Como se suele decir, más vale tarde que nunca, asi que, a pesar de que ya hace casi dos meses que he acabado mis vacaciones estivales, empiezo con esta opinión a relataros un poco mi experiencia de este año.
Como el presupuesto no daba para muchas alegrías (esto viene siendo ya una constante en mi vida), decidimos montarnos un viajecito en coche por nuestra cuenta, tienda de campaña en el maletero y neverita para el trayecto e ir a descubrir una de las zonas de Francia que más nos atraían tanto a mi compañera como a mí: La Bretagne.
Durante las dos semanas que pasamos por allí, visitamos lugares y tuvimos experiencias de esas que permanecen en la retina durante mucho tiempo, pero, sin duda alguna, el mejor día de todos fue el que descubrimos los bosques de Broceliande, la etapa del viaje que más nos apetecía hacer.
Para entrar un poco en situación, os diré que estos bosques se hallan a 45 kilómetros de Rennes y pertenecen al departamento (lo que aquí sería la provincia) de Ille et Vilaine, en la zona central de Bretagne, también son conocidos como Forêt du Paimpont y ocupan una extensión de 7000 Ha., siendo el más extenso de toda la región. Desgraciadamente, un gran incendio ocurrido en 1989, le ha quitado parte de su atractivo, no obstante, para los amantes de la naturaleza son de visita obligada por su exuberante vegetación y por sus rincones mágicos.
¿Qué tienen de especial estos bosques? Pues aparte de lo dicho, según las crónicas artúricas, gran parte de los hechos que en ellas se narran, ocurrieron por estos parajes y, para un enamorado de la leyenda del Rey Arturo y sus valerosos caballeros como el menda, eso, no es que sea un atractivo añadido, es un argumento de peso que hacía obligada la visita.
Nuestro camping estaba en Vannes, en la provincia del Golfo de Morbihand, por lo que mi relato empezará desde esta ciudad.
Bien tempranito, a eso de las 7 de la mañana y tras arrancar del saco de dormir a mi compañera, amante, amiga, nos dimos una buena ducha, nos pusimos el mono de faena, o sea, botas de trekking, pantalones cómodos y la mochila bien cargada de provisiones y nos pusimos en marcha hacía lo que sería el día más mágico de nuestra estancia por tierras bretonas.
Nuestra primera parada fue en Treohrenteuc, pequeña población de poco más de 100 habitantes y allí nos dirigimos a la oficina de turismo para hacer una buena provisión de mapas para no perdernos ni un sólo lugar por el que hubieran puesto los pies los caballeros de la mesa redonda.
La primera etapa del viaje empezó desde el mismo pueblo, punto de partida de la excursión al Valle sin Retorno (Vals sans Retour), un circuito circular de unos 5 kilómetros, apto para cualquiera que tenga un poco la costumbre de andar y que nos llevaría a revivir los primeros capítulos de la leyenda. Existe la posibilidad de realizar el trayecto acompañados de un cuentacuentos que se puede contratar en la misma oficina de turismo y que, durante el trayecto os irá explicando, en francés o inglés todas las leyendas del lugar.
Sinceramente, a nosotros nos apeteció más ir por libre. En este valle se encuentra el lago llamado “El espejo de las Hadas” (Le Miroir aux fées), donde se dice que el hada Morgana, encantaba a los caballeros dejándolos prisioneros en su interior. El paseo es de lo más agradable, al menos a esas horas de la mañana y no entraña ningún tipo de dificultad ya que es bastante llano y tiene desniveles poco importantes.
El circuito acaba en el mismo pueblo, pero antes, se llega al “Árbol Dorado”, monumento erigido para conmemorar los incendios que antes os he mencionado, al lado de una fuente de agua fresquita y muy buena, por cierto.
Al llegar al pueblo y, como íbamos bien de tiempo aparte de que, en este día, las prisas estaban prohibidas, decidimos darnos una vuelta y perdernos por sus calles. Debo decir que es encantador y con ese aire medieval que tanto caracteriza a la mayoría de los pueblos de bretaña. Así fue como descubrimos su iglesia, una curiosa construcción en cuyo interior se respira tradición celta por doquier ya que, en sus vitrales se entremezclan las imágenes del calvario de Jesús, con elementos propios del rey Arturo y la mesa redonda, lo que le ha valido el apelativo de Iglesia del Santo Grial.
Nuestra siguiente parada fue el pueblecito de Folle Pensée, desde el cual, partía el camino hacia la Fontaine de Barenton, un manantial situado en un claro del bosque, donde, siempre según la leyenda, Vivianne y Merlín se encontraron por primera vez, así como donde el caballero Yvain, derrotó al caballero negro, guardián de la fuente, cuyas aguas, se decía que curaban la locura.
La siguiente etapa en nuestra ruta artúrica fue la Fuente de la Juventud y la Tumba de Merlín. En este lugar del bosque, cerca de la población de Concoret, Viviana, aprovechando los conocimientos aprendidos de Merlín, su maestro y su gran amor, realizó un hechizo en una fuente, tras lo cual, Merlín, al beber de sus aguas, rejuveneció. De este modo Vivianna (o Vivianne, como prefiráis), resolvió el problema de la diferencia de edad entre ambos, no obstante, tal era el amor que sentía por él que no dudó en hacerlo prisionero de él, reteniéndolo en 9 círculos mágicos para toda la eternidad.
Lo cierto es que, tanto la fuente, como la tumba, nos decepcionaron bastantes, no por la historia que aconteció, sino por el estado en el que se encontraban. La tumba de Merlín, donde se haya prisionero, no deja de ser un vestigio megalítico, en concreto un crómlech, una construcción de menhires dispuestos en círculo. No obstante, fue uno de los lugares en los que más notamos la cantidad de adeptos que tiene esta leyenda ya que, estaba plagado de mensajes y de ofrendas al gran mago. En cuanto a la fuente de la juventud, no dejaba de ser un charco de agua estancada.
Siguiendo siempre por la misma carretera, llegamos al pueblo de Concoret donde, oh amigos míos, vi la luz. En esta población está el Castillo de Comper, o lo que es lo mismo, el Centro del Imaginario Artúrico.
La asociación del imaginario artúrico, se creó en 1988 en Rennes, con la intención de dar a conocer a todo el público, las leyendas del rey Arturo. Escogieron el Castillo de Comper como marco ideal ya que, el lago que lo baña es donde se dice que Merlin, construyó para Vivianna un palacio de cristal donde esta, crió a Lancelor, el mejor de todos los caballeros.
En su interior cuesta no perderse por todas las exposiciones, representaciones y explicaciones varias (todo en francés, no obstante, a la entrada se puede comprar un guía en castellano) de todo lo relacionado con estas leyendas. Así mismo, dispone de una extensa librería donde se puede comprar casi de todo: Libros, posters, postales, objetos celtas, etc, etc. Estuvimos más de 3 horas y se nos hizo corto. Tuvimos que salir porqué los horarios franceses, difieren bastante con los nuestros y a las 5 y media de la tarde, el castillo cerraba sus puertas al público. Para apurar la visita, nos dimos una vuelta por el lago, aunque por más que nos fijamos, no pudimos ver el palacio 😉
Más tarde, paramos en el pueblo de Paimpont, que da nombre a los bosques que le rodean. Es una población de unos 1500 habitantes y destaca por su abadía que, por desgracia estaba de reformas y no pudimos visitar. No obstante, aunque sólo por fuera, nos impresionó esta construcción que data del siglo XIII, rodeada por el estanque de Paimpont, hacen de ella, una bella estampa.
Finalmente, y para apurar y poner un buen broche a este día tan intenso en emociones, nos decidimos a acabar nuestro trayecto haciendo una visita al Castillo de Trécesson, cercano a la población de Beauvais. Un castillo privado al que no se puede acceder ya que actualmente es la residencia del Conde de Prunelaie que, no tengo ni idea de quien es si sé que debe vivir bastante desahogadamente.
Es una construcción del S. XV y en su interior se halla la capilla de la Dame de Trécesson, en honor a la Dama Blanca de Trécesson que, según una leyenda local, habita los bosques que rodean el castillo.
Alrededor de las 9 de la noche, volvimos al camping donde nos “alojábamos” con la sensación de haber vivido un pequeño sueño y con la cabeza llena de historias, leyendas y magia.
Supongo que no habré dicho o explicado todo lo que quería explicar o decir, así como algún dato pueda ser erróneo, pero de verdad que el día fue intenso en emociones. De todas formas y, a modo de resumen que me parece que ya os estoy agobiando un poco, deciros que, si visitáis algún día estas tierras, los bosques de Broceliande o de Paimpont, son una visita obligada y, si podéis estar más de un día, no lo dudéis y tomároslo con toda la calma del mundo porqué realmente vale la pena.
Imágenes : Édouard Hue (Wikipedia)
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