Abadía de Cluny

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Si el Louvre me ha impresionado, dicha impresión o emoción queda un poco corta si la comparo con la sensación que me ha dado otro de los lugares en los que más he disfrutado en París: la Abadía de Cluny que hoy alberga al Museo du Moyen Âge de Francia, o lo que es lo mismo el Museo de la Edad Media. Fuimos a visitarlo el viernes pasado, un día muy especial puesto que al salir de la boca del Mêtro cercana al Pont Neuf, París nos recibió con una gran nevada.

El Museo, o la Abadía para ser exactos, está situada cerca de Nôtre Dame. Junto con la Orden del Cister, la de Cluny marcó Historia en la Edad Media francesa así que el lugar para ubicar el Arte Medieval no ha sido seleccionado en vano.

Una Abadía que no es sólo bella por fuera sino por dentro. La entrada a la misma no es cara, 5,50€ que te permiten detener el tiempo y dejarte llevar por lo que contiene. Completa a lo grande, la sección de Arte Medieval que hay en el Louvre, en Cluny están las piezas más importantes. Y, como el Louvre, un lugar cuya visita sirve por dos: admirar las piezas y descubrir los encantos de la Abadia. Reconozco que, arquitectónicamente, no tiene el encanto de Saint Michel pero Cluny es mucho Cluny para mí.

Lo primero que visitamos fueron las Termas romanas. Antes de ser Abadía fue en tiempos de los Romanos las Termas de Lucentum ( París). En el Museo pueden contemplarse, actualmente aún hay secciones en fase de restauración pero permiten hacerse una idea de cómo eran y qué hacían los parisinos del Imperio Romano. Junto a las Termas, el Museo nos empieza a mostrar las piezas más importantes del Arte Medieval y de la Edad Media Europea puesto que no sólo se conservan piezas de Francia, también del resto de Europa.

Me llamó la atención una sala cercana a las Termas donde se conservan las estatuas originales de Nôtre Dame, impresionan verlas tan cerca, permiten apreciar los restos de pintura que les quedan.

En el Museo se van combinando las piezas de Arte Sacro con el Profano. Otro de los sitios clave fue la salita donde se conservan las Vidrieras o la de las Miniaturas. Hay una especie de libros que, al pasar sus hojas, vas viendo distintas Miniaturas. Nos quedamos con la duda de si serían los originales o una reproducción fascimil, apuesto por lo último ya que sería un error mutilar el libro.

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La sala reina, por así decirlo de Cluny, es la que acoge al Tapiz de la Dama y el Unicornio. Único no sólo por sus dimensiones sino por haberse conservado íntegro. Es un tapíz inmenso dividido en 5 partes que representan a los 5 sentidos: gusto, olfato, oído, tacto y vista. En todas ellas los protagonistas son una Dama noble y un unicornio sentado a sus pies, las tonalidades que dominan son el rojo y el azul, colores vivos que dan realismo a las imágenes. Es un Tapiz que permite contemplar más a fondo el Arte Medieval más cercano ya al Renacimiento.

En Cluny también te permiten hacer fotos pero no hice más que nada porque hay salas oscuras y el flash puede dañar las piezas. Es un Museo más pequeño en extensión que el Louvre pero con la magia de detener el tiempo, éste parece que no transcurre en él. Entramos a las 10 y salimos cerca de las 4 con la sensación de que habíamos estado 10 minutos.

Es un Museo con el que aprendes también, en él se ve el esplendor que Francia tuvo en la Edad Media y permite hacerte una idea de cómo era la vida en ésta época desterrando uno de los mitos que más rabia me da sobre ella: que fue una época oscura. Para una Medievalista, como es mi caso, es algo muy especia y difícil de explicar con palabras lo que se siente al adentrarte en Cluny.

Un Museo más para visitar, al estar nevando no pudimos acceder al jardín que lo bordea pero contremplarlo nevado tuvo su encanto. Sin duda alguna, otro de los lugares claves de París que no hay que perderse.

Para ayudarte en la visita, en cada sala hay una especie de cartones que explican lo que conserva cada una de las mismas, estos carteles están muy bien escritos, con un lenguaje claro apoyado con esquemas. Como ocurrió en el Louvre, volvió a sorprendernos la cantidad de niños pequeños que estaban visitándolo acompañados por sus profesores. También hay maquetas especialmente orientadas hacía las personas ciegas.

Desde el punto de vista del marketing, el Museo está muy bien orientado y planificado de nuevo se nota cómo cuidan los franceses su cultura. Como bibliotecaria, y trabajadora de la cultura, me doy cuenta de ello que no es lo mismo Francia que España, allí la cultura se potencia más y tanto Louvre como Cluny son dos buenísimos ejemplos.

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