Archivo General de la Guerra Civil Española

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Continúo con mis opiniones sobre lugares interesantes de visitar en Salamanca. En esta ocasión voy a hablar del Archivo de la Guerra Civil, un enclave que siempre había sido muy desconocido hasta que a mediados de la pasada década los gobiernos de la Generalidad de Cataluña presididos por Maragall y por el bachiller Montilla se encargaron de que este sitio adquiriera una fama más que notable a nivel Nacional, siendo muchas las personas que no quieren perdérselo antes de finalizar su viaje a la ciudad, bien por simple curiosidad o por verdadero interés por lo que allí se muestra.

En esta opinión sólo me dedicaré a describir y dar mi punto de vista sobre la exposición que actualmente se puede visitar. 

Localización

Se encuentra en la calle Gibraltar, a unos 10-15 minutos andando desde la Plaza Mayor, en la cual hay que salir por el arco del Corillo hacia la Plaza del mismo nombre, cruzar la calle Quintana y recorrer la Rúa Mayor en toda su longitud, continuando después en línea recta dejando a la izquierda la Catedral Nueva.

Llegaremos a una pequeña plaza de la que sale una calle a la que se accede bajando unas escaleras, es la famosa calle Tentenecio. Sólo quedar llegar hasta la primera que sale a la izquierda y estaremos frente al Archivo.

Horarios y precios

Abre todos los días de la semana a excepción de los lunes no festivos en horario de 12:00 a 20:00. Este peculiar horario (toda una rareza en Salamanca) tiene la ventaja de que al no cerrar entre la 1 y las 4 de la tarde permite aprovechar esas horas en las que la gran mayoría de los monumentos de la ciudad no abre sus puertas.

La entrada es completamente gratuita.

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Un poco de historia

No me gusta soltar en mis opiniones grandes parrafadas sobre historia que se pueden encontrar en cualquier sitio; sin embargo, en algunos lugares, para entender bien lo que se va a ver, es necesario tener unos pequeños conocimientos históricos, y este es un ejemplo, por lo que me veo en la obligación de poner esta breve reseña.

Cuando uno entra en el inmueble en el que está la muestra se da cuenta rápidamente de que ese edificio no fue construido para albergar exposiciones, y es que fue levantado 2 siglos antes de que aconteciera la Guerra Civil. En un primer momento, en el siglo XVIII, fue un hospicio infantil y luego pasó a convertirse en residencia universitaria, una más de las muchas que hubo y sigue habiendo en una ciudad que vive por y para los estudiantes.

Tras el alzamiento del 18 de julio de 1936 fue el lugar de alojamiento de la Guardia Mora; no olvidemos que Salamanca fue totalmente afín al Bando Nacional desde el primer momento de la Guerra Civil y de hecho Franco instaló su cuartel general en el palacio episcopal de la capital charra durante casi un año.

Una vez finalizada la contienda este fue el lugar elegido para depositar los centenares de miles de documentos incautados.

La fachada posee algunos elementos barrocos que le dan al edificio cierta notoriedad. Lo más destacado es una estatua de San José con el niño Jesús en brazos, una estampa poco habitual en otros enclaves religiosos de la ciudad.

La accesibilidad a las instalaciones es perfecta.

Visita al Archivo de la Guerra Civil

Podemos dividir la visita al Archivo de la Guerra Civil en dos partes muy distintas.

Lo relacionado con la Guerra Civil y sus bandos

Ocupa el vestíbulo del edificio y dos pequeñas salas anexas. En este espacio se exponen diferentes documentos relacionados con la contienda. Hay una colección más o menos permanente aunque en ocasiones, durante unos pocos meses, cambian el material y se centran en un tema determinado; así, por ejemplo, el pasado invierno hubo una muestra sobre pegatinas de esa época y de los años de la Transición.
La temática de lo que se muestra al visitante es muy variada: carteles propagandísticos (ensalzando o ridiculizando a uno u otro bando), »’referencias al apoyo internacional que tuvieron tanto nacionales como republicanos, ilustraciones sobre diferentes acciones de tipo bélico, un curioso juego de la oca cuyas casillas hacen referencia a la contienda, un tambor decorado con los símbolos de Falange Española y un larguísimo etcétera.»’

Quiero centrarme con un poco más de detenimiento en dos tipos de documentos que son bastante impactantes y que tienen a los niños como protagonistas: en primer lugar un conjunto de cartas enviadas desde Moscú a España y escritas en los años 1937 y 1938 por los niños que fueron enviados a la Unión Soviética con el fin de protegerles de los horrores de la Guerra Civil; es muy conmovedor leer sus palabras y la forma en la que se dirigían a sus padres y abuelos. Por otra parte, en ocasiones han expuesto dibujos hechos por niños relacionados con instantes del conflicto; es increíble lo observadores que podían llegar a ser y lo bien que plasmaban en el papel cosas que les resultaban totalmente nuevas pero que uno se estremece al verlas pintadas porque se da cuenta de las cosas que presenciaron, por ejemplo un ahorcamiento.

Todos los documentos tienen al lado un texto explicativo muy interesante.

A todo lo anterior hay que añadir la existencia de una pequeña sala en la que proyectan de manera continua dos audiovisuales relacionados con lo que se muestra en el Archivo: la Guerra Civil y la Masonería, de la que hablará a continuación. Duran unos 5 minutos cada uno y ofrecen muy buena información, contada de manera amena y sencilla; también se incluyen datos generales referidos a la historia del edificio que acoge al museo. Los guardias encargados de la seguridad se encargan de avisar a la gente cuando va a empezar el vídeo.

Lo relacionado con la masonería

Todo de lo que he hablado en el apartado anterior es más o menos esperable de encontrar en la visita al Archivo, de ahí que tampoco haya querido dedicarle demasiado espacio en la opinión sin embargo, esta parte constituye una gran sorpresa para el que va a conocer el edificio.

La masonería fue especialmente perseguida durante la Guerra Civil y de hecho estuvo prohibida durante los años del Régimen de Franco, de ahí que encaje muy bien en un museo de estas características.

Vitrinas expositivas

En la primera de las dos dependencias que componen esta parte del Museo tenemos varias vitrinas en las que se muestran objetos relacionados con la masonería.

Por un lado vemos diferentes complementos de la vestimenta que en ocasiones emplean en sus reuniones, en las cuales se usan objetos que son propios de esta organización y que también se enseñan aquí, como por ejemplo las medallas de los integrantes de las logias.

Los documentos también tienen importancia, tanto los que son alusivos directamente a la masonería (miembros, rituales de entrada, cartas…) como los promulgados en los años de la dictadura (listas de sospechosos como Indalecio Prieto o Lerroux, leyes prohibiendo la masonería…). Son todos muy antiguos y poseen por lo tanto un gran valor.

Lo peor de esta parte es la escasa iluminación de las vitrinas. La luz es suficiente para visualizar los objetos pero se hace muy escasa a la hora de tratar de leer los documentos y por lo tanto una lectura que, para los que somos interesados en el tema, resultaría de lo más instructiva se convierte en todo un ejercicio de agudeza visual. Es algo que deberían arreglar.

Tras esta sala tenemos un pequeño pasillo que da acceso a las dos siguientes estancias y en el cual vemos fotografías de ilustres masones del pasado.

La sala preparatoria para el ritual de entrada

Se trata de una pequeñísima estancia en la que se ha recreado el espacio en el que alguien que quiere hacerse masón pasa un tiempo de reflexión antes de las duras pruebas de acceso a la organización. En ella vemos un banco de madera, y una mesa con una calavera y un reloj de arena, símbolos de que la vida no es eterna.

Aprovechando este espacio, debería haber algún panel informativo en el que se explicara de manera breve en qué consiste este complejo ritual de entrada; yo sí que lo conozco bien debido a la novela «El emblema del traidor».

La joya del archivo: la Sala Masónica

Cuando finalizó la Guerra Civil, Franco ordenó que en este edificio se instalara la réplica de una logia masónica, usando para ello los objetos incautados en la contienda a los masones. El objetivo era demonizar a la masonería, mostrando a los españoles en general y a los salmantinos en particular la secta que él había conseguido eliminar. Nunca se abrió al público y sus puertas permanecieron cerradas más de medio siglo hasta que ya en el año 2002 se decidió mostrarla a todo el mundo.

En mi opinión es, con diferencia, lo mejor del Archivo, ya que recrea con el máximo detalle la estructura de una logia masónica; eso sí, recordemos que es una réplica y que por lo tanto nunca se han celebrado rituales en este lugar.

La decoración deja anonadado a cualquiera por lo profusa que resulta: el altar del Maestro con los secretarios a los lados, los tres representados con unos muñecos con el rostro cubierto por un verdugo negro; las sillas laterales, todas ellas con símbolos como el compás, la escuadra o la famosa letra «G»; el techo, pintado de un intenso azul; el suelo, dispuesto como un tablero de ajedrez; inscripciones en todas las paredes; estandartes; los iconos del zodiaco y un largo etcétera que llama la atención por lo tétrico que resulta.

Lo mejor es que absolutamente TODOS estos objetos tienen un significado, y es que la simbología masónica es algo extremadamente complejo.

A toda la sala no se puede acceder sino que existe un impecable y reluciente cristal por el que asomarse, un gran acierto porque así todos los elementos mantienen esa pulcritud y simetría que los caracteriza. No se pueden sacar fotos así que he incluido en la opinión una de internet porque no podía dejar esta explicación sin una imagen que demostrara la espectacularidad de esta sala. Es la primera de las fotos que he puesto.

De cara al turismo está perfectamente acondicionada. Por un lado la iluminación, ya que tal y como se aprecia en la imagen, es muy abundante, todo lo contrario de lo que sucede en la sala de atrás. Por otra parte, periódicamente ponen un audio de unos 5 minutos de duración en el que se nos cuenta de manera muy breve (meterse en profundidad en cualquier aspecto masónico supondría días enteros de explicaciones) el significado de los principales símbolos de la sala.

Zonas del edificio que habitualmente están cerradas

Archivo General de la Guerra Civil Española

Desde el año 2008, durante los meses de noviembre y diciembre el Ayuntamiento de Salamanca pone en marcha un magnífico programa de visitas guiadas a espacios monumentales de la ciudad que habitualmente están cerrados al público. Esto se conoce como «Las Llaves de la Ciudad«. Quien desee obtener más información puede pasarse por la extensa opinión que tengo publicada.

En 2012 incluyeron por primera vez en el programa de visitas este lugar y de las novedades de ese año fue la que más me gustó, siendo además el 6º lugar que más me ha agradado de los 33 espacios mostrados hasta el momento en «Las Llaves de la Ciudad». La guía, por otra parte, es de las mejores con las que cuenta el programa turístico.

La visita comenzó con una breve explicación sobre los diferentes usos que ha tenido este edificio en sus 3 años de historia, a los que ya me referí anteriormente.

A continuación la guía nos llevó a la primera planta del inmueble, en la que se encuentra la sala de investigación. Allí pueden acudir profesionales y aficionados para consultar documentos con el fin que deseen. Está muy bien equipada con fotocopiadores y ordenadores. En esa misma planta tenemos una estancia llena de cajones en los que están las fichas de unos 3 millones de sospechosos para el Régimen de Franco, algunos de ellos sin haber cumplido los 10 años de vida, tal y como pude ver en alguno de los documentos.

Descendimos después a uno de los sótanos del edificio, en el que tenemos los famosos legajos que tanto anhelan los nacionalistas catalanes. Aquí nos explicaron las estrictas medidas de temperatura, humedad y seguridad que hay que tener para una correcta conservación de los documentos; yo desconocía que esto fuera tan complejo. Igualmente interesante es el sistema de estanterías móviles para aprovechar el espacio al máximo.

El siguiente punto a conocer es el patio en torno al cual se organiza el resto del edificio. Es pequeño pero muy acogedor y tranquilo.

La última parte de la visita tiene lugar en la Sala Masónica. Bien es cierto que esta estancia se puede visitar siempre pero con «Las Llaves de la Ciudad» la guía cierra las puertas para que nadie ajeno al programa turístico entre; de esta forma puede explicar con calma la enrevesada simbología del lugar, contando muchas más cosas de las que dice el audio y con la ventaja añadida de poder preguntarle las más que numerosas dudas que suscita en cualquier persona interesada en el tema la visita a esta particular estancia.

Conclusión

Recomiendo este lugar a todos los interesados en dos temas que se adivinan fácilmente: la Guerra Civil por un lado y la masonería por otro. De manera amena y sin profundizar demasiado obtenemos interesante información sobre esos dos aspectos. Se encuentra en un sitio de paso obligado para cualquier turista que va a la ciudad, se ve en media hora y la entrada es gratuita, así que los que sientan curiosidad no tienen excusa para no ir.

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