Castillo de Peñafiel

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El castillo de Peñafiel es de aquellos que difícilmente se olvidan tras su visita. Se le compara con un buque, una comparación simple pero muy descriptiva para esta fortaleza de piedra blanca que parece surcar los cielos. Según me explicaron, la torre del norte podría asemejarse a la proa del barco y la torre del homenaje un mástil gigante.

Por motivos profesionales (la visita a unas bodegas cercanas propiedad de mi empresa), este es un castillo que ya he visitado diez veces. Vamos, que se me la visita guiada casi tan bien como el guía.
Y a pesar de tantas visitas, siempre me alegro de volver a visitar un viejo amigo. Sea otoño o primavera, siempre puedes ver aspectos nuevos, disfrutar del paisaje y de la belleza del castillo.

Un barco anclado en la llanura castellana. Como título queda muy bonito y poético, pero es que además describe la realidad de este castillo, visible desde cualquier lugar del pueblo y de la carretera por hallarse en medio de un altozano.

Y parece una exageración poética hasta que subes a lo alto de la torre del homenaje, porque desde allí puedes contemplar tanto a derecha e izquierda, como si estuvieses en el puente de mando de un gran barco, la forma alargada y de barco que tiene el castillo.

Comprobarás entonces que se trata de una imagen totalmente adecuada. No en vano, este castillo tiene una forma atípica, mucho más largo que ancho, con 210 metros de largo y 33 de ancho.

No es un hecho buscado a propósito, sino la adaptación a la peña sobre la que se construyó. (El resto de adornos que puedas ponerle a tu imaginación es cosa tuya).

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Cuando estás en el castillo es difícil apreciarlo en su inmensidad, de manera que podemos disfrutar de unas maravillosas vistas de los campos de Castilla.

Su historia

El castillo de Peñafiel ya existía en el año 983, cuando el caudillo musulmán Almanzor (976-1002) hizo una incursión a estas tierras desde Andalucía y se apoderó de la plaza. En el año 1003, Sancho García le quitó la fortaleza a Almanzor y la reconstruyó. En su momento tuvo la misión de defender los valles de los rios Duratón y Botijas en la zona de su confluenzia con el Duero, ya que aquella fue frontera cristiano-musulmana.

Después sufrió largos asedios de moros y cristianos, llegando a un extremo de abandono. Fue en 1456 cuando Enrique IV lo donó a don Pedro Girón, maestre de Calatrava que lo reconstruyó y le dio el aspecto que tiene en la actualidad. Se trata de una de las fortalezas que menos se ha intervenido durante el siglo XX, de manera que gracias a su inmejorable estado de conservación, nos aporta muchos datos de los castillos del siglo XV.

El castillo en sí

Llama la atención la tonalidad blanquecina de la piedra con la que está construido y la desproporción entre su longitud y anchura. Con 210 metros de largo y 33 metros de largo, ocupa la cumbre alargada del cerro en que se alza.

En su centro tiene la torre del homenaje que se alza hasta los 30 metros de altura. Una puerta entre dos pequeñas torres constituye el único acceso al primer recinto, donde se abre la entrada que conduce a las salas abovedadas de la torre del homenaje y a los dos patios interiores del edificio, uno de los que ahora alberga el Museo del Vino de Peñafiel.

El Museo del Vino está dedicado a la denominación de origen Ribera del Duero, se puede observar los diferentes pasos de su proceso productivo así como su relación con la mitología, el arte o la literatura.

Dirección y visitas

Se encuentra en la localidad de Peñafiel (Valladolid), cerro del castillo 47300. Tel: 983 881 199

Las visitas suelen ser de 11.30 a 14.30 y de 16.30 a 20.30 si no recuerdo mal en verano. Pero mejor consulten previamente al número de teléfono. Las visitas al castillo y al museo del vino son libres. Las visitas al castillo en exclusiva son guiadas y se realizan en los horarios señalados, conforme se van formando grupos numerosos. Los fines de semana hacían una degustación comentada de vinos con denominación de origen Ribera del Duero y estaba muy bien.

Se puede acceder al castillo con autobuses los fines de semana que salen de la falda de la montaña y te dejan en las inmediaciones al castillo.

La visita al castillo de Peñafiel

Comencemos la visita al castillo. Desde la planta de entrada, subiremos a un primer nivel, desde el que ya podemos contemplar no solo la torre del homenaje, la única que hay en el castillo, sino empezar a disfrutar de la vista del campo castellano y del pueblo de Peñafiel a sus pies.

Puede verse todo Peñafiel, con la su famosa plaza del Coso, donde se celebran las corridas de toros, una plaza cuadrada que se prepara para tal fin en las fiestas.

Podemos ver también los famosos pudrideros, pequeñas estructuras adosadas a los muros en las que se arrojaba a los prisioneros. De ahí la frase «Ahí te pudras»

Entramos en la torre del homenaje y lo primero que visitamos es la gran sala del homenaje. Normalmente tienen una exposición de trajes de la época, si bien es cierto que son reconstrucciones.
Aquí podréis comprobar que los muros no son como los de ahora, pues ves el grosor de más de un metro que tienen para intentar aislar el castillo de las inclemencias del tiempo.

Y subiendo por la angosta escalera, ascenderemos a la plataforma superior de la torre del homenaje. Por el camino podremos ver los «servicios», un agujero en un lateral por el que caían las necesidades directamente al foso.

Y prepararos para la vista desde la parte alta, pues quedaréis extasiados con la vista del campo castellano, con sus parcelas cultivadas de distintos colores, formando una preciosa tela. Y al fondo la línea de árboles nos indican por dónde transcurre el río.

Es desde aquí donde podréis ver la forma de barco que tiene el castillo.

Pero no os olvidéis de ir preparados. Si es invierno muy bien abrigaditos, porque el aire sopla sin piedad. Y si es verano, con vuestra gorrita, pues el sol cae a plomo inclemente.

La visita termina visitando la parte inferior del castillo, donde se alojaban los sirvientes y la tropa que lo defendía.

Un castillo que te asombrará, pues a pesar de sus orígenes allá por el año 983, Enrique IV lo donó en 1456 a Don Pedro de Girón, Maestre de Calatrava, que fue el que le dio el aspecto que vemos hoy día, siendo este uno de los castillos en los que apenas se ha intervenido gracias a lo bien conservado que se ha mantenido.

Conclusiones

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Es uno de los castillos más emblemáticos para mi de Castilla y León y recomiendo su visita y la del Museo del Vino porque no os defraudará. El castillo guarda mucha historia que no he querido poner aquí para no aburriros, muchas historias sobre las defensas con bravura de los asedios de los musulmanes, la guerra de la Independencia en 1810…

Además, todo la zona guarda bellos paisajes a los que tal vez no estemos acostumbrados. En Peñafiel también es interesante visitar el centro del pueblo, la plaza del Coso, sus iglesias y probar su excelente gastronomía.

En definitiva, a mi me encantó pasear por los alrededores porque relaja y me entusiasma entrar en castillos porque te permite dar un salto atrás en el tiempo.

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