Temps de Flors

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Girona es una ciudad preciosa que sin duda merece la pena de ser visitada. Pasear por sus calles, cruzar sus puentes sobre el río, sentir su esencia y su encanto, pasear por el parque de la Devesa, admirar sus monumentos. Sé que muchos vivís lejos y que por mucho que yo diga, Girona no os justificará un viaje, lo entiendo, pero sí que debéis tenerla en cuenta cuando tengáis planeada una escapada a Cataluña. Pasar un día en Girona creo que es imprescindible y está a poco más de una hora de Barcelona.

Yo no es que haya estado muchas veces en esta ciudad (ciudad pequeña, pueblo grande) pero me tiene el corazón robado. Y uno de los viajes en tren más bonitos que he hecho es con el tren que va hacia Portbou, que pasa por Girona y desde la vía se ve la catedral, que casualmente muchas veces ha coincidido que era al atardecer y tenía un color especial.

Girona está en la confluencia de los ríos Ter y Onyar. Esta ciudad ya tuvo su importancia en la época de los romanos y en la Edad Media, conservando aun hoy ese aire del medievo en su casco antiguo.
Una curiosidad de la ciudad es una columna de piedra en la que hay una leona. No se sabe el significado de esta escultura, podría ser de un hostal que había que se llamaba “Hostal de la Lleona”, pero el caso es que ha dado lugar a una tradición: quien toque el culo a la leona (hay una escalerita que lo permite cómodamente) volverá a Girona.

Pero la leyenda más famosa de la ciudad es la de las moscas de Girona. (A continuación la información está apropiadamente consultada en una web de Girona, que mis conocimientos no llegan a tanto): en septiembre de 1286, tras el sitio de Girona por el ejército del rey de Francia, los soldados entraron a por todas, saquearon, robaron y profanaron el cuerpo de San Narciso (patrón de la ciudad) rompiéndole un brazo. Y OH SORPRESA, de allí salieron tres moscas enormes que picaron a los soldados franceses, causando su muerte. Y ahora la ciudad está llena de simpáticos “souvenirs” en forma de mosca…

Tiempo de flores

Pero hay un momento idóneo para visitar Girona: el mes de mayo. El título de mi opinión significa “Tiempo de flores” y éste es el nombre que recibe una exposición de flores, monumentos, patios y jardines que cada año se celebra en Girona en el mes de mayo. Abarca siempre unos ocho días y este año se celebró del 8 al 16 de mayo, siendo ya la 49ª edición.

Quizá dicho así no suene muy atractivo, como un comentario que oí el año pasado en el tren que me llevaba a Girona entre dos guardias de seguridad, “tanta gente… total, para ver flores…”, pero lo es, es algo muy interesante de ver. Por algo será las multitudes que se congregan en Girona el primer fin de semana que se celebra la exposición (el segundo fin de semana está más tranquilo y se puede ver todo en casi todo su esplendor, ya que van reponiendo las flores que van marchitando).

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A Girona podemos llegar en tren o en coche, y si vamos el primer fin de semana de la exposición no sé qué es mejor, el tren va absolutamente lleno. Lo cogimos en Barcelona (hablo del año pasado, este año, por A o por B, o por ambos, no pude ir, y me dolió…), casi en el inicio y tuvimos que hacer todo el viaje a pie, y a la vuelta igual. En coche el problema es el aparcamiento, y que al final tengas que recurrir a un parking municipal, pagando.

Bien, una vez en Girona buscamos una Oficina de Turismo y allí nos dan el mapa de la exposición. Es un mapa del casco antiguo de la ciudad (donde está todo aquello más interesante) donde tenemos señalados los edificios más significativos que participan en la exposición, diferenciando lo que son patios (algunos de ellos de casas particulares), exposiciones florales en edificios públicos y jardines de la ciudad, y también algunos balcones.

Por ejemplo, el año pasado se podía visitar, entre otros, el patio del Ayuntamiento, el patio de los juzgados, el patio del Museo de Arte, el patio de la Universidad pero también el patio de la Casa Masó, el patio de la Casa Boadas Formiga o de la Casa Agullana. Hay espacios que cada año repiten, pero muchos van variando, por lo que cada año se puede conocer algo más de la ciudad. Los patios están arreglados con composiciones florales muy originales, una de las que más me llamaron la atención el año pasado eran unas pelotas de plástico transparente, como las de la playa, llenas de pétalos de distintas flores, atadas al techo con cuerdas elásticas, que podías jugar con ellas. O un patio con flores en el techo, que no veías, y espejos en el suelo orientados hacia las flores, de manera que solo podías ver las flores reflejadas en los espejos. Y fantásticos Ikebana.

En cuanto a las exposiciones florales son imprescindibles y nos permiten visitar el claustro de la catedral, los baños árabes, el Museo de Historia de la Ciudad, la Carbonera… espacios que forman parte de la historia de la ciudad, de interés turístico, y que de esta manera se visitan gratuitamente y con un esplendor distinto.

Ir a Girona a ver la exposición es ir a pasar el día, por lo que tendremos que buscar dónde comer. Aquí ya la cosa se complica y conviene reservar la mesa pronto, porque hay tantísima gente que se llenan todos los locales y podemos tener que hacer colas muy largas. En casi todos los restaurantes preparan el “Menú de Flors”, que no es nada más que un menú normal y corriente que cobran algo más caro aprovechando el tirón que tiene la ciudad estos días.

temps de flors

Además, durante los días de la exposición funcionan en Girona dos trenecitos, uno que hace un recorrido por algunas de las calles y plazas más representativas, donde hay edificios adornados con flores, y el otro que se aleja algo más y va hasta el monasterio. El tren valía el año pasado 3€ para los adultos y 2,5€ para los niños. No puedo decir qué tal está porque teniendo aun buenas piernas, preferí andar a los lugares que me interesaban más y parar dónde y cuándo yo quería.

Os dejo algunas fotos que sacamos el año pasado porque la mejor manera de que veáis a qué me refiero es así, con algunos de los arreglos florales en sus marcos incomparables… Quien sabe si os animáis para participar el año que viene en la 50ª edición…quien sabe si nos encontraremos por allí.

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