Museo de Historia Tenerife

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En esta última semana santa no me pude ir muy lejos, así que tuve que aprovechar los recursos de ocio que ofrece mi propia isla, que no son pocos: hubo tiempo para la playa, para el senderismo y también para la cultura.

El Museo de Historia de Tenerife lleva ya funcionando varios años, concretamente desde finales de 1993, y el caso es que aún no lo había visitado. Su ubicación es la más lógica posible: está situado en pleno centro histórico de la ciudad de La Laguna, antigua capital de la isla y todavía hoy sede de la Universidad y del Obispado.

Cabe señalar que dicho conjunto histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. La Laguna está a tan sólo 10 km de Santa Cruz, la capital, unos 25 km del Puerto de la Cruz y 85 km de Playa de Las Américas. Desde Santa Cruz se puede llegar en las líneas 014, 015 (la más rápida) y 026; desde el Puerto con las 101 y 102 (mejor esta última) y desde el Sur no hay enlaces directos, debiéndose hacer trasbordo en Santa Cruz.

El edificio que alberga el museo se encuentra en el número 22 de la calle San Agustín, muy cerca de las ruinas de la iglesia quemada del mismo nombre y del antiguo convento e instituto de Canarias Cabrera Pinto, hoy habilitado como sala de exposiciones y con un precioso patio.

En cuanto al museo, el inmueble que lo acoge es conocido como Casa Lercaro, ya que su construcción, que se remonta en sus orígenes a finales del siglo XVI, se debe a la familia Lercaro, unos comerciantes genoveses llegados a Tenerife por aquella época. La dinastía Lercaro se extendió a lo largo de varios siglos en la isla, hasta que a finales del siglo XIX no tuvieron más hijos varones y el apellido desapareció, y por supuesto entroncó con otras de las más nobles familias de la isla. Prueba de lo potentados que eran estos señoritos es que hay otra casa Lercaro (también magnífica, por cierto) en La Orotava, otro de los más interesantes conjuntos histórico-artísticos de Tenerife.

En cuanto a datos prácticos, el museo abre de martes a domingo de 9 a 19 horas. Además de los lunes, cierra los días 24, 25 y 31 de diciembre y 1 y 6 de enero. El precio de la entrada es de 3 euros. Eso sí, se puede pagar con el bonobús de Titsa (la empresa insular de transporte público) con lo que el precio se reduce a la mitad. También es posible concertar visitas para grupos.

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Como ya dije, el museo se abrió en diciembre de 1993, después de un largo y laborioso proceso de restauración de la casa, que estaba abandonada y en estado casi ruinoso. Al entrar en el museo, encontramos en primer lugar la recepción y la tienda. Aquí podemos adquirir las entradas, junto a las cuales nos darán un pequeño tríptico a modo de guía del museo.

El recorrido comienza subiendo unas escaleras, y enseguida encontramos las salas expositivas, que deben recorrerse en orden secuencial. Dicho orden es el siguiente:

  • La Isla de Tenerife
  • La Conquista
  • La Evangelización y el Marco Religioso
  • Marco Institucional
  • Poblamiento y Creación de la Sociedad
  • Las Bases Económicas
  • Los Oficios y la Vida Cotidiana
  • Cartografía
  • Siglos XIX y XX
  • La Familia Lercaro
  • Biblioteca Sebastián de la Nuez

De estos contenidos destacaría que se le da en mi opinión muy poca relevancia al periodo prehispánico, el cual apenas se nombra y del que se exponen muy pocos objetos. Para profundizar en ello es mucho mejor visitar el Museo de la Naturaleza y el Hombre, en Santa Cruz.

Encontré bastante interesante la parte dedicada a la cartografía, aunque es cierto que yo siento cierta pasión por los mapas. En la mayoría de las secciones, los objetos expuestos son en sus mayoría documentos, además de algunas obras artísticas, especialmente de arte sacro. Junto a los objetos hay paneles que explican con bastante corrección los procesos históricos devenidos y en que consisten dichos objetos.

Encuentro más interés en las últimas salas, ya que han tenido el acierto de reflejar en el museo la vida de las clases populares (Oficios y Vida Cotidiana) así como el pasado más reciente de la isla. Así, podemos encontrar aperos de labranza, aparejos de pesca, utensilios de costura, de carpintería, de zapatería… También lo que se vendía en los pequeños comercios de principios del siglo XX, carteles de espectáculos (peleas de gallos o luchadas de lucha canaria), objetos relacionados con el incipiente turismo (llaveros, cubertería y uniformes del antiguo Hotel Taoro), o productos derivados del petróleo obtenidos en la refinería de Santa Cruz. Y también recortes de periódico con noticias importantes en su momento. Y también hay un rincón dedicado a la emigración, donde se encuentran objetos como permisos de emigración, cartas, billetes de países americanos y otros.

También en esta zona hay cosas mejorables: se nota la mano de los gobernantes que se dicen nacionalistas, y faltan referencias a muchos aspectos no propiamente canarios, pero cuya importancia es innegable (por ejemplo, si la lucha canaria tiene su sitio en este museo, también lo debería tener el fútbol). Y los políticos que siempre se tienen que hacer notar: en un panel aparecen las fotografías de todos los presidentes del Cabildo de Tenerife, institución de la que depende el museo. Al actual presidente (que aún no aparece) y a los dos anteriores no los puedo ni ver, a los anteriores no los conocí.

Finalmente, hay una sala dedicada a la familia Lercaro, donde se puede ver su árbol genealógico y algunos objetos de su propiedad (hay un magnífico belén). Esta sala debió ser la cocina de la casa, porque hay un horno y su chimenea. La biblioteca Sebastián de La Nuez es el resultado de la donación de dicho señor, un intelectual tinerfeño; si no me equivoco sólo está abierta a investigadores.

Al terminar el recorrido, se descienden las escaleras y se accede a un bonito patio, en el que están los aseos masculinos (los femeninos, en la planta superior). Y desde este patio, por un pasillo se accede a otro algo más grande y no menos bonito.

En el centro del mismo hay un llamativo monumento, llamado “El reloj del siglo”. Se inauguró en el año 2000, y tiene 100 tubos llenos de arena, vaciándose cada año uno de ellos. En su interior hay tres objetos elegidos por los estudiantes de secundaria tinerfeños como los más representativos del siglo XX: un ordenador, una lata de Coca Cola y un preservativo.

Por último, a uno de los lados de este patio hay una sala en la que se organizan exposiciones artísticas temporales, que pueden visitarse independientemente del resto del museo.

Al parecer, el museo está hoy en día en fase de ampliación, para lo que se ha adquirido un edificio contiguo, la llamada casa Saavedra.

Para terminar, decir que es una visita que recomiendo para cualquiera que venga a Tenerife y quiera saber algo más sobre la isla, y no quedarse sólo con las playas y otras visitas más comunes. Eso a pesar de las carencias ya comentadas del museo, por lo que también recomiendo complementar esta visita con la del Museo de la Naturaleza y el Hombre.

Y si se va a La Laguna, hay muchos más lugares interesantes que visitar en la ciudad, además de tomar algo en una de sus muchas cafeterías o también conocer su ambiente nocturno.

Teléfono: 922 82 59 49
Fax: 922 63 00 13

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