Los Raqueros

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Me llamó la atención, y mucho, cuando en mi primira visita a Santander en el pasado mes de Noviembre me topé con el monumento dedicado a los raqueros. No conocía muy bien el significado de esta obra, tampoco sabía qué significaba exactamente esta palabra…

Pero el monumento me causó mucha curiosidad, tanta que decidí no marcharme de allí sin conocer la historia de esta obra. Por tanto, creo que es algo digno de tener aquí mi opinión.

¿Dónde están Los Raqueros?

La genial obra se localiza en el Paseo de Pereda, a orillas del mar cantábrico, pasados unos metros del Palacete del Embarcadero de esta ciudad.

Por esto mismo, es fácil llegar hasta ellos mientras recorremos todo el paseo visitando otros importantes monumentos y obras de la ciudad.

Historia de Los Raqueros

Este monumento tiene una acogedora historia a sus pies. Los raqueros son reales, son niños que en los siglos IX y XX se lanzaban al mar en busca de monedas que arrojaban los pasajeros de los buques. Eran niños, en su gran mayoría, huérfanos, marginales… otros, aunque los que menos, tenían familia. Ellos estaban allí, pasando las horas, vestidos con arapos, semidesnudos, en busca de sus particulares tesoros.

Con el paso del tiempo, estos niños se convirtieron en un reclamo para muchos, y por ello se les comenzó a pagar por rescatar objetos que se caían al agua.

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Estos niños busca tesoros desaparecieron ya hace años, pero el escultor y pintor cántabro José Cobo Calderón quiso que siempre se les recordara, y por ello creo esta obra a orillas del mar Cantábrico, que baña Santander.

La obra se compone en total de cuatro niños: dos sentados, uno lanzándose al agua y otro de pie.

Llevan allí desde el año 2007, tallados en bronce, dando un toque nostálgico al paseo de Pereda.

Opinión personal

los raqueros santander

Seguramente a muchos les cause cierta indeferencia el ver allí cuatro estatuas plasmadas, en medio del paseo, sin más. Pero supongo que es cuando conoces la historia de la obra cuando realmente comienzas a admirar su belleza.

Me pareció una obra muy real, muy lograda, pero sobretodo muy humana.

Está claro que nada tiene que ver con grandes edificios de la ciudad como el del Banco Santander, la Catedral o el Palacio de la Magdalena, pero a mi me pareció algo entrañable; me gustó, sin más.

Así que ahora que ya conoceís la historia de este monumento, si algún día teneís la oportunidad de ir a Santander, mirad a los niños de piedra e imaginaros cómo serían sus andazas buscando monedas en el mar.

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