Plaza Mayor de Salamanca

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Hoy dedicaré mi opinión a la preciosa e impresionante Plaza Mayor de Salamanca, el rincón más importante de casco histórico de la ciudad.

Una gran sala de estar, como la hacen llamar los salmantinos, el monumento del que se sienten más orgullosos y que más disfrutan los salmantinos, junto a sus dos catedrales, esta plaza mayor es sinónimo de arte, historia y estética, a lo largo de esta opinión intentaré ir explicando lo mejor posible por qué.

Un poco de historia

Esta plaza es obra del arquitecto Alberto Churriguera, quien comenzó a trabajar en ella en 1729, cuando Felipe V visitó la ciudad y decidió premiarla con la realización de una plaza singular en agradecimiento a

Salamanca durante la guerra de la Sucesión. Aunque en 1755 Andrés García de Quiñones fue quien la dio por terminada, y no fue hasta 1935 cuando fue declarada Monumento Nacional, por ser la Plaza Mayor más decorada, proporcionada y armónica de todas las de su época, pues es sin duda una plaza singular y original.

Fue construida en un solar que anteriormente ocupó la plaza de San Martín del Mercado

Sus proporciones son equilibradas, a primera vista te parecerá completamente cuadrada, aunque no es así, pues está formada por cuatro fachadas de tres pisos de altura, con diferentes medidas de longitud todas ellas, en el centro de una de sus fachadas, la que está orientada hacia el Norte, se levanta el Ayuntamiento, sobre el que se levanta una espadaña con tres campanas y cuatro esculturas en homenaje a la Agricultura, la Industria, la Música y la Poesía.

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Sus cuatro fachadas se levantan sobre 88 arcos de medio punto, en el espacio que une cada arco se encuentra uno de sus famosos medallones, a través de los cuales se puede conocer la historia de España, pues representan a personajes unidos a la historia de la ciudad y a los reinos de España, como Pizarro, Hernán Cortés que comparten escenario junto a literatos como Cervantes y Unamuno, o artistas de la talla de Tomás Bretón o el guerrillero Julián Sánchez «El Charro», quien combatió contra los franceses durante la Guerra de la Independencia, también aparecen los reyes castellanos y leoneses y de España, está desde el monarca salmantino Alfonso IX de León, hasta Carlos III o los actuales reyes Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia. Bajo estos arcos te encontrarás con numerosas terrazas y comercios típicos de la ciudad.

Su decoración es serena y uniforme, la Plaza Mayor de Salamanca es seguramente una de las más bellas que existen. Como afirmó Unamuno «es el corazón henchido de sol y de aire». Es el lugar de los mil idiomas, debido a la cantidad de estudiantes que sin descanso pululan por ella, en definitiva, un placer para la vista y los sentidos. Para su construcción se utilizó la bonita piedra de Villamayor, es decir, la misma con la que están construidos la mayoría de monumentos salmantinos y que hace que todos compartan ese color dorado tan icónico, pues es rica en hierro.

Es estilo de esta plaza es Churrigueresco, una variante del barroco, en la que destaca su ornamentación y detalle. La Plaza, estuvo ajardinada hasta los años 50, antes de peatonalizarse, a día de hoy, constituye el corazón de la ciudad, es el punto obligatorio de reunión para los salmantinos y sus estudiantes, por lo que no os extrañéis si al pasar bajo su reloj, veis amontonada una gran cantidad de gente, pues ese es el lugar donde siempre quedan los jóvenes salmantinos, su punto de partida, por lo que no solo es un monumento del barroco español, sino también un emblema y punto de referencia de la ciudad.

Conociendo la Plaza Mayor de Salamanca

Caminar por la Plaza o sentarse en una de sus múltiples terrazas es algo típico de la vista a la ciudad y de los mismos salmantinos, en esta plaza confluyen a partes iguales, arte e historia con un uso actual y moderno, pues también es escenario de ferias, conciertos y actuaciones de todo tipo.

De esta plaza salen algunas de las calles más importantes de la ciudad, Como la Calle Toro y Zamora entre otras, famosas por sus tiendas y comercios y a las que siempre verás plagadas de transeúntes
A mí una de las cosas que más me gustan de esta Plaza Mayor, es que se puede utilizar tanto si hace sol, pues los estudiantes y extranjeros (sobre todo alemanes, ingleses y jóvenes que proviene de países fríos) se sientan y se tumban a tomar el sol en sus losas incluso en invierno, (cosa que a mucha gente no le agrada, pero a mi me gusta esa mezcla entre arte e historia y trasgresión que le aporta, y es que Salamanca tiene esas cositas que la hacen especial), como si llueve gracias sus soportales.

Antes de terminar tengo que decir que en el año 2005 se cumplió el 250 cumpleaños de esta magnifica plaza, y se celebró por todo lo alto. «Salamanca, Plaza Mayor de Europa», fue el lema que se utilizó para este acontecimiento.

Un poco de nostalgia

plaza mayor salamanca

La Plaza Mayor es mi lugar favorito de Salamanca. Es un lugar para pasear, pensar, sentarse… infinidad de cosas. Es un lugar que me ha acompañado a través de los años y mis visitas a Salamanca, que ha contemplado los distintos cambios por los que pasa una vida y que inexplicablemente no ha cambiado en nada, o tal vez sí, tal vez haya ido cambiando en cosas casi imperceptibles…

Mis primeros recuerdos de la Plaza Mayor son de cuando tenía 5 o 6 años. Mis padres me llevaban a pasear por la ciudad y siempre acabábamos sentándonos en algún banco en medio de la plaza. Mientras mis padres charlaban yo me dedicaba a perseguir a las palomas correteando arriba y abajo mientras las palomas huían asustadas a mi paso. Recuerdo también que hice muchos amigos durante aquellos correteos, niños que solo conoces de una tarde, de unas horas, que se convierten en tus compañeros de juegos durante unos momentos y que pasan a formar parte de tus recuerdos…

Más adelante cuando fui creciendo sentarse en la plaza ya no era lo mismo. Mis padres decidieron cambiar los bancos por las cómodas sillas de las terrazas y sentarse en una terraza significaba quedarse quietecita observando como los demás corretean, además de que se supone que con 9 o 10 años ya no tienes edad para esos juegos. Así que perseguir a las palomas fue sustituido por una pequeña libreta y un bolígrafo, mientras yo dejaba volar mi imaginación por toda la plaza intentando encontrar la inspiración para escribir alguna de mis fantasiosas historias…

Y los años pasan y ahora ir a la plaza ha vuelto a cambiar. Normalmente lo único que hago es atravesarla sin pararme a nada más. Alguna vez se me pasa por la cabeza la idea de sentarme en una terraza y rememorar los tiempos de antaño, pero las cosas han cambiado y no es bueno refugiarse en el pasado. Ahora veo la plaza desde otra perspectiva. La última noche que estuve en Salamanca la pasé allí.

Envuelta por el ambiente nocturno que la rodea por la noche, el alboroto, la gente que viene y que va, y el alegre canto de la tuna a lo lejos. Esta vez hice una excepción y decidí sentarme en uno de los bancos, al fin y al cabo hacía años que no lo hacía. Me quité los zuecos y crucé las piernas como un indio y allí mientras miraba la Luna brillar me paré a observar la plaza minuciosamente.

El reloj, los arcos, las estatuas, la gente, la música… y me vinieron muchos recuerdos a la cabeza, recuerdos alegres y recuerdos tristes, pero al fin y al cabo recuerdos. Y entonces pensé que tenía ganas de volver el año que viene para rememorar esa misma noche como un recuerdo más, un recuerdo alegre y nostálgico.

La Plaza Mayor de Salamanca siempre ha sido testigo de mis idas y venidas. Me ha visto reir y me ha visto llorar. Y siempre es el último sitio del que me despido cuando me voy de la ciudad, de manera que es la última imagen que guardo de mis viajes allí. Solo hace dos días que he vuelto y aún puedo sentir la piedra gris y fría del banco bajo mis pies desnudos, y escuchar el murmullo de la gente y la tuna a lo lejos…

Ahora sí, finalizo esta opinión diciendo que es una labor imposible plasmar con letras e incluso fotos La Plaza Mayor de Salamanca, es como querer atrapar la belleza en una cajita…Hay que estar en ella para verla, sentirla y saborearla. De vez en cuando, pienso que me gustaría ser de fuera para venir a Salamanca por primera vez y entrar en ella de noche, iluminada, con todo tipo de gente paseando, respirar ese ambiente que fluye en ella y que de mi boca saliera un Ohhhhhhh!

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