La Alberca

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En un lugar de Castilla-León de cuyo nombre no quiero olvidarme existe una preciosa localidad que todo amante de los pueblos con encanto y del turismo rural debe apuntar ya mismo en su agenda. Se trata de La Alberca, provincia de Salamanca, una de esas joyitas que la Historia se ha empeñado con gran acierto en mantener intacta como si el tiempo no hubiera pasado por ella.

Adentrarse en sus calles supone abandonar este ruidoso y estresante siglo XXI para trasladarse con dulzura a un tranquilo y relajante mundo medieval. ¿Estáis preparados para hacer este viaje en el tiempo? ¿Os apetece conocer el pasado? Pues adelante y seguid leyendo. Creo que el viaje no os defraudará.

Cómo llegar

Es sencillo. Voy a partir de Salamanca capital. Tomáis la carretera C-512, llegáis hasta un pequeño pueblo denominado Vecinos y una vez allí cogéis la carretera SA-210. Ya estáis cerca; esta es la vía que en pocos kilómetros os conducirá a La Alberca. En poco más de una hora habréis recorrido los 77,3 kilómetros que separan ambas localidades.

¿No disponéis de coche? Bueno, en este caso tendréis que tirar de autobús. En la estación de autobuses de Salamanca deberéis localizar la empresa de Virgilio Cosme que será la que os lleve hasta La Alberca. No intentéis ir en tren. Renfe no dispone de líneas por esta zona.

Conociendo el pueblo de la Alberca

Es un pueblo que tiene la categoría o mejor la distinción de haber sido declarado Conjunto Histórico Artístico. De todos los pueblos que forman la Sierra de Francia sólo cuatro ostentan este honor: Sequeros (que me decepcionó), Mogarraz que me encantó, Miranda del Castañar y La Alberca.

En todos estos años que han transcurrido desde mi primera visita, he notado varias cosas:

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La primera y más importante es que viven del turismo, hay numerosos hoteles, restaurantes, Casas Rurales y también muchos establecimientos como tiendas donde comprar productos como bordados serranos, fotos, camisetas, tazas, postales, libros, navajas, cestería, cerámica….

Abundan las tiendas dedicadas a vender embutidos como jamones, paletas ibéricas, chorizo, salchichón y queso.

La Alberca es un pueblo que parece haber despertado de su letargo invernal y nos recibió con los almendros en flor y todos sus visitantes dispuestos a que compráramos sus productos. Lo que adquirimos fue un lote compuesto de Paleta Ibérica, chorizo, salchichón y queso. No podía faltar la miel que es una parte importante de su riqueza, ya que entre las carreteras vimos numerosos panales y las obleas típicas de los pueblos de la Sierra.

Dejamos el coche a la entrada del pueblo, al lado del cuartel de la Guardia Civil y justo en la entrada del puente. Recorrimos todas sus calles, tanto los barrios nuevos, en las afueras con numerosas casas algunas respetando y siguiendo la arquitectura serrana, otras muy bien restauradas y otras de nueva construcción.

De la plaza mayor destaca su crucero, un monumento que ha salido en numerosas ocasiones y que refleja la distribución de la plaza el carácter comercial y turístico de sus gentes, los albercanos. En ella las casas siguen una similitud, todas ellas de madera y cemento, con miradores y sus calles empedradas por donde antes pasaba el agua de los deshielos, el agua que bajaba de la Sierra. En la plaza también puedes visitar la cárcel antigua, al lado del Ayuntamiento, visitarla por fuera ya que no permanecía abierta cuando fuimos.

Se denomina Sierra de Francia pues hace muchos años fueron los franceses los que habitaron estas tierras y así nos lo contaron los habitantes de este pueblo, tan sólo el pueblo de Miranda del Castañar les hizo frente. Más tarde fue el propio Alfonso XII el que visitaba con frecuencia este pueblo y también las Hurdes. En la plaza mayor hay un museo-homenaje a este Rey y puedes observar la habitación que ocupaba en sus estancias por estas tierras.

Las casas y las calles con su particular distribución, hay muchas cuestas y en ellas se ve el dinero que procede del turismo pues todas salvo alguna excepción están muy cuidadas. El pueblo estaba impoluto, ni un mal papel.

La Iglesia de la Asunción nos llamó poderosamente la atención ya que en ella para verla iluminada tenías que pagar 1€ y tan sólo la veías durante 15 minutos. Negocios de la Iglesia.

Fuera de ella, un pequeño altar en lo alto de sus muros, desvelaba una de las leyendas más conocidas que también nos contaron y se trata de las Ánimas que se dice que recorren el pueblo todas las noches y a las que se le debe rezar una oración. En este altar se venera a las ánimas y éstas están representadas con dos calaveras que la verdad no vi en la otra ocasión que conocí la Alberca y que me impresionaron. No falta la limosna si quieres depositarla. Fuera de la Iglesia se encuentra una estatua que representa un cerdo, no tiene valor histórico ninguno ya que se construyó por la Escuela Taller de la Alberca en los años 70 sino recuerdo mal.

Os recomiendo visitar la Ermita de San Blas donde no te piden nada por verla iluminada y tiene el encanto y tradición de las pequeñas iglesias y en este caso de las Ermitas rústicas.

Las calles guardan en sus fachadas verdaderas obras de arte como escudos de la Orden de Santiago, columnas románicas y muchas de ellas son del siglo XIX y alguna casa era del año 1600 y pico.

¿Nos llevamos algún recuerdo de este bonito lugar? Los mejores recuerdos quedarán grabados en vuestra retina, pero aun así podéis adquirir algún objeto de la variada artesanía albercana. Los bordados, encajes, puntillas y los trabajos en madera de castaño y nogal tienen larga tradición en la localidad.

Gastronomía

la alberca

No podemos irnos de La Alberca sin tomarnos un buen tinto acompañado de unos embutidos ibéricos de la zona.

Si miramos bien en las tiendas podremos llevarnos a casa embutido a buen precio, pero hay que ir con ojo, ya que al haber tanto turismo en algunas tiendas se aprovechan y ponen precios muy caros; hay que huir de las más turísticas.

Si nos quedamos con hambre, no debemos ignorar que, ademas de los embutidos, son especialidades de la gastronomía de La Alberca, las carnes, destacando especialmente el cabrito cuchifrito, el hornazo (Empanada rellena de lomo, embutidos y huevo), las patatas meneás (con pimentón) y las alubias de La Alberca.

Y de postre, que mejor que un poco de leche frita o unas deliciosas almendras garrapiñadas.

Restaurantes hay muchos: en la misma Plaza Mayor están el Mesón “El balcón de la plaza” y el Restaurante “La Catedral”. Por unos 18 euros podéis poneros las botas.

Los alrededores de la Alberca

En los alrededores de La Alberca encontramos paisajes que no deberíamos perdernos; entre ellos cabe destacar:

  • El valle de las Batuecas: Se trata de un precioso paisaje de montaña, con valles escondidos y numerosas corrientes de agua. Entre los atractivos de las batuecas encontramos su abundante y muy variada flora y fauna, fósiles y hallazgos prehistóricos.
  • La peña de Francia: Desde una altura de más de 1700 metros podremos disfrutar de unas maravillosas vistas y visitar el santuario. Aquí podremos respirar aire puro y disfrutar de la naturaleza

Desde ambos lugares parten numerosas rutas de senderismo.

Mi experiencia

Un pueblo que no debes dejar de visitar y que vive del turismo, que te enamorará. Las Casas Rurales y los hoteles están construidos siguiendo la tradición de toda la Sierra de Francia y muchas están restauradas.

No te olvides de «pateartela» y seguro que en cada detalle, en cada balcón descubres un símbolo, una peculiaridad. Dinteles, anagramas religiosos y los famosos entramados de madera de sus casas.

En cuanto al precio, tanto los bares como las tiendas no son económicas, miramos los menús, entramos en las numerosas tiendas y desde luego saben como explotar lo que tienen.

Un pueblo que ha sabido convivir con la unión de tres culturas, la cristiana, la islámica y la judía y que vive impregnado de ellas.Para visitar la Alberca y los demás pueblos de la Sierra de Francia sólo es necesario tener los ojos abiertos y un buen calzado y disfrutar de estos lugares. Mogarraz por ejemplo se encuentra a pocos kilómetros, Sequeros y Miranda del Castañar igual.

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