No hace muchos días, aprovechando uno de esos paseos que suelo dar junto con mi inseparable costilla por las calles de mi ciudad, que decidimos visitar este lugar en el que la magia del romanticismo sevillano, no sólo se funde con la tradición más arraigada de la ciudad, sino que en sí misma es protagonista de su historia, arte y especialmente cultura.
Así que cual turistas en su ciudad, pues no hay mayor desconocimiento que el de nuestro propio patrimonio, nos adentramos en las entrañas de este Palacio, que pese a que hoy nos parecerá de gigantescas dimensiones, en realidad con el discurrir del tiempo, ha visto mermadas sus dimensiones.
Contenido de la Guía
Ubicación
Si el lugar es una de las maravillas que guarda Sevilla, el entorno no lo es menos. Pues se encuentra nada más cruzar la Puerta de Carmona, reducida hoy a una zona que delimita la Sevilla antigua de la nueva, y que antaño era uno de los postigos principales de acceso a la ciudad.
Flanqueada por la Iglesia de San Esteban a un lado y por el otro la Iglesia de San Ildefonso, se encuentra la Plaza de Pilatos, en la que la Casa, se convierte en uno de sus límites, y en el centro, mirando a la casa, encontramos el monumento a uno de los más ilustres vecinos de Sevilla, el monumento a Zurbarán (pacense de naturaleza y madrileño a su muerte), que parece estar vigilante de todo lo que acontece en la casa grande.
De aparcamientos por supuesto ni hablamos, es pleno casco histórico, con lo que o bien os tendréis que dar una caminata desde el parking más cercano en Escuelas Pías, que se me antoja el más cercano. No obstante, en la próxima Avenida Menéndez Pelayo, existen diversas paradas de bus urbano que os harán andar unos escasos 500 metros hasta el lugar, a excepción del C5 que os dejará prácticamente en la misma puerta.
Horarios
- De noviembre a marzo de 9 a 18 horas
- De abril a octubre de 9 a 19 horas.
La visita de la planta alta se realiza cada media hora a partir de las 10 hasta media hora antes del cierre.
Algo que debemos tener en cuenta, es que la duración de la visita puede suponer tranquilamente un par de horas o algo más si lo hacéis con detenimiento, de los cuales 30 minutos corresponden a la visita de la planta superior entre espera y recorrido.
Precios
La entrada a la planta baja cuesta 6 euros.
Si optamos por visitar las dos plantas, nos costará 8 euros con visita guiada a la segunda planta.
En ambos casos la audioguía es gratuita en inglés, francés, alemán y por supuesto español. Por cierto la mía me la dieron en francés y por poco me da un síncope. Ya sabéis de mis escasas dotes para las lenguas extranjeras, a lo que se une mi fobia al gabacho vuelca camiones y al envidioso de nuestros éxitos deportivos. Casi como si a Rajoy le dan una en alemán con la voz de la Merkel diciendo “paga la deuda” ¡Qué susto¡
Los Miércoles la entrada es gratuita para ciudadanos de la CEE, aunque tendrás que pagar 3 euros por la audioguía, la que se me antoja totalmente fundamental, pues de lo contrario, te perderás gran parte de la historia y detalles de la casa.
Existe la posibilidad de organizar una visita privada, pero para ello es necesario contactar con el lugar.
A que ya sabéis que día escogí para visitar el Palacio. Sí, pero no sabéis donde me gasté los 16 euros que me ahorre. Eso es otra opinión, que ya os contaré.
Historia y curiosidades
Adquisición y linaje
El solar donde se erige el Palacio, pertenecía a la Inquisición, por lo que con motivo de uno de esos bodorrios que debió ser la boda del siglo en aquella España, Doña Catalina de Ribera se casó “contra” Don Pedro Enríquez, a la sazón Marqueses de Tarifa y Duques de Alcalá de los Gazules. Por lo visto se tuvieron que rascar los bolsillos y desprenderse de unos 600.000 maravedíes, lo que hoy debe ser un buen puñado de millones de euros.
De aquí viene otro de los nombres por los que fue conocida la casa, como Casa de Alcalá de los Gazules.
El motivo de tan elevado precio se debía a que los terrenos gozaban de algo que no era muy común en la época, como era el agua corriente, que venía de un acueducto romano procedente de Carmona y que entre otras casas ilustres, llegaba al Alcázar de Sevilla, si no recuerdo mal, pasando antes por el Palacio de Dueñas, que será más conocida por la audiencia del sálvame como “Villa Cayetana de Alba”. En total en la época sólo una veintena de casas tenían agua corriente en Sevilla.
Como podéis observar, esta gente tenía un pastizal que ni las Koplovich en sus mejores momentos, pero como a todos les llega la crisis, a la casa Enríquez de Ribera también le alcanzó en el siglo XVII, en este caso no económica, sino sucesoria, y es el momento en que entronca con la actual casa de Medinaceli. Vamos, otro bodorrio para el “Sálvame”. Supongo que la crónica ya estaría a cargo de Jaime Peñafiel, que para mí que debutó con la boda de Don Pelayo con la reina Gaudiosa.Para que nos hagamos una idea, de sus dimensiones, debo decir que en Sevilla sólo existe una casa más grande en tamaño, que son los Reales Alcázares, ni tan siquiera, el Palacio de Dueñas de los Alba, le iguala en dimensiones, que si no recuerdo mal, llego a tener más de 10.000 metros cuadrados. Una chabolilla.
La conexión italiana
A pesar de que el acueducto procedente de la romana “Carmo”, actual Carmona, pueda engañarnos como indicio del actual nombre de la hasta entonces conocida como Casa de los Adelantados Mayores de Andalucía, el nombre de Casa de Pilatos viene marcado por dos circunstancias con un denominador común, D. Fabrique Enríquez de Ribera, que tras la conquista de Granada, muy creyente el hombre, decide peregrinas a Jerusalem y a la ida y venida, pasa por varias ciudades italianas con lo que se empapa de Renacimiento y de camino se trae las primeras figuras marmóreas que pueblan el lugar.
La relación italiana se mantiene durante dos siglos en los que el patrimonio renacentista de la casa se va incrementando, y convirtiéndose lo que en origen era un palacio gótico-mudéjar, en un glorioso y armonioso batiburrillo en el que se dan cita renacimiento y romanticismo sevillano.
Trajano DEP en Sevilla
Aquí descansan las cenizas del Emperador Trajano (sevillano de Itálica), y no fumaba puros oiga. Al grano, en una de estos viajes a tierras italianas, parece ser que previo pago, por supuesto, se extrajeron las cenizas de la columna Trajana y se depositaron en una hornacina en la casa, que por desgracia, una fregona confundió con porquería y las arrojó por la ventana al patio de naranjos. Cuando se dieron cuenta de la pérdida intentaron recuperar las cenizas, pero la lluvia ya había cumplido su cometido purificador, y con ello las cenizas de Trajano reposan en un bello jardín.
Pero no fue Don Fabrique quién más contribuyó a la italianización renacentista de la casa, sino su sucesor, Per Afán de Ribera, considerado el auténtico alma mater e impulsor de la casa.
Origen del nombre
La relación de la casa con Italia tampoco es el origen de su nombre actual, o al menos así lo cuentan en la visita, sino una circunstancia de la que se percató Don Fabrique en su paso por Tierra Santa, al comprobar que desde la Casa de Pilatos en Jerusalén al monte del Calvario, había la misma distancia que desde la casa sevillana al templete de la Cruz del Campo. Por lo que supongo que de ahí viene que los sevillanos santifiquemos la cerveza.
La semilla capillita
Esta curiosa circunstancia, en este fiel devoto, dio origen a un Vía Crusis que se inicia en el Palacio y llegue hasta la Cruz del Campo, que parece ser el precursor de la actual Semana Santa de Sevilla. En la fachada de la casa existe un azulejo que atestigua el hecho y la señala como Primera Estación del Vía Crusis.
Hoy en día, este Vía Crusis sigue vivo y tiene lugar el primer Viernes de Marzo. Si no recuerdo mal, tiene su salida a las 19:00 horas.
Para los iniciados en los vocablos sevillanos, capillita es el nombre que reciben los versados y amantes de cofradías y santos, lo que en esta tierra no es nada despectivo, sino todo lo contrario, un síntoma de cultura cofrade, que al fin y al cabo, es cultura.
Otros datos
La existencia de tres casas en Sevilla de dimensiones palaciegas, viene motivada por el siglo de oro español, época en la que la ciudad era la metrópolis más importante no sólo de España, sino que llegó a convertirse en la más importante de Europa y el mundo civilizado, dado su papel de puerta de Indias.
La casa del cine
Como otros monumentos sevillanos, la casa ha captado la atención de cineastas, y entre otros títulos, destaco mi querida “Lawrence de Arabia”, no por su valor cinematográfico, que lo tiene, sino porque en ella aparece mi padre como beduino junto con un amigo de juventud.
También ha tenido su momento en cintas más actuales, aunque todas resultaran un fiasco como “1492: la conquista del paraíso”, “El reino de los cielos” o “Noche y Día”.
La visita
Lo primero que nos llamará la atención a aquellos que tengamos inquietud arquitectónica, es su portada de estilo renacentista, lugar que frecuentemente confunden los turistas con el lugar de entrada al monumento, pero esta se hace por una enorme puerta situada bajo cuatro arcos de herradura de la planta superior, que dejan bien a las claras que nos encontramos con un palacio de corte mudéjar en su concepción inicial y que la portada renacentista es un añadido posterior.
La visita se inicia, por supuesto pasando por taquilla que en esta ocasión forma parte además de la tienda de souvenirs, en la que para ser sinceros, reparé poco. Tan sólo presté atención a unos cuantos que versaban sobre la historia del palacio y que se expedían en diversos idiomas.
Al observador, también le llamará la atención que se trata de una construcción un tanto desigual, lo que no es más que la mera adicción de propiedades y ornamentos a lo largo del tiempo.
El patio principal
Se trata de un patio porticado que posee la característica irregularidad pero concienzuda de lo mudéjar, riquísimo en decoración de este estilo (yeserías y azulejos), pero como antes he dicho, se mezclan estilos decorativos con la presencia de fuentes, columnas, estatuas y bustos de estilo renacentistas, junto a detalles góticos platerescos.
Es inevitable reparar en las cuatro grandes estatuas marmóreas que pueblan que ocupan las cuatro esquinas del patio que se corresponden a Minerva, Atenea, Ceres y una bailarina, aunque en mi visita, una de estas estatuas estaba siendo objeto de restauración, por lo que su lugar se encontraba desierto. Estas estatuas datan de cinco siglos antes de Cristo.
También es inevitable que te llame la atención los 24 bustos (medallones) que circundan las paredes del patio, en las que se representan emperadores romanos y españoles, pero no que no voy a enumerar, me quedo con mis paisanos de Itálica, Trajano y Adriano.
Tanto en la zona alta, como la baja del patio, podemos disfrutar de frescos (para los de la LOGSE, pinturas artísticas en la pared y no son graffitis), aunque están bastante deteriorados, posiblemente porque las paredes fueron encaladas, aunque desconozco el motivo y si esto tiene alguna solución de restauración. Una pena.
El salón del Pretorio
Es una estancia alargada de claro estilo mudéjar, que se refleja en la belleza de los azulejos que cubren sus paredes, el artesonado y su carpintería que aun guarda recuerdos de la pintura que un día la adornara. A este respecto me llamaron la atención la cuidada decoración de las contraventanas de madera y sobretodo las puertas que lo separa del patio principal, que según narraba la audioguía, se podían leer un pasaje de la Biblia y otro del Corán.
El jardín Chico
Se trata de un bello oasis a un margen de la edificación, en el que se vertebra por unas breves sendas que circundan un estanque rodeado de macetas, con arbustos, naranjos, palmeras y otros árboles a su alrededor, cuya cabeza está presidida por una estatua de Baco niño, que ejerce de fuente.
Al otro lado del estanque, existen unas pequeñas escaleras que conducen a una especie de placita presidida por una columna de mármol sobre la que se erige la figura de un niño.
La vista al regreso también es interesante, pues junto a balconadas de madera, podemos disfrutar la belleza que le confieren las plantas enredaderas que trepan hasta los balcones y rejas de ventanas.
La Sala Dorada
Visto desde el jardín, pudiera parecer un lugar poco interesante, pero una vez que nos aproximamos a él, vemos como justo a su entrada, dos impresionantes columnas marmóreas lo flanquean.
Su nombre lo toma del color de su techo, que se encuentra circundado por un ataurique mozárabe, a partir de los cuales, las paredes se vuelven insípidas y monocolor, aunque eso sí, decoradas con piezas de mármol de origen italiano (cabezas, brazos, una maza…).
También ofrece al visitante otro encanto que las guías suelen pasar por alto, que es la belleza de la visión del Jardín Chico a través de su ventanal.
El Salón del Descanso de los Jueces
Conforme entramos en el Patio Principal, se encuentra justo enfrente, es la mayor de las Salas y goza de la típica decoración de azulejos que distingue la casa.
Como parte de él podemos contemplar dos estancias menores, aunque mayores en importancia.
La primera de ellas es la Capilla de la Flagelación, situada en el centro del salón, y que cuenta con una preciosa ornamentación gótica en su pórtico. La capilla es muy pequeña y su entrada está vetada por una pequeña cuerda.
Sobre su altar podemos observar un par de candelabros metálicos de motivos religiosos que flanquean la estatua de un pastorcillo con una oveja a cuestas, se trata de El Buen Pastor.
A la derecha del altar un estandarte en el que se conjugan los escudos de la Casa de Medinaceli con el que parece el templete de la Cruz del Campo y que es el que sale en el Vía Crucis que antes os he citado.
La capilla es sencilla y en su centro se encuentra una columna de más o menos un metro y de color rosado que representa la columna en la que fue azotado Jesús.
La estancia siguiente, es conocida como el Gabinete de Pilatos. Se trata de una sala cuadrada, abierta al patio y al jardín grande, posee un artesonado de lacería tremendamente llamativo (lo más interesante de la sala) junto con la pequeña fuente que se ubica en el centro. De paredes azulejadas, posee trabajos finos de yesería tanto en el contorno de la techumbre como en los arcos de sus puertas.
A continuación de ésta se encuentra una pequeña sala más digna de curiosidad que de mérito, de la que no conozco el nombre, ni recuerdo que se nos indicara, pues lo único valioso que posee es el famoso cuadro de “La mujer barbuda”, de “El Españoleto”.
El Jardín Grande
En su origen parece ser que fue una huerta, pero de la mano de Benvenuto Tortello sufre una profunda transformación, convirtiendo lo que era una tierra de labor en un jardín arqueológico.
Algo que nos llamará la atención de este jardín también conocido como Palacio del I Duque de Alcalá, es una gruta con agua existente en una de las esquinas del jardín, en cuyo interior alberga una escultura de mármol de una mujer, elemento típico del grotesco italiano.
El jardín tiene una zona porticada que limita con la residencia de los actuales Duques de Medinaceli, zona que no es visitable en su interior, y esta residencia a su vez limita con la gruta y la zona monumental del jardín, en el que podemos apreciar diversas esculturas.
Patio del Apeadero
Si el visitante atravesara el pórtico de mármol renacentista que vimos al principio de la visita, accedería directamente a este Patio, pero el visitante, tendrá forzosamente que pasar por el Patio Principal.
Es un típico patio andaluz, que da acceso a las caballerizas, hoy fruto de los avances tecnológicos convertidas en tristes garajes.
En esta zona también encontramos de un elemento de alta necesidad para el visitante, como son los aseos, especialmente si un suculento almuerzo sevillano ha causado estragos en la entrañas del guiri de turno, con lo cual podrá dar cumplida misión a un intempestivo apretón.
Circunstancias escatológicas a la mar. El patio posee un par de galerías con sus correspondientes arcos, y entre todo destaca el busto de el Rey Pedro I.
Entre otros detalles podemos observar como los tres balcones de la residencia privada, ostentan encima del dintel de la puerta un escudo, distintos entre sí, pero alusivos a la Casa de Medinaceli y otros dos en piedra que flanquean el arco de entrada a las caballerizas.
La Segunda Planta
La llegada a la planta alta se hace a través de una escalera monumental, que conduce hasta la planta superior mostrándonos una cúpula que según nos indicaron es una réplica de la existencia en el Salón de Embajadores de los Reales Alcázares.
Sin ningún género de dudas es una auténtica pinacoteca en la que predominan sobre el resto obras de Pacheco, a la sazón maestro y suegro del gran Diego Velázquez, pero que comparte “museo”, con otros grandes pintores españoles como Goya, italianos como Recco o Vanvitelli e incluso quiero recordar una pintura flamenca..
El mobiliario también es del año de la “Tana”, tapices y alfombras de no menos mérito y antigüedad., pero lo que más puede llamar la atención al visitante, es una estancia en la que el techo es pura obra de arte pictórica.
Esta estancia es la única parte de la visita en donde no puedes usar tu cámara fotográfica o de video, lo que me parece una auténtica lástima.
Dada la antigüedad tanto de los suelos como de las alfombras, por la guía se pide a los visitantes que no salgan de una alfombra gris.
Por otra parte, la visita a la segunda planta apenas dura quince minutos, se hace muy rápido y sin apenas detenimiento, lo que me parece un aspecto a mejorar.
También reduciría el aforo de la visita guiada a la mitad, pues a veces las distancia con el guía son excesivas, más para este servidor que cada vez está más duro de oído y por el bien de lo allí conservado, pues es más fácil el control de grupos menores, máxime teniendo en cuenta las dimensiones de la alfombra.
Conclusión
Pese a que el precio en estos tiempos que corren, pudiera considerarse de salida prohibitivo, recordad que el miércoles juega a nuestro favor. No obstante, rascaros vuestros avarientos bolsillos y pagar los tres euros de la audioguía, que es tremendamente ilustrativa.
Si no os hacéis de la audioguía, tan sólo daréis un bonito paseo por un marco incomparable, pero del que no disfrutaréis toda su esencia.
En cuanto a la necesidad de visitar este lugar si os encontráis en Sevilla, mi parecer es que el Alcalde debería publicar un bando en el que se prohibiera la salida de la ciudad sin visitar esta maravilla so pena de multa gorda e improperios varios.
No me tomaría esta visita a la ligera, sino que la planificaría con mucho cariño, pues en la zona, hay bastante que visitar de interés, incluido un tranquilo paseo por las callejuelas del Barrio de Santa Cruz y el imprescindible e inevitable tapeo sevillano.
Así que pese a las cosas que no me han gustado o que me resultan mejorables, como la duración de la visita a la segunda planta y el aforo de visitantes, sólo puedo recomendar su visita sino dedicarle un mínimo de un par de horas, aunque si tenéis mucha prisa, en una hora y media se puede realizar la visita a la casa completa, aunque renunciando a algunos detalles.
Por cierto, no busquéis la palangana de Pilatos, esa en la que se lavó las manos, que no está.
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