Capilla Sixtina

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Continuando con mi viaje por tierras italianas, ahora os contaré mi opinión de otro de los rincones que pude visitar durante él mismo. En ésta ocasión se trata de un rincón escondido en los entresijos de la ciudad más religiosa del mundo, en cuanto al cristianismo se refiere. Lógicamente me estoy refiriendo a la ciudad del Vaticano, y a una de las maravillas que alberga entre sus fronteras……la Capilla Sixtina, que bien podría ser considerada no la octava, sino la primera maravilla del mundo.

A mi parecer, y creo que no soy el único, se trata de una obra impresionante, y ya no por sus dimensiones (que ya de por sí impresionan), sino por su belleza y su realismo. Desde luego, al entrar en el recinto de la Capilla Sixtina, la sensación que tiene uno, es la de encontrarse en una postal, y como digo, en una maravilla de postal…..hecha, eso sí, a mano, por un increíble y trabajador Miguel Ángel, que aunque tardó un tiempo en terminarla, al final logró lo que hoy se considera un auténtico tesoro. Un tesoro histórico, un tesoro bello, un tesoro resplandeciente……en definitiva, un gran tesoro.

Pero me gustaría hablaros más detalladamente de la Capilla Sixtina…

En los Museos Vaticanos

En primer lugar os diré que la Capilla Sixtina se encuentra en lo que hoy son los museos vaticanos, casi pegada a la Basílica de San Pedro. Es por ello el mayor atractivo de los mismos, así como de la ciudad del Vaticano. Así que si teníais alguna duda acerca de si visitar el Vaticano, o más aún, los «Museos Vaticanos», ya sabéis que no os lo podéis perder, pues en su interior se encuentra, como he dicho antes, un verdadero tesoro.

Eso sí, como todo tesoro, se hace derrogar y mucho, aunque la espera merece la pena. Y os preguntaréis a que me refiero exactamente, pues es muy sencillo. La cuestión es que una vez entramos al recinto de los museos, nada más entrar, hay una especie de panel dónde te pone todos los museos que hay en el recinto (el museo etrusco, el museo egipcio, la pinacoteca…) y así como la Capilla Sixtina. Pues bien, a medida que vamos recorriendo el museo no paramos de ver cartelitos que nos indican que por ahí se va hacia la capilla….pero vamos, sólo para ponernos los dientes largos, puesto que hay que dar casi toda la vuelta al recinto para llegar a la capilla. Por un lado está bien, puesto que de este modo ves todos los museos y estancias y dejas para el final lo mejor de todo, que es la capilla….aunque ya os advierto que la espera es larga, y más aún teniendo en cuenta que en nuestro camino hacia la obra de Miguel Ángel hay otros muchos tesoros y obras que nos harán pararnos más de una vez (y bueno, los que hayais estado sabéis que ya solo el recinto de los museos es toda una obra de arte, puesto que tanto paredes, como techos e incluso suelos, están completamente decorados y cuidados al máximo).

Pero tened en cuenta el tema de los carteles, pues ya hay carteles que anuncian la Capilla, aún cuando está en la otra parte del museo!! Nosotros cada vez que veíamos un cartelito que señalaba Capilla Sixtina ya nos preparábamos para poder divisarla en todo su esplendor…pero cuando doblábamos la esquina o subíamos las escaleras era otro museo u otra estancia de los museos, y con otro cartelito que indicaba la dirección de la capilla. Lo bueno, claro está, es que es imposible perderte, jeje.

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Y por fin en la Capilla Sixtina

Todo lo bueno se hace esperar, pero llega…ese era nuestro «consuelo», y el de la mayoría de los visitantes, y ahí estábamos, ante una de las obras más impresionantes que se hayan hecho jamás, de ahí que podría considerarse una maravilla más. La sala de la Capilla, que según dicen, es igual al antiguo Templo de Salomón (en cuanto a dimensiones se refiere), es bastante grandecita y sobretodo, bastante alta, con una fila de ventanales en la parte superior de la pared (casi pegados al techo). Pero si ya sus dimensiones, y su altura, nos impresionan, más aún es la decoración de la misma….las pinturas, que están repartidas por toda la sala…….paredes, techos, ventanales….lo más difícil, sin duda, es buscar un hueco en la sala que no esté pintado, para que os hagáis una idea.

La sensación que uno tiene al entrar y al poder contemplar las pinturas es sobretodo de admiración. De hecho recuerdo que le decía a un amigo que vaya con el «genio» de Miguel Ángel, que cómo podía haber decorado la capilla de tal manera y como podía haberlo hecho con lo grande que ésta es…….desde luego, para quitarse el sombrero.

En la Capilla, que tiene forma rectangular, encontramos diversas pinturas o murales, como la «Tentación de Cristo», la «Cena», el «Juicio Universal» (para mi gusto el mejor de todos y el que más me gustó) y otros muchos. He de decir, eso sí, que aunque Miguel Ángel fue el artífice principal, no fue el único que participó en la «decoración» de la capilla, pues muchos otros pintores también participaron (de hecho, muchos de los murales, como es el caso del de la tentación -pintado por S. Botticelli-, están hechos por otros artistas/pintores de la época).

Como digo, toda la capilla es espectacular, pero a mí parecer es un mural el que más resalta, el del «Juicio Universal». Un mural colorido, vivo y de intensa belleza, que nos encontramos nada más entrar a la capilla (junto a la puerta de entrada, a la derecha), y que retrata lo que se podría considerar el juicio final (de hecho muchas veces también se le conoce con este nombre). Es un mural enorme que ocupa todo el frontal de la capilla (de arriba a abajo, y de lado a lado), la parte del altar mayor, y cuyo creador fue el propio Miguel Ángel.

Otro de los «rincones» de la capilla con especial belleza, si cabe, es el que se conoce como «Creación de Adán», que se encuentra en el techo de la sala (en la bóveda, que también está decorada casi por completo). Es quizá la parte más conocida, en cuanto a pintura, de la Capilla y una de las consideradas de mayor belleza, y así como de mayor relevancia por su contenido, lo que en ella se plasmó. Y como su nombre indica, en dicha pintura se representa la creación de la vida, con Adán en primer plano y Dios a su lado otorgándole ésta.

Más allá de las pinturas y la obra en sí, también uno se siente importante al visitar la sala en la que se celebra el cónclave (en las elecciones papales), dejando al margen el tema de lo religioso.

Un poco de historia de la Capilla Sixtina y cómo es

En 1505 Miguel Ángel fue llamado a Roma para trabajar al servicio de Julio II, el cual acababa de ser nombrado papa. Justo en esos momentos en Roma se debatía el papel ha representar de la ciudad y del pontificado.

Julio II poseía una energía y una ambición ilimitada; infundó vitalidad a su pontificado con una audaz política militar y gran programa de mecenazgo. Dentro de este programa llamó a arquitectos como Giuliano da Sangallo y Donato Bramante, a Rafael para decorar las estancias del Vaticano y a Miguel Ángel para que realizara el conjunto escultórico de su sepultura, la cual él mismo había imaginado como el más grandioso monumento funerario de Roma.

Miguel Ángel debido a su cuidado método de trabajo lo primero que hizo fue desplazarse a Carrara para supervisar las explotaciones de dónde se extraía el mármol, eligiendo las piezas más finas y cuidadas. Ocho meses más tarde regresó a Roma, pero el papa estaba centrado en la guerra y principalmente en la reconstrucción de la Basílica de San Pedro, la cual entonces ya contaba con más de un milenio de antigüedad. Indignado por la dejadez del pontífice hacia su proyecto Miguel Ángel regresó a Florencia. Más tarde Julio II intentó volver a atraer a Miguel Ángel, pero no lo consiguió hasta que en una campaña militar en Bolonia le hizo comparecer ante él. En 1507 Miguel Ángel permaneció un año en Bolonia, donde hizo un monumental bronce de Julio II sentado, que años más tarde el pueblo destruiría.

Nada más terminar la estatua Miguel Ángel regresó a Roma, donde se le asignó un trabajo que en principio parecía poco acorde para un escultor acostumbrado a trabajar el mármol: pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. En un primer momento objetó que la pintura no era su arte, pero el papa insistió. Lo que en un primer momento no le pareció adecuado se convirtió en todo un despliegue de creación y medios para él. Entre 1508 y 1512 luchó con las múltiples dificultades de pintar una bóveda irregular y llovediza. La obra se acabó el 31 de octubre de 1512, poco antes de la muerte de Julio II.

«En el principio dios creó los cielos y la tierra… y el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo: ‘Hágase la luz’; y la luz se hizo»… Las palabras del Génesis desfilan con majestuosa dignidad por la mente cuando alguien contempla la bóveda de la Capilla Sixtina, una de las más grandes obras que ha creado la humanidad a lo largo de la historia. Al igual que un puñado de monumentos del mundo antiguo y moderno; como las Pirámides de Egipto, el Taj Mahal o la Gran Muralla china entre otros; la Capilla Sixitna incluso en este mundo de avances tecnologicos nos hace detenernos para admirarla y sorprendernos de ese genio creativo y ese despliegue de arte. Nadie olvida la experiencia de atravesar la pequeña puerta para entrar al vasto recinto y dirigir indefectiblemente la mirada a lo alto.

Al pintar la vasta e irregular bóveda de cañón Miguel Ángel procedió de atrás hacia delante, al igual que había hecho en la Capilla Medici o la Sacristía de San Lorenzo en Florencia. Comenzó desde lo que mejor conocía que era el hombre en el pecado y retrocedió hasta la creación y la faz de Dios. Así es como se debería de visitar los frescos, en cambio ahora en las visitas se comienza por el juicio final. En la forma original vamos desde la representación de Noé ebrio realizando el camino hacia el altar y la purificación del hombre llegando al principio. En un total de nueve escenas; cuatro de gran tamaño y cinco menores, Miguel Ángel narra el Génesis. Sin duda no era la primera representación que se hacia, pero al igual que ocurrió con la Última Cena de Leonardo da Vinci, se ha convertido en la representación canónica.

diluvio capilla sixtina

A muchas personas les resulta difícil concentrarse en las tres primeras escenas, en las que se representa la embriaguez de Noé, el Diluvio y el Sacrificio de Noé. Esto se debe únicamente a que los relatos del Génesis ocupan solamente la franja central de la bóveda, densamente ilustrada, mientras que otras muchas zonas atraen nuestra atención. en vez de mirar a lo alto y seguir un orden lógico, no pocos visitantes se ponen a dar vueltas y más vueltas hasta que la mente se satura y el cuello se resiente. Las figuras de las tres primeras escenas son pequeñas y difíciles de distinguir del fondo, problema que Miguel Ángel se apresuró a rectificar en las siguientes escenas simplificando la composición y aumentando el tamaño.

Más de sesenta figuras pueblan la escena del Diluvio, donde vemos desde un padre desnudo que lucha heroicamente por salvar a su hijo ahogado, hasta la inolvidable pigan por conseguir un lugar en el arca, precariamente escorada en un segundo plano. Una pequeña mancha de tierra seca en la parte inferior de la izquierda constituye el único refugio para la desdichada muchedumbre. pero hasta ese reducto está amenazado por la rápida subida de las aguas. A pesar de estar desahuciados siguen buscando desesperadamente un refugio, como ese muchacho que lo intenta trepando por un arbol. Las ramas del árbol dirigen nuestra mirada hacia el fondo del fresco, donde flota el arca. En la paloma posada en el arca encontramos un ápice de esperanza, al igual que el saludo de Noé hacia un cielo radiante.

En contraste con las tres primeras escenas, densamente pobladas, que narran la historia de Noé, el episodio siguiente narra la Tentación y la Expulsión del Paraíso, presenta una gran superficie con pocas figuras. Las figuras de Adán y Eva están representadas dos veces: antes y después del pecado. Hay un contraste entre el relativo verdor e intimidad del jardín a un lado a la planicie baldía en que viven su destierro. La vida en estado de inocencia esta en una parte, y la vida que conoce el pecado y la muerte en la otra. En el medio del jardín; y consecuentemente el medio de la composición se alza el árbol de la ciencia del bien y el mal. La serpiente rodea el ancho del tronco con sus anillos irisados, dando la impresión de que va ahogar lo poco que queda de vida en el árbol, con su verde copa ya ladeada. La serpiente tienta a Eva, pero en el mismo momento Adán alza la mano y recoge el fruto por su propia iniciativa. Con esto evade a la mujer del pecado haciendo al hombre el primero en perder su gracia. Miguel Ángel profundamente religioso no compartía la misogenia del mito. Inmediatamente antes del pecado Adán y Eva estaban estrechamente enlazados, recordando el momento de su creación. Ahora esta inocencia se convierte en un abrazo sexual tras el pecado. El resto nos muestra a Eva como una mujer anciana que ya conoce los dolores de la vida queriéndonos mostrar el paso del tiempo y el fin de aquella vida vana en el paraíso.

creacion de adan capilla sixtina

El siguiente gran relato es la Creación de Adán. Este presenta una composición aún más simplificada, a pesar de que contiene más figuras, a pesar de que tenemos tendencia a recordar esta composición como una escena de dos figuras; el hombre y Dios, pero dentro del ondeante manto del creador hay abundantes figuras. La forma que describe el manto de Dios se ha interpretado a veces como la sección transversal del cerebro humano. A pesar de que esto puede suponer aplicar la ciencia de una forma literal al arte, nos recuerda que Dios es el «nous» o el espíritu infinito del que emana todo. Aquí Miguel Ángel crea a Dios a partir del hombre, y no a este a partir del otro como en el relato bíblico. La energía de Dios contrasta con la pasividad que nos demuestra Adán, formado del barro en el que está recostado. Adán con un torso y un cuerpo musculado se muestra admirante hacia su creador esperando a que este le otorgue un alma. Los centímetros que separan los dedos de ambos concentran todo el enfoque de la bóveda. Si seguimos llegamos a la creación de las aguas donde Dios esta representado mediante un escorzo inigualable sobre unas aguas tranquilas. Con las yemas de sus dedos crea la llameante esfera del soul y la blanquecina de la luna. También aparece la creación de las plantas, en cambio la de los animales queda para nuestra imaginación. Miguel ángel consigue representar la omnipresencia y omnipotencia de Dios, representándolo desde todos los ángulos, haciendo un gran esfuerzo representativo que nunca antes se había hecho.

En la siguiente y última escena Dios se eleva en un torbellino donde solo vemos la parte inferior de su cuello y barba. Su cuerpo centrífugo divide toda la escena en dos. En el altar una figura de Jonás se inclina mirando hacia Dios en un mudo asombro, también está creada en un curvado escorzo elogiado por todos los sabios. Los musculosos brazos y señaladores dedos de Jonás se dirigen hacia la pechina angular y el gesto contorsionado de Amán, cuyo castigo es una prefiguración de la Crucifixión de Cristo. El tema es un ejemplo del triunfo contra la opresión, al igual que las otras pechinas angulares con Judit y Holofernes, David y Goliat y La Serpiente mentirosa; constituyendo una analogía del Antiguo Testamento y del triunfo de Cristo. Haciendo así al Antiguo Testamento prefigurante del Nuevo Testamento. Jonás es uno de los siete profetas. A ellos hay que sumar las cinco síbilas de la antigüedad, que anunciaron la llegada del Mesías. Representados por figuras masculinas y femeninas en espaciosos tronos de mármol y acompañados de dos «genii» representado la sideas visibles, ayudándolos en sus docts tareas del leer, escribir y meditar. En esta parte Miguel Ángel da rienda suelta a su imaginación creando una serie de seres sobrehumanos. Por ejemplo a la Sibilita eritrea le acompaña un genio que sopla las llamas de una lámpara, mientras esta pasa las hojas de un pesado libro. La Síbila délfica es la más joven y gentil. Parece predecir el relato bíblico de la bóveda con su enorme pergamino. El Profeta Daniel trabaja con esmero en su libro mientras un diminuto Atlas sujeta sobre sus hombros el pesado tomo. Isaías es representado como profeta del nacimiento de la virgen, y como el que pasa de la escritura y el pensamiento a la acción, ya que por muchos fue considerado mártir. La Síbila libica es de las mayores y más complejas de estas figuras. Esta captada en un momento de torsión en el que se decide a depositar su voluminoso libro. Frente a ella está Jeremías lamentándose por la destrucción de Jerusalén. Frecuentemente está última se ha pensado que es un autorretrato del propio Miguel Ángel. La Síbila cumana es la más impresionante de todas. Tiene la boca abierta y unas marcadas facciones que nos llevan lejos del ideal de belleza. tiene un aspecto terrible acentuado por el ancho de sus hombros, sus turgentes senos y un abultado y poderoso brazo izquierdo. Su parte superior es muy masculina, algo que contrasta con la fragilidad de la parte inferior. Se puede decir que es una mezcla de sexos.

Entre las escenas narradas aparecen veinte «ignudi» o jóvenes, a menudo superpuestos a ellas. Son un enlace entre el mundo pagano y el cristiano, entre lo carnal y el espíritu. Están situados en los marcos pictóricos cerca de los «genii» sin significado aparente y casi fuera del tema general del Génesis. Tienen posturas relajadas pero que en verdad son imposibles, dando así una cómoda languidez.

En los lunetos Miguel Ángel representó a los antecesores de Cristo, partiendo de la creación y los profetas y síbilas, pasando por la vida de Moisés para dar lugar a la de Cristo. Estas partes mucho más lisas en superficie las creó de una forma menos tecnica dando aun más viveza a los colores y alcanzando el máximo desarrollo del fresco.

Hasta la década de 1980 la Capilla Sixtina fue elogiada sobretodo por su densidad y variedad de repertorio figurativo. Pero tras la limpieza se han podido admirar los dominios del color por parte de Miguel Ángel dando una nueva impresión. Los tonos brillantes los «cangianti» (tonos cambiantes) y las yuxtaposiciones del color equivalen a la polifonía sonora. Con la luz natural del día los colores de la bóveda son profundos y resonantes, formas majestuosas y tridimensionales. La Capilla Sixtina es un compendio del arte de Miguel Ángel, el Renacimiento y la teología cristiana. Es una obra de genio que por mucho que se contemple jamás deja de admirar. Y para cerrar me quedo con una frase que pronunció Goethe: «Hasta que no has visto la Capilla Sixtina no puedes tener idea adecuada de lo que el hombre es capaz de hacer».

La visita a la Capilla Sixtina

capilla sixtina

Como he dicho antes, la Capilla Sixtina se encuentra en los Museos Vaticanos, y la entrada a los mismos es de 14 euros. Pudiera considerarse cara, que lo es, pero la verdad es que con ese precio y todo lo que podemos ver, incluida la capilla, merece la pena y mucho, saliendo mucho más que rentable.

Más allá del precio para poder visitar la capilla, os diré dos cosillas que también son importantes. En primer lugar un consejillo. como habeis podido comprobar, y como os he ido diciendo, la sala que comprende la Capilla es bastante grande y alta, con lo que nos podemos tirarnos un buen rato mirando y mirando sin parar (de hecho en la sala hay una especie de banquitos, en la parte izquierda, que aunque protegidos con una especie de plástico duro, nos sirven para poder descansar un poco y gozar de los frescos y murales que hay en la misma). Además de eso, ya os he dicho que para mi gusto lo mejor de la capilla es el mural del Juicio Universal y así como la parte del techo, de la bóveda. Respecto a ésto último, si no queréis terminar con un dolor de cuello al final del día, os daré un pequeñín consejo, y es que os llevéis un espejo pequeñín para ver el techo reflejado en el mismo. No es ninguna tontería, y ya veréis como disfrutareis mucho más de la vista, sin tener que estar todo el tiempo mirando hacia arriba (que conste que este truquito lo usa bastante gente que va a ver la capilla, puesto que es realmente efectivo).

Y antes de deciros otra de las cosillas que se han de saber para cuando se visita la Capilla, os diré, como es lógico, que durante nuestra estancia en la misma no vamos a ser los únicos, y es que la sala se llena casi por completo. Por un lado, eso hará que no podamos disfrutar de igual modo de la sala, aunque no lo impide, ni mucho menos. Sin embargo, ello constituye una verdadera ventaja si nos queremos llevar un recuerdo de la misma….y ahora es cuando os cuento esa segunda cosilla. Me estoy refiriendo, como no, al tema de las fotos. Y es que si la cámara (sin flash, eso sí) está permitida en todas las estancias del museo (y en todos los museos), no es así en lo referente a la Capilla Sixtina, en cuyo caso está prohibida totalmente (aunque esté sin flash). La prohibición la encontramos nada más entrar, y así como en los guardias que hay dentro de la capilla. Éstos van dando órdenes, cada cierto tiempo, de que no se deben hacer fotos, pues está prohibido totalmente. Por mi parte os diré que pude hacer unas cuantas, aprovechando la cantidad de gente que se concentra en la sala (lo que constituye una ventaja en este aspecto), y que si lo hacéis con disimulo podéis salir de allí con unos cuantos recuerdos. Lo que pasa es que había gente completamente descarada, pues ya no solo levantaban los brazos y la cámara, sino que también usaban el flash (yo no llegué a ver que echaran a nadie, pero si ví varias «broncas» por haber hecho fotos……y los guardias no se andan con chiquitas precisamente).

Dejando a un lado el tema de las fotos, lo que si ordenan también, y se agradece, es que se guarde silencio, cosa que me pareció perfecto.

Y hasta aquí os puedo contar acerca de tan bello rincón que espero visitar de nuevo, para disfrutar con mayor detalle de todos los frescos y murales de la capilla.

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