Estaba aburrida y me he puesto a mirar fotos, entre ellas he estado mirando las del verano pasado, las de mi viaje a la ciudad eterna y me ha llegado la inspiración, así que aunque mi viaje por desgracia ya quede lejano en el tiempo he decidido daros mi opinión sobre el edificio que más me ha sobrecogido en mi vida, un edificio imponente, enorme, cuya simplicidad nos transporta a un mundo de emociones, se trata del magnífico Panteón de Agripa o lo que es lo mismo la iglesia de Santa María ad Martires.
Como algunos sabréis, soy historiadora del arte, esa es mi gran pasión y por ello podría estar hablando y hablando sobre edificios, os pido perdón de antemano si me enrollo demasiado en esta opinión, pero creo que no lo podré evitar.
Uno de mis sueños siempre ha sido hacer una ruta por Italia, el país del arte por excelencia, pero como no dispongo de todo el tiempo y dinero que querría, decidi empezar poco a poco y que mejor manera de empezar que yendo a la capital del arte, esa ciudad que por su historia y sus manifestaciones artísticas de cualquier época que se precie, se ha ganado a pulso el sobrenombre de «La ciudad eterna», como no esa ciudad no podría ser otra que Roma.
Como os podréis imaginar en Roma hay miles y miles de cosas cuya visita es imprescindible, cuando tenga tiempo y ahora que me ha entrado la inspiración haré una opinión más extensa de la ciudad, entre estas cosas imprescindibles se encuentra el Panteón, el edificio más sobrecogedor que he visto en mi vida.
Para no enrollarme mucho voy a dividir esta opinión en diferentes apartados, por supuesto me veo obligada a hablar sobre la historia del edificio, que como muchos otros ha corrido diferente suerte a lo largo del tiempo, también os hablaré de su interés arquitectónico y el entorno donde se encuentra, os contaré como llegar y os daré mi opinión general.
Contenido de la Guía
Valor arquitectónico
El valor arquitectónico del edificio es incalculable. Como ya os he dicho esta erigido sobre un templo anterior de Agripa, y está constituido por la adición de de un pórtico columnado de gran profundidad (como suelen ser los romanos), se un cuerpo cúbico intermedio y de una enorme cella de planta circular cubierta con una cúpula del mismo tamaño abierta en su centro por un enorme óculo, única fuente de iluminación del interior.
Este impresionante edificio pudo ser levantado como otros muchos como el Coliseo, o algunas termas, gracias al uso novedoso que los arquitectos romanos hicieron del hormigón, combinado con arcos de descarga de ladrillo. Aunque estos materiales siempre quedaban enmascarados por estucos y revestimiento de mármol.
Al exterior adquiere el aspecto de un gran tambor circular cubierto por la gran cúpula, la mayor cúpula de fábrica de la historia, con 44 metros de diámetro y una de las más perfectas de la historia.
En su parte delantera tenemos el pronaos o lugar anterior a nave circular rodeado por una imponente columnata.
Sobre él un enorme friso donde puede leerse en latín «Marco Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, (lo) hizo»
Su interior revestido de mármol, en su mayoría se libró de ser saqueado para obras posteriores gracias a que fue convertido en iglesia cristiana, pero a pesar de ello no se pudo impedir que el bronce que recubría la cúpula en el interior fuese arrancado para hacer el baldaquino de San Pedro, de ahí la famosa frase «Lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini».
En el nivel inferior se encuentran ocho exedras con un entablamento corrido solo interrumpido en la parte central, un segundo nivel con una fila de ventanas y por encima la gran cúpula sobre tambor, decorada al interior con cinco filas de casetones.
El pavimento de la rotonda es ligeramente convexo, con la parte central más alta, para que la lluvia que entre por el óculo fluya hacia el canal situado en todo el perímetro. El revestimiento es de baldosas con un diseño de cuadrados en los que se inscriben alternativamente cuadrados y círculos más pequeños.
Este edificio ha influido en muchos otros edificios posteriores, sobre todo renacentistas, donde sus formas puras fueron admiradas por los más importantes arquitectos, de ahí que Brunelleschi lo estudiara a la perfección para construir la cúpula del Duomo de Florencia, o que Leon Battista Alverti uno de los teóricos del Renacimiento se inspirara en el para realizar su tratado de teoría artística.
Cómo llegar
Mi propuesta es que lleguéis andando, es como mejor se conocen las ciudades, callejeando, y Roma es una ciudad muy agradable para eso, a pesar del calor que hacía durante mi viaje a finales de Julio del año pasado.
Mi recomendación es que lleguéis andando desde la Fontana di Trevi, se encuentra muy cerca de la misma y solo así, podréis maravillaros de lo que se abre en la pequeña plaza frente a vuestros ojos.
Sin duda merece la pena ir andando, por eso os recomiendo que lo visitéis en vuestros primeros días de la ciudad, si por el contrario lo dejáis para el final y ya no podéis con vuestros pies, algo que suele suceder cuando uno visita Roma os diré que la parada de bus más cercana es la de Largo Argentina y la parada de metro es la de la línea A en la parada Barberini – Fontana di Trevi.
Por último os digo que el horario de visita del Panteón de lunes a sábado de 8.30 a 19.30 y los domingos de 9.00 a 17.30. La entrada, por supuesto es gratuita.
Entorno del Panteón de Agripa
El Panteón se encuentra en el centro histórico de Roma, y eso que es difícil diferenciar el centro histórico en una ciudad como esta, en el llamado barrio Pigna.
Es un lugar angosto, con callejuelas estrechas llenas de restaurantes italianos, cafeterías y tiendas de souvenir para los numerosos turistas que las transitan cada día. Es difícil ver una sola persona sin mochila o sin pinta de guiri por esas calles.
El Panteón se encuentra cerca de otros lugares cuya visita es obligadísima en la ciudad como la Fontana Di Trevi o la Piazza Navona una de las más bonitas de la ciudad. Por eso os recomiendo sobretodo callejear y juntaros con la gente, disfrutar del entorno.
Os recomiendo llegar andando ya que os quedareis sorprendidos por lo que os encontráis delante de vuestros ojos. Tras callejear por calles angostas se llega a la Piazza della Rotonda y es allí donde se levanta enorme, imponente y misterioso este maravillo trozo de la historia romana.
La Piazza della Rotonda es una plaza pequeñita, con mucho encanto como todas las plazas romanas, en ella hay pequeños comercios y cafeterías como la famosa Taza de oro donde se sirve uno de los mejores cafés de la ciudad.
Aunque hay algún que otro lugar que sobra en la plaza como el Mc Donalds que se encuentra justo enfrente del edificio. La verdad que esto le resta encanto y nada más verlo nos devuelve de un plumazo a la realidad. Por otra parte es normal que se encuentre allí ya que es uno de los lugares más visitados en la ciudad y ya se sabe que los turistas vamos a lo barato.
En mitad de la plaza se alza uno de los muchos obeliscos que se encuentran en los lugares más importantes de la ciudad. Este obelisco en concreto se encuentra frente al pórtico del panteón guardando la simetría con el edificio.
El obelisco, como todos los romanos, es egipcio y data de la época de Ramsés II, bajo el obelisco hay una fuente (algo que viene excepcional a los turistas armados con botellas en mano) en forma de delfín diseñada por Giacomo della Porta en 1711 el obelisco se colocó coronando la fuente y fue rematado por una estrella.
Al ser uno de los lugares más visitados de la ciudad se encuentra repleto de vendedores ambulantes, top manta y pobreza, son muchos los que se aprovechan del edificio atreviéndose a pedir en las escaleras pero eso es algo que, ya os daréis cuenta, abunda en una ciudad como Roma.
Por todo esto los policías suelen pasar a menudo por la piazza, viviéndose situaciones de lo más surrealistas.
Mi experiencia
Como ya os he dicho el Panteón es el edificio más sobrecogedor que he visitado en mi vida. Sin duda no deja indiferente absolutamente a nadie y a pesar de estar lleno de turistas a cualquier hora te transmite una sensación de pureza, de paz, de espiritualidad que es difícil de explicar en una opinión.
Es un edificio macizo, contundente e imponente por fuera y todo ello se transforma en delicadeza y recogimiento en su interior
Si sobrecogedor es llegar a la pequeña Piazza della Rotonda y encontrarse con esa mole de repente, más sobrecogedor es ir acercándote poco a poco, pasar por el lado del obelisco situado en mitad de la plaza y acercarte a ese gran pórtico, mirar hacia arriba y pensar en lo insignificante de la existencia humana, y a la vez en la grandeza que podemos crear.
Subes por las cinco escaleras del pórtico y admiras las enormes columnas y los gigantescos capiteles corintios que lo presiden, es entonces cuando decides entrar y atravesar la enorme puerta que se encuentra justo delante.
Cuando la atraviesas ya no hay marcha atrás, una sensación y una emoción sobrecogedora te envuelve, te sientes todavía más pequeño que en el pórtico y pese a estar rodeado de gente y escuchar un batiburrillo de diferentes idiomas incomprensible en ese momento y de estar rodeado de flashes por todas partes, no emocionarte es imposible.
Esa cúpula inmensa sobre tu cabeza toda rodeada de nichos de mármol y sobre todo ese enorme tragaluz en el centro es sobrecogedor.
Os recomiendo que vayáis por la mañana ya que es cuando la luz del sol es más intensa y nada más entrar podréis comprobar la pureza del edificio solamente alumbrado por la luz natural, por esa luz especial e intensa que solo un sol como el de Roma puede dar, esa luz que entra directa al interior y lo inunda todo como si fuera un rayo de divinidad, esa luz que hace del interior del panteón algo puro y que hace que la vivencia de quienes allí se encuentran sea algo mágico, algo inolvidable.
Esa luz que lo ilumina todo y que hace que el mármol con el que se encuentra revestido el interior adopte diferentes tonalidades y esa luz que hace que un edificio enorme y rico parezca simple.
Es un edificio misterioso y sublime que ha aparecido en numerosa literatura, dentro de él se encuentran enterrados algunos personajes importantes de la historia como es el caso de Rafael Sanzio, gran pintor del Renacimiento cuya tumba se encuentra al interior del edificio. Se dice que Rafael quiso descansar allí ya que en ese lugar era donde entraba el último rayo de sol.
Sólo quien ha estado dentro puede entender esa sensación. El espacio es vacío, enorme y sublime. Sin duda algo me atrapó dentro de ese edificio, algo que me impedía salir, me habría quedado allí toda la mañana, sentada en una esquina sobrecogida en su interior, admirando lo maravilloso de la creación humana con un brillo especial en mis ojos, el brillo que anticipa las lágrimas de emoción. Pero por suerte o por desgracia me encontraba en Roma, una ciudad donde hay miles de cosas por ver y mi viaje solo duraba cinco días, por eso mi novio tuvo que insistirme para seguir nuestro camino y me devolvió a la realidad, tuve que salir de allí pero esa sensación casi mística permanecerá siempre dentro de mí.
Algunos personajes históricos sintieron lo mismo al visitarlo de ahí que el gran Miguel Ángel dijera de él que su diseño era angélico, no humano y Stendhal lo catalogara como «el más bello recuerdo de la antigüedad romana».
Espero volver algún día, y quien tengáis la suerte y la oportunidad de ir a esa maravillosa ciudad no os perdáis este edificio, para mí y por ahora el más bonito del mundo, seguro que es algo que recordáis siempre, y por último un consejo: disfrutar del momento y empaparos de todas las sensaciones que transmite, porque luego solo os quedará el consuelo de alguna foto…
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