Hablemos pues de El Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial. Aquí, voy a hablar, en gran medida del monasterio, y una breve reseña al pueblo, un poco de pasada.
Os invito a sumergiros en otra época de fastuosas obras e ideales claramente separados en el tiempo.
Contenido de la Guía
Introducción histórica
Sin nombrar fechas ni detalles históricos, que desconozco y paso de mirar en la Wiki, os voy a relatar lo poco que sé.
Para resumir, deciros, que Felipe II, En conmemoración a su primera gran victoria en una de santísimas guerras que hizo, en la batalla de San Quintín, el 10 de Agosto, le hizo al santo del día una especie de monumento. Miró su almanaque y pensó, San Lorenzo. Vale, ¿cómo murió este santo? En una parrilla.
¿Hacemos una barbacoa en el jardín para conmemorarlo? Felipe, que era un enfermo crónico de gota, se lo pensó mejor, y en vez de encargar una ristra de morcillas y panceta para asar, mandóse construir una especie de palacio-monasterio desde la que dirigir sus dominios.
Como guiño, lo hizo construir con la planta en forma de parrilla. Además un rey de su poder dijo que no podía ser una parrilla cualquiera, si no una descomunal. Y le encargó el proyecto a Juan de Herrera, que le puso su nombre a su estilo (igual que esta opi es de estilo Corusiano…).
Durante más de 20 años, se estuvo construyendo este singular edificio, y el rey, tan práctico él, acudía de vez en cuando a ver las obras. En un sitio cercano, se encuentra la silla de Felipe II, que no es más que el sitio dónde la comitiva real se aposentara para que los arquitectos le explicaran los avances del proyecto y él lo viera con sus poderosos ojos de rey. Debió pensar que cuanto más grande mejor, temeroso él, del Dios que tanto tenía que defender.
Se eligió pues un paraje de la geografía madrileña, precioso, al lado de un monte de pinos, a no mucha distancia de la capital. Empezaron a traer piedras de granito enormes saqueando las canteras vecinas y el resto ya es historia.
Mencionar que el pueblo que se ha montado al lado, es originalmente el surgido al lado de la obra para mantener a los constructores primero, y a los sirvientes de palacio después. Y para pecar de listo, decir que el pueblo inmediatamente al lado se llama El Escorial, por que a algún sitio tenían que ir a parar los restos de la obra… (Esto último es de mi cosecha y puede que inexacto…).
Introducción a la visita
Lo primero que destaca al verlo es su tamaño. Rodeado de un patio de piedra en dos de sus costados, un bosquecillo por el lado sur (el de la cúpula) y los jardines por el contrario, es literalmente impresionante. Piedra cuadrada coronado por tejados de pizarra.
Tiene un paseo de arbolillos, ahora en otoño cuando fuimos, totalmente desnudos y unas vistas a la parte del bosquecillo dónde se ve que no es literalmente un cuadrado por esa zona. Ahí descansa la cúpula de la basílica, rodeada del palacio de los Austrias, la zona de residencia privada. El resto, es más bien un edificio entre religioso y burocrático.
Después de las pertinentes fotos a la entrada, pasamos al interior en plan visita museística. Un detector de metales y un minicacheo con un detector portátil si suena el chisme, por llamarlo de alguna manera, nos alerta de las fuertes medidas de seguridad…
EL horario es de 10 de la mañana hasta las 18 horas en invierno, en verano, se abre mucho más aunque pido perdón por no haberme fijado.
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El precio es de más o menos 8,5 euros la entrada libre y de 25 la visita guiada. Según reza el cartel, la guiada dura alrededor de una hora, y la libre dos.
Ahora bien, hay más, si no llevas visita guiada, o audio guía, te quedas sin ver el panteón real y de los infantes, una de las joyitas que el monasterio guarda. Como nosotros ya hemos usado audio-guías en alguna otra visita turística, nos cogimos una.
Alrededor de 2€ vale cada una. Diferentes idiomas. Tienes que dejar además un DNI como prenda y guardar el ticket con el número.
Ya estando armado con tu audio-guía, la entrada comprada y unas ganas locas de entrar, pues entras…
La visita
Tengo que hacer una pequeña reseña, hace unos 5 o 6 años, estuve aquí con unos compis de clase, y la visita fue guiada. Entre la guía y la audio-guía decir que la voz del cacharrito tenía más sentimiento que el robot-humano que aquella vez nos tocó, la típica tía de manual con voz monótona: A su derecha pueden ver una piedra cuadrada de estilo quijotesco con reminiscencias salobres de cigüeñal poblado de celemines mandada traer por un hijo natural de Don Felipe II que…).
Aunque las cosas como son, te enteras también de muchas cosas, anécdotas y curiosidades, si te toca un guía competente.
Como el espacio a visitar es único, puede que coincida tu visita libre con una guiada en cualquier punto, no tienen pérdida, es un grupo heterogéneo de gente con alguien hablándoles. La que nos cruzamos, lo vivía, y así te entran muchas más cosas y se hace la visita entretenida, a la vez que cultural, y ambas cosas no está reñidas.
Volvamos. Lo primero que hacemos es darle al botón 1 y escuchar una presentación con musiquilla y todo mientras nos encaminamos a las primeras salas, dónde han hecho una especie de museo de la construcción del monasterio. Hay maquetas preciosas de las diversas etapas de la construcción así como de la planta y el alzado del edificio, por lo que se distingue perfectamente la forma de parrilla, los 4 patios interiores pequeños, las torres, el patio de los reyes, y más detallitos.
Hay una muestra de los planos originales, esbozos y demás del proyecto.
Primera grata sorpresa, una parte del tejado original de una de las torres. Si si, como suena, por lo que se ve, y por el estado en que se encontraban (vigas de madera carcomida y tal) y tras obras de restauración, fueron sustituidas y aquí en una sala han reconstruido una sección, donde se ve cada capa hasta la final de pizarra. Muy interesante.
Hay también una parte con herramientas originales de albañilería, cantera y bricolaje, usadas en la construcción. Hay cientos de estas, espátulas, sierras, mazos, escoplos…
Seguimos, perdónenme ustedes, pues no les voy a contar el número de pasos de una habitación a otra ni el color de cada pared.
No obstante les advertiré que hagan caso de las normas y cuando pone un aspa en cima de una cámara de fotos, es que no se te ocurra ni sacar la cámara del bolsillo.
Hago otro inciso para rememorar el glorioso momento en que me creí que el aspa estaba señalando el Flash de la cámara y cuando yo pensé en que haciendo la foto sin flash no causaría problemas. ERROR, casi cada sala tiene un guarda de seguridad y te empieza a perseguir, advertir que está prohibido hacer fotos y es más, ¿¿¿me enseña usted la última foto??? Uno puede ser un pringado, pero después de gastarse unos 25 euros, que te vengan a pedirte la cámara me parece muy fuerte. Tantas medidas de seguridad, ¿para qué? ¿Para no hacerle una foto a un cuadro? Si son de patrimonio nacional….
Vamos pasando por salas equipadas con muchos cuadros religiosos. La construcción original del monasterio era tremendamente austera y sobria, y Felipe II decidió traerse de toda Europa a todos los mejores artistas y pintores de la época para que e rellenaran los pasillos y las salas de obras de arte, frescos en los techos y demás. El Greco o Tiziano son ejemplos del derroche de medios.
El audio-guía te va hablando de las salas en general y de algún cuadro en concreto. Como digo, son muchos de tipo religioso, debido en su mayor parte a los intereses ultra-fanáticos del rey. Después con la venida de otros monarcas, cambia un poco la temática hacia temas más paisajísticos, retratos, caza, bodegones etc.
Reseñamos que parte de la visita se centra ahora en la parte del palacio de los Austrias, las habitaciones del rey y de la reina.
La de la reina, según nos explican, jamás fue ocupada por ella, siendo utilizada en su lugar por la hija de ambos, la mayor de Felipe II. Una chica de apellido Habsburgo…
Consta de una sala principal, el dormitorio y la mesa de trabajo. Se puede ver aún la cama con dosel, y cosa curiosa, una ventana, acceso directo a la basílica, para oír misa desde la habitación.
La parte de la vivienda es simétrica con eje la basílica. Seguimos por las salas pasos, galerías rellenas de cuadros, chimeneas, sala de armas etc. Nos explican que en el suelo hay una línea metálica en la que se señala el calendario solar. Todos los días, a las 12, por un agujerito del techo entra un rayo de sol, que de acuerdo a la época del año indica un punto u otro. Dicen que el monasterio está construido en parte con este fin astrológico, y que no es una casualidad.
Entramos por fin en las estancias privadas del rey. Tienen la misma estructura que las de la reina, una sala más grande y dos habitaciones más pequeñas, la del dormitorio y la de la mesa de trabajo.
Antes de estas 3, hay una, la que se denominaría de guardia o la de alabarderos, que aquí recibe el nombre de «la silla» por poseer según se cree la verdadera silla de viaje del rey. Es un armatoste, bastante curioso y útil, ya que, debido a los conocidos problemas de gota que sufría el rey, tenía unos soportes especiales para sujetar las piernas, e incluso, era una silla reclinatoria. Estamos hablando de alrededores de 1550, por lo que no era un mal invento. Esta gastadísima y viejísima, por lo que puede que sea cierto.
En la habitación, lo mismo, una cama con dosel, que según se dice, es en la que murió. En las últimas fases de su enfermedad, cambiaron la orientación de la cama para que, a través de otra ventanita (recordemos que las viviendas son simétricas) acceder directamente a la misa de la basílica.
En lastra habitación, hay uno de los primeros relojes de cuerda conocidos, además con una utilidad curiosa, pues también es un candil.
Se hace hincapié en algún retrato del rey, puesto que se ve reflejado las medias y las piernas típicas de un enfermo de gota.
Seguimos camino, entre salas, hay pequeñas habitaciones con muestras de utensilios de cocina, de la vajilla original de la época, cosas realmente curiosas.
Bien, veamos, tenemos la «Sala de batallas». Es una sala alargada, rectángular, con el techo de bñoveda de medio cañón. Toda la pared, y el propio techo es un fresco que representa todas las batallas contra Francia de esa época. En un ejercicio de pintura minuciosa y muy ambiciosa, cientos de soldaditos, están pintados en el fragor de las batallas. Se puede ver perfectamente el vestuario, las armas y máquinas militares utilizadas. Además, semejan los frescos tapices. Desde luego un despliegue impresionante.
Llegamos al meollo del monasterio, una sala subterránea que recibe el nombre de panteón real. En ella están enterrados casi todos los reyes españoles desde Carlos I a Alfonso XII, junto con las reinas de España, madre de reyes.
La obra es posterior al monasterio. Se baja por una escalinata, de toda clase de mármoles, que te deja sin habla. Una gran araña preside la sala, y toda la pared llena de nichos con los nombres en latin y el cargo. A la izquierda los reyes, a la derecha los consortes.
Reina el silencio, el oro de los apliques, la bestialidad del mármol y lo que hay detrás. Piensas que el emperador Calos V, su hijo Felipe II, Carlos III o Alfono XII están ahí al lado y te deja como menos electrizado. Tiene el ambiente no obstante, pese a su monumentalidad, un toque fúnebre y tétrico que no se puede ignorar.
Encima del dintel de la puerta de entrada hay sitio para dos más que están vacíos, y que según nos dicen, guarda el sitio para Don Juan y Doña María de las Mercedes, padres del rey, que están actualmente en el «Pudridero», una sala en la que reposan los restos durante 20 años para eliminar cualquier resto que no sean huesos…
Se sube por donde vinimos y entramos en otra sala, destinada al enterramiento de los infantes, parte de las familias reales, sobre todo hermanos y hermanas de reyes, en tumbas, no menos ostentosas, algunas con el relieve en mármol.
A mi me destaca de entre todas con diferencia la de Juan de Austria, el hermano bastardo de Felipe II que comandó la armada invencible.
También reposa por allí, un hermano del rey actual, hijas de tal o que cual rey etc. Otra cosa destacable y bastante lúgubre, es una construcción en forma de colmena para infantes menores, ósea, niños. Y hay muchos, aunque aún sobra hueco.
De todos es sabida las enfermedades endogámicas de la realeza como la hemofilia (transmitida por las madres).
Aquí termina la visita guiada. Se entra en la sala capitular, presidida por un montón de cuadros, incluso de Velázquez. El Greco aporta numerosos cuadros de un valor incalculable y muy famosos por cierto, algunos de ellos. Son de una belleza técnica impresionante.
En dirección a la basílica se recorre un claustro enorme, tapado con todas las paredes decoradas con frescos impresionantes. Una de las puertas de los corredores da a la iglesia vieja.
Es una capilla utilizada para dar misa durante la construcción de la basílica, en la que permanecieron los restos de Felipe II hasta la construcción del panteón real muy posteriormente.
Está dedicada a San Lorenzo y recoge imágenes de su martirio.
Nos encontramos luego con las escaleras mayores. Una bestialidad de frío granítico y grandes escalinatas con unos frescos en el techo impresionantes. En la escena, lo alto de los cielos, con el Padre arriba del todo, arcángeles etc, están Carlos I y Felipe II a las puertas, arrodillados penitentes, rezando. Colosal.
Pasamos por una salita, que o vas con alguien que sepa, o te la saltas. Tiene la peculiaridad de que si te pones en una esquina y hablas para la pared, se te oye perfectamente en la esquina opuesta. Haced el experimento porque es graciosísimo.
Ahora sería cuando entramos en la basílica, que es el núcleo central del monasterio, con una cúpula impresionante. Están ahora mismo en obras (la cúpula tiene andamios por fuera) y el acceso al interior no está permitido. (Está señalizado en la entrada, por lo que la gente v a avisada).
Si os puedo contar, de la otra vez que estuve que efectivamente, la cúpula sobrecoge. También es muy reseñable el altar mayor y el «cenotafio» de Carlos I. A los lados, es donde se aprecian las ventanas que dan a los dormitorios particulares.
Como inciso añadir que para quien quiera recordar un poquito más, allí es dónde se casó la hija de J.M. Aznar…
De puertas para fuera, siempre en el patio de los reyes, podemos ver 6 colosales estatuas arriba, entre los dos campanarios de la basílica, dedicados a los reyes de Israel. Tienen coronas de oro y resaltan el marco escultórico.
Si salimos, vemos que es la puerta principal del monasterio. Aquí acabaría la visita. No obstante, es parte de la visita poder subir a la biblioteca, por una puerta a la derecha, no tiene mucha pérdida.
El edificio de la biblioteca es toda la parte central que está por encima de la puerta principal. Un edificio rectangular con la bóveda de medio cañón. Por dentro los frescos del techo con motivos de los diferentes tipos de ciencias son impresionantes. Las paredes llenas de muebles con libros de toda clase de temática de la época, guardando algunos incunables, es un poco como una visita al pasado. Realmente no se escatimó en el arte, y en los fondos que guarda dicha biblioteca.
Una vez abajo, se puede salir o… tienes que volver para recuperar tu DNI y devolver tus audio-guias. Hay un caminito que recorre por el interior el monasterio hasta la zona de la otra entrada. Es el camino de los grupos.
Los Jardines
Una vez fuera, los jardines del monasterio son visitables en un cierto horario. Hay que bajar la calle enfrente a la puerta principal y entrar por una puerta a la izquierda. Si seguimos de frente, iríamos en dirección a los jardines del príncipe.
Al entrar, vemos los horarios, cruzamos un pequeño patio y aparecemos por el otro costado del edificio. Es una especie de jardín, a dónde van a dar todos los ventanales de ese ala, con pequeñas fuentes y setos cuidados. Hay a lo largo del parterre diversas escaleras de granito que se adentran y deben ir a salir en la parte de abajo. Asomándose al muro de piedra, además de poder ver un paisaje fabuloso, podemos ver un pequeño estanque artificial, unas bellas escalinatas de piedra, que permiten dejar jugar a la imaginación.
Es un espacio que invita al paseo, a sentarse y admirar el paisaje. De repente ves una gran piedra blanca en una pared, si te acercas, puedes leer que es la primera piedra, que puso el propio rey Felipe II, a modo de inicio de las obras. Nos imaginamos a los fotógrafos de la época y el rey dando un discurso a las cámaras….jeje. Salvo estas cosas, los actos protocolarios poco han cambiado en 400 años si nos damos cuenta.
El jardín rodea también la otra parte del monasterio, la de las viviendas reales. Se ven las ventanas de lo que antes hemos visto, la sala de armas, los dormitorios privados etc
La única cosa, es que no hay salida, tienes que rehacer todo lo andado, pero merece la pena para culminar la visita.
El pueblo
Merecen la pena destacar los edificios anexos al monasterio. EN conjunto es verdaderamente impresionante a la par que sobrio. Grandes muros graníticos con tejados de pizarra. Ahí podemos encontrar la oficina turística.
EL centro del pueblo lo preside una plaza preciosa, toda ella de piedra, como el resto de edificios importantes. Ahora en invierno, estaban construyendo un portal de Belén Gigantesco que ocupaba todo el espacio. Debe ser digno de visitar.
Para comer, es un pueblo con varios restaurante, estilo mesones de comida castellana, pero con pinta de elevados precios.
Nosotros cenamos en un Restaurante chino, el HongKong que estaba lleno y bastante bien de precio por lo que comimos.
Otras visitas
Aparte del monasterio, es muy famoso dar un paseo y recorrer los jardines del príncipe, que dentro de la amplia parcela de campo, situada enfrente del monasterio, se mandó construir un palacete. La visita está regulada, no se si hay que pedir cita previa. Los jardines, en los que estuve una vez, son preciosos. Merece la pena verlo.
El pueblo está situado literalmente en la falda del monte Abantos, un paraje natural precioso para senderistas. Yo puedo decir que subí hasta arriba una vez que fui, rodeado ya todo de nieve, y las vistas desde allí arriba del monasterio, del pueblo, del embalse cercano y Madrid de lejos, son espectaculares.
Y por el otro lado del monte, y a 10 Km de San Lorenzo, tenemos otra obra faraónica de triste recuerdo pero espectacular en su arquitectura, sito en «Cualgamuros», el famoso Valle de Los Caídos. Yo estuve una vez de pequeñín, y la verdad quiero volver. Es un lugar para la reflexión desde luego. No voy a decir que es feo, por que es espectacular, pero al mismo tiempo que es abominable todo lo que tiene que ver con su construcción y el personaje que allí está enterrado, es algo que hay que ver.
Opinión personal
Lo recomiendo esta visita si se tiene un día libre de fin de semana, o ya puestos, alojados allí, como hicimos nosotros, pasar el fin de semana. En invierno hace mucho frío pero el paraje tiene cierta magia en esta época del año.
Ahora, quería pasar a reflexionar un poco sobre la monumentalidad de la obra. Lo primero que se te pasa por la cabeza, es «¿En qué estaban pensando al construir algo tan mastodóntico?». Como es posible ese derroche de recursos humanos y monetarios. Piensas en la pobreza de la época, en los cientos de guerras sufragadas para proteger el catolicismo frente al protestantismo, las tropas de Flandes malpagadas siempre, mientras los reyes no paraban de desvalijar el nuevo mundo para sufragar tan absurdas batallas. Alianzas y traiciones en una época de guerras y más guerras.
Y aquí, Su Majestad, solo pensaba en construir el palacio más inmenso, y rellenarlo de obras de arte sacramentales, ¿para limpiar sus pecados?. En la visita te das cuenta que realmente estos personajes, eran temerosos y fanáticos de Dios. Toda su vida real, giraba a la iglesia. Salas y capillas privadas repartidas por todas partes.
A partir de esos derroches inimaginables, empezó la caída del poder español, más preocupados por toda clase de caprichos personales (incluidas las guerras) que en el bienestar del pueblo.
En fin, para la posteridad queda un edificio, patrimonio de la humanidad, que merece la pena ver desde luego, pero sin dejar de pensar si realmente, todo esto valió la pena.
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