de julio, momento en que se representan obras teatrales acompañadas de un catering. A modo de curiosidad, comentar que el precio es de 10 euros.

Horario y entradas

  • De martes a sábado: de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas.
  • Domingos: de 10:00 a 14:00 horas.
  • Lunes: cerrado.

La entrada es gratuita, algo que me sorprendió mucho, dado que en todo momento creía que el acceso a la casa tendría su precio.

Eso sí, sólo se puede visitar mediante visitas guiadas en las que acompañados de un grupo de visitantes y del correspondiente guía, veremos con detalle todas las estancias de la misma durante unos veinte minutos aproximadamente.

Conclusiones

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Me parece una visita totalmente recomendable. Es rápida, es cierto, pero realmente no os dejáis detalle alguno, y nos dejan mirar tranquilamente la estancia sin prisa alguna. El ambiente que se crea te hace transportarte directamente al pasado, al momento en que el propio José Zorrilla vivía allí.

El hecho de que cuenta con muebles originales del escritor, como la cama en la que nació o su escritorio como herramienta de trabajo, hacen que en todo momento nos encontremos en pleno mediados del siglo XIX.

Es muy fácil de encontrar, estando situado en la Calle Fray Luis de Granada 1, junto a la Plaza de San Pablo. Desde luego merece la pena hacer un descanso en nuestra visita a Valladolid y descubrir esta casa-museo, un auténtico homenaje a esa importante figura.

Además la entrada es gratuita, ¿qué más se puede pedir? Desde luego si vuelvo a la zona, le haría de nuevo una visita encantada, quizá en esta ocasión llegue a notar la presencia (como otros visitantes) de la abuela Nicolasa.

Como siempre, gracias de antemano por vuestras lecturas, comentarios y valoraciones.

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