Cristo de la Agonía Redentora

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La imagen de la que quiero hablaros en concreto el Crucificado que desfila en esta procesión es la imagen para mí más querida de toda la Semana Santa de Salamanca, por tanto, mi objetividad en este asunto es absolutamente nula, pero no puedo evitarlo.

La cofradía

Esta es una de las cofradías más jóvenes (tanto en años desde su fundación, como en edad media de sus miembros), en procesionar por la Semana Santa de esta ciudad, siendo fundada en el año 1984 pero no pudo procesionar, aún sin la imagen del Yacente hasta la madrugada del Miércoles al Jueves Santo de 1987. La procesión, tal y como la conocemos en la actualidad y ya con todas sus imágenes incorporadas, hasta el año 1991.

Esta hermandad hubo de hacer frente a varios obstáculos antes de ponerse en funcionamiento, en primer lugar la negativa del escultor Venancio Blanco a tallar la imagen del Yacente, en segundo hubieron de «enfrentarse a dos cofradías, la del Amor y de la Paz (por la denominación de Yacente de su Cristo, en competencia con el de la Liberación de esta última) y la Hermandad del Cristo de la Agonía»’ (por la denominación de la propia cofradía en sí). Ambas discusiones debieron ser dirimidas por el Obispado de Salamanca, pasando a denominarse «Real Cofradía Penitencial del Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora.»

Los pasos

El incensario de plata

Este incensario es el primer paso en procesionar en el el acto penitencial. Está «cargado a hombros por varios de los miembros más jóvenes de la cofradía,» y varios niños lo alimentan con nuevas cargas de incienso en cada una de las numerosas paradas que efectúan en la procesión. Está inspirado en el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela.

Santísimo Cristo de la Agonía Redentora

Esta imagen es la segunda en procesionar en el desfile, tratándose en esta ocasión de «un impresionante crucificado gótico, datado entre finales del siglo XV o principios del XVI, en un primer momento se pensaba que de autor anónimo, pero después se le atribuiría al imaginero palentino «Juan de Balmaseda,» debido a su enorme parecido con otro crucificado que existe en Palencia y que fue atribuido, casi con total certeza, a este mismo autor.

Otro punto notable a destacar sobre esta imagen es el siguiente: «es la más antigua en desfilar en la Semana Santa salmantina» saliendo a la calle sobre un bellísimo calvario de clavel rojo, que a la vuelta a su sede canónica de la Catedral, un hermano se encargará de repartir entre los cofrades y todas las personas que hayan decidido acompañarles hasta el final en su peregrinar anual por las calles de la ciudad.

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Fijándonos más atentamente en el Cristo, descubrimos dos características notables:

  • Su larga cabellera de pelo natural: Este detalle, al igual que el paño de gloria, son añadidos posteriores, pero le han valido el sobrenombre cariñoso, entre sus cofrades, de “el pelos”.
  • El segundo detalle curioso a destacar en esta imagen es que no tiene barba, sino tan sólo una ligera pelusilla (por llamarla de alguna forma) cubriéndole el mentón. Esta característica es, al menos que yo sepa, única.

Concluir este largo apartado con un pequeño apunte. El «Trío Christus» interpretará para él un acto polifónico en la Plaza Mayor. Más adelante os hablaré de la llegada de esta imagen al ágora salmantina.

El Santísimo Cristo Yacente de la Misericordia

En claro contrapunto con lo expuesto en el anterior apartado, esta imagen que ahora nos ocupa es «una de las más modernas de la Semana Santa,» siendo obra de «Enrique Orejudo,» ganador del segundo concurso convocado por esta cofradía ante la negativa del escultor «Venancio Blanco» a tallar la imagen.

Fue bendecido el 17 de marzo de 1991, (domingo de Ramos), procesionando por vez primera en la madrugada del Miércoles al Jueves Santo de ese mismo año «cumpliéndose por fin de este modo el verdadero objetivo para el cual esta cofradía fue creada,» y que no era otro que sacar a las calles de Salamanca una imagen de Cristo Yacente, hasta ese momento inexistente, a semejanza de otras ciudades castellanas que ya contaban con ellas desde antiguo. Orejudo talló esta imagen en madera de abedul siguiendo los dictados de la escuela castellana de imaginería.

Desde el primer momento, llamó la atención en este Cristo su «gran corpulencia» (excesiva para mi gusto) que contrasta enormemente con la delgadez del crucificado que lo precede. Otro detalle curioso a destacar es que, a pesar de su juventud, (cumplirá 20 añitos en marzo) esta imagen ya ha sido restaurada, en el año 2008, por su propio autor, con el objetivo de aclarar la policromía que la cubre, demasiado oscura hasta entonces para el gusto de los cofrades y del propio autor.

El «Trío Christus,» del que antes os hablé, ofrecerá también a esta imagen un acto polifónico similar al que interpretan en honor del crucificado, pero en esta ocasión lo hará casi al principio del desfile, más concretamente en la misma Plaza de Anaya.

Recorrido de la procesión

Cristo de la Agonia Redentora

«S.I.B Catedral Nueva, Atrio de la catedral, Plaza de Anaya (acto polifónico al Cristo Yacente de la Misericordia, Tostado, San Pablo, Poeta Iglesias, Plaza Mayor (acto polifónico al crucificado), Zamora, Convento de las Isabeles (3:00 de la madrugada aproximadamente, con el acto denominado Trilogía de la Pasión), Santa Teresa, Crespo Rascón, Bordadores, Plaza de Monterrey, Compañía, Rúa Antigua, Plaza de San Isidro, Libreros, Calderón de la Barca, S.I.B. Catedral Nueva.»

Momentos cumbres de la procesión

La salida

Dan las doce campanadas en el reloj de la Catedral Nueva cuando las puertas se abren para dar paso a las dos imágenes titulares de la hermandad. En ese momento, da comienzo un acto en el que las verdaderas protagonistas no son otras que las «autoridades tanto civiles como religiosas» de la ciudad. Toma la palabra, en primer lugar, el alcalde de la ciudad que aunque, como algunos sabéis bien, no es en absoluto santo de mi devoción es de justicia reconocerle que nunca nos ha fallado en este desfile. Ofrece un breve discurso, en el transcurso del cual toma «promesa de silencio a los ciudadanos de Salamanca» allí presentes, concluyendo siempre con la frase que he utilizado para dar título a mi opinión, os la dejo aquí completa: «Silencio, Salamanca, es Cristo en su agonía quien desfila por tus calles.»

Acto seguido, el Obispo de la ciudad (actualmente D. Carlos López) hace lo propio, tomando como colofón de su discurso «promesa de silencio a los cofrades de esta hermandad.» Concluido este acto, las imágenes vuelven a la Catedral, el desfile se reorganiza y da comienzo la procesión propiamente dicha.

La bajada por Tostado

Ya os dije en mi opi sobre la Soledad que esta es, para mí, «la bajada más espectacular de todas las que existen en la Semana Santa de Salamanca,» con el permiso del Cristo de la Vela cuando sale de su iglesia del barrio de Pizarrales.

Esta calle es estrecha, tanto que «los hermanos de carga del crucificado deben hacer verdaderos malabarismos para no chocar contra las paredes,» y eso hace que los ciudadanos y turistas reunidos abajo cada año miren expectantes hacia allí, llegando a reunirse tal cantidad de gente que la policía, hace ya varios años eso sí, hubo de reordenarles para que dejasen pasar al cortejo.

La Plaza Mayor

Este es mi momento favorito de todo el desfile. La Agonía Redentora entra en el ágora de la ciudad acompañado por los sones de «La Saeta» de Joan Manuel Serrat, interpretada por la «Agrupación musical de su cofradía» que seguirá tocando esta misma pieza durante todo el periplo del Cristo por la Plaza.

Los que conocéis Salamanca sabéis que el arco del Ayuntamiento (el del famoso reloj) es bastante bajo, pues bien, si la bajada por Tostado era complicada por lo ancho de los brazos de la cruz, en este caso es la altura de la misma (supera ampliamente los 3 metros, más la carroza y toda la parafernalia) la que complica el paso por el arco.

La única opción para conseguir que este Cristo atraviese ese arco no es otra que «tumbarlo.» Resulta verdaderamente impresionante ver cómo un crucificado de semejante envergadura acaba en «posición absolutamente horizontal» para, una vez salvado el obstáculo (momento que aprovecha el Trío Christus antes mencionado para llevar a cabo su actuación) volver a izarse y continuar, lentamente, su peregrinaje por las calles más céntricas de Salamanca.

Trilogía de la Pasión. Convento de las Madres Isabeles

Llegamos ahora al momento con mayor carga emocional del desfile. Las dos imágenes titulares de la Cofradía hacen su aparición en la puerta del convento de las Isabeles, «hogar del crucificado durante muchos siglos,» (concretamente desde su creación hasta la denominada «desamortización de Mendizábal»).

Las pocas monjas que a día de hoy viven en ese convento esperan en las escalinatas de la entrada al que durante siglos fuera Su Señor para darle la bienvenida a su hogar, aunque sólo sea por un breve lapso de algunos minutos.

A tal fin, las monjas cantan y rezan para Él (y por descontado también para el Yacente) quedando en conjunto un acto muy emotivo, sobre todo para ellas. Son alrededor de las 3:00 de la madrugada.

Llegada a la Catedral Nueva

Son las 4:00 de la madrugada (estos horarios, exceptuando el de salida, son orientativos) cuando el desfile alcanza ya su recta final. Enfila la Calle Calderón de la Barca, el incensario que durante todo este tiempo ha encabezado la procesión se recoge en la Catedral, pero no así el Crucificado, que llega justo después. Los esforzados hermanos de carga que portan a hombros esta imagen «realizan un complicado giro de 360º» consiguiendo con ello encarar de nuevo la calle anterior. Una vez allí, en el tercio final de la misma, esperan pacientemente la llegada de su compañero de viaje, el Cristo Yacente de la Misericordia.

Una vez ambas imágenes reunidas, el hermano mayor de la cofradía «Julián Alcántara Isidro» se despoja de su capirote y exhorta, en un breve discurso (el último ya), a todos los cofrades a seguir trabajando como hasta entonces, convocándolos finalmente para el año siguiente. Los dos pasos entran, ahora ya sí, en la Catedral mirándose de frente.

Aunque parezca que así es, la procesión aún no ha finalizado. Como os comentaba más arriba, un hermano se sube a la carroza de la Agonía Redentora y reparte, uno a uno, los claveles rojos que forman su calvario entre todos los presentes, sean cofrades o no. El acto final del desfile es el crucificado «bailando» por toda la Catedral a los sones de la bellísima marcha. »’Mater mea» interpretada por la Banda de Música Ciudad del Tormes (antes del Amor y de la Paz).

Conclución

Para finalizar esta opi, me gustaría contaros la mayor desventaja que yo le veo, y que encuentro fácilmente subsanable. Se trata del recorrido de la misma, ya que desde su salida del convento de las Isabeles (que podría considerarse su ecuador) hasta la calle de la Compañía, este desfile atraviesa una de las zonas de copas más concurridas de la ciudad, encontrando en su camino gente que está de fiesta pero, que ante todo «es verdaderamente incapaz de respetar nada ni a nadie.» Perfecta conocedora de este problema, la cofradía no corre, sino que literalmente vuela, en su periplo desde las Isabeles hasta la relativa calma de la calle compañía.

Aún se me quedan cosas en el tintero, pero no quiero alargar más esto.

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