En Semana Santa estuvimos en Lloret de Mar. Uno de los días, el que hacía peor tiempo, nos acercamos a Girona. Allí fuimos derechos a la Oficina de Turismo donde enseguida nos recomendaron los sitios más interesantes para visitar.
Este pequeño museo no estaba entre nuestras prioridades, y lo encontramos de casualidad. Estando en pleno centro histórico, dirigiéndonos a la Iglesia de San ´Feliú, cuando ya estábamos arriba de la cuesta, vi, justo debajo, un poco escondido, vi en los bajos de un edificio un letrero que ponía «Museo de la fantasía».
¿Cómo no acercarse con tan evocador nombre? Me acerqué, vi que la entrada era gratis y entramos el niño y yo.
Nada más entrar, nos encontramos con una pequeña tienda, en la que se venden miniaturas, un poco del estilo de lo que podemos luego encontrar expuesto. No me fijé en los precios, porque no soy coleccionista ni tengo casa de muñecas y, aunque todo era monísimo, no pensaba comprar nada.
Al fondo hay una puerta y por ella entramos a lo que es la exposición o el museo en sí.
Es pequeñita y se ve en unos minutos.
Lo que más destaca, por lo menos en mi opinión, son dos cosas: un barrio de muñecas y una montaña con ríos y lagos y dragones.
El barrio o ciudad de muñecas, es como una casita de muñecas pero en grande. Es una ciudad antigua, como del siglo XIX, con casas palaciegas, bien urbanizada. Vemos una manzana de casas; fuera de ellos gente paseando, sacando al perro, el cartero haciendo su trabajo… y , dentro, a través de las ventanas y balcones podemos ver las preciosas habitaciones, a las amas de casa preparando la comida, los niños jugando… Una preciosidad.
La montaña está aún más llena de fantasía. Es una imagen muy bucólica, con un río y un estanque (donde se pueden echar monedas, supongo que pensando un deseo: nosotros lo hicimos por si acaso…), grutas de las que salen dragones, flores y árboles… De quedarte con la boca abierta.
Luego, por las paredes, hay vitrinas con figuritas dentro. Hay carteles que informan de alguna rareza: figuras especialmente antiguas o de países exóticos.
Yo no entiendo de esto, pero me pareció una exposición bastante completa. Todo estaba puesto con mucho gusto y había figuras y muñecas auténticamente preciosas. Todo en tamaño mini.
A mí me encantó y el niño se hubiese pasado horas allí, sobre todo en la zona de la montaña y los dragones.
No creo que sea un museo imprescindible pero sí que merece mucho la pena visitarlo. ¿A quién no le gusta jugar con muñecas?
Además, la entrada es gratuita, así que no tenéis excusa. Si pasáis por Girona, además de la catedral, iglesias, barrio judío y demás, ésta es una visita, fuera de lo normal, que creo merece la pena.
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