Museo Arqueológico Nacional

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Es posible que una opinión quede atrasada aún antes de escribirla (y no digo nada antes de publicarla)? Pues si, si se trata del Museo Nacional de Arqueología. Y no se trata ya de que os diga que en la primera planta están las exposiciones y que tenían la Exposición sobre «El Mundo de los Etruscos», porque era el último día.

De lo que se trata es de que el Museo está en una permanente remodelación y reordenación de salas que hace que buena parte de ellas permanezcan cerradas al público. 

¿Cuáles? Nada más entrar, encontrarás un panel en el que te indican cuáles están cerradas, lo cual indica que no se trata de una situación nueva ni temporal, sino permanente. De hecho una profesora que estaba concertando una visita para su colegio, la avisaron de que mejor llamara unos días antes para que pudiera saber qué es lo que se podía ver en esos momentos.

El caso es que me quedé sin ver a la Dama. Más que nada lo sentí porque me apetecía hacerme una foto con ella, pues si la memoria no me falla, juraría que hace muchos años se encontraba alojado en el Museo del Prado. Y además la réplica de la misma la he visitado en Elche en «Los jardines del Cura» .

Y hablando de fotos, salvo en las exposiciones especiales como la de los Etruscos, está permitido hacer fotos, siempre y cuando no se utilice el flash. En algunos sitios la iluminación es pobre, por lo que o la máquina es muy buena, o la calidad de las fotos no será muy buena.

Mi visita al Museo Arqueológico Nacional

Aproveché que no me había podido ir el sábado, para realizar una excursión a los madriles para liquidar viejas deudas como esta visita. Y al ser domingo, pude permitirme el «lujo» de bajar a Madrid (¿por qué los de Móstoles el ir a Madrid lo llamamos bajar?) y llevarme el coche.

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Porque el Museo está en una zona céntrica, en la calle Serrano, entre la Puerta de Alcalá y la Plaza de Colón, que no solamente es zona de aparcamiento regulado, sino que en días de diario es imposible aparcar.

Pero tratándose de domingo y yendo temprano (estábamos allí algo antes de las once), puedes aparcar casi a la puerta del Museo (en alguna de las calles laterales). Si no es así, te recomiendo el transporte público, que por falta de autobuses que pasen por la zona no será. Y el Metro de Retiro, tampoco te pilla a más de diez minutos.

Accedes al Museo de Arqueología desde la calle Serrano, y una pequeña escalinata flanqueada por dos grandes estatuas de seres alados con busto y cara de mujer, pero cuerpo de león, te dan la bienvenida, mientras a sus flancos, Velásquez y Berruguete te contemplan como vas a entrar al recinto.
Los domingos, la entrada es gratuita, así que tras pasar el escaner y a esas horas de la mañana sin ninguna cola, accedes al interior.

Nada más entrar nos aconsejan que nos dirijamos primero a la cola para ver la exposición de «Los etruscos», pero cuando vemos el cartel anunciador de que quedan casi dos horas de cola para acceder a la exposición, decidimos que nuestro amor por los etruscos no llegaba a tanto tiempo de espera, por lo que pasamos de ellos y nos dirigimos al resto de la exposición.

Según entras, a la izquierda está la tienda del museo, con libros especializados en historia de la arqueología y arqueología. Incluso hay una sección con libros para niños y jóvenes.
Iba buscando un libro sobre el propio museo, pero o te escogías uno de casi 30 € y que además pesaba una barbaridad, o tenían otro por 4,50 € que era poco más que un folleto, asi que me fui sin nada.
Por supuesto aquí puedes comprar también los recuerdos típicos, como marcapáginas, gomas, imanes, etc.

De frente está la escalera para acceder al piso superior, que es donde están las exposiciones temporales.

la derecha la entrada al Museo propiamente dicho. Y lo primero que te encuentras es con el panel que te indica lo que no puedes ver. Indicado por salas no parece tanto, pero es casi medio museo el que no puede visitarse en estos momentos.

Concretamente estaba cerrada la zona «íbera», con lo que adiós a la Dama de Elche y la Dama de Baza, así como la zona romana (que aunque me encanta, por lo menos he visitado el museo de arte romano de Mérida). Tampoco podía verse la parte correspondiente a Egipto.

Pero insisto en que antes de ir pregunta lo que se puede ver.

En cuanto a los folletos explicativos muy bien si sabes inglés, porque en español no había ninguno. En ellos hay un pequeño plano de cada planta con sus salas y de qué trata cada sala, pues algo más detallado ocuparía mucho espacio.

Es suficiente para hacerte una idea, porque luego en cada sala hay pequeños carteles explicativos, en algunos casos de generalidades y en otros de piezas concretas.

Hay dos maneras de visitar la exposición:

  • Cronológicamente
  • Por plantas.

Primera planta: es la que nos da la bienvenida. De la taquilla, situada a mano derecha de la entrada, se accede directamente a las salas de esta primera planta. La entrada es grandiosa ya que el primer golpe visual es el del mundo íbero. Protohistoria, por tanto en estas primeras salas (ibérico, colonizaciones y Edad del Hierro) que dan paso al mundo hispanorromano, para terminar con la arqueología visigoda y medieval.

Sótano: por aquí debe empezarse si quiere visitarse el museo en orden cronológico. Desde los restos más antiguos del Paleolítico Inferior hasta la Edad del Bronce. Un repaso por todas las culturas prehistóricas de nuestro país, incluidas las Islas Canarias. Sorprendentemente, después del recorrido por la prehistoria, nos encontramos con las salas dedicadas a Egipto, las favoritas para gran parte del público.

Tour por la sala egipcia del Museo Arqueológico

Segunda planta: está destinada a las exposiciones temporales, así que la visita dependerá de cuándo se vaya al museo y qué ofrezca en cada ocasión. También en esta planta está la completísima biblioteca, que lamentablemente sólo es accesible para investigadores. El sistema de préstamo y fotocopiado, era hace algunos años complicadísimo y muy poco útil. Esperemos que haya mejorado.

Si quieres hacerlo cronológicamente, tendrás que empezar bajando a la planta inferior, que es como os lo voy a contar. Yo en la práctica, visité primero la planta cero en la que me encontraba y luego bajé a la inferior, en la que se encuentran los servicios.

Evidentemente lo primero que se ve cronológicamente es la prehistoria y la evolución del hombre, para lo que te muestran en paneles muy detallados las costumbres primitivas así como reproducciones de los cráneos más antiguos y su evolución.

Aquí me encontré un grupo que menuda redacción estaban preparando, pues iban con cuadernos escribiéndolo todo. Y no hablo de escolares, pues muchos de ellos tenían pinta de llevar ya tiempo jubilados.

Tras dejar atrás la Edad del Bronce, Canarias, la Prehistoria en el Magreb y en las Islas Baleares, y sin poder ver Egipto, nos encontramos con Grecia.

¡Qué maravilla Grecia! Bueno, lo siento, cada uno tiene sus gustos y a mi la cerámica y todo lo relacionado con ella me encanta. No a todo el mundo le pasa igual, porque una niña le decía a su madre:

«¡Mamá, ya estoy cansada de ver jarrones!»

No voy a ser yo el que te descubra el arte griego, pero es que me encantan esas figuras, esos colores negros sobre fondos rojos, la delicadeza de sus dibujos y sus formas…

Acabo de mencionar lo de la niña, porque una de las cosas que me llamó la atención es la cantidad de padres que estaban allí con sus hijos. Y no estaban aburridos, porque con un poco de dirección, hay muchas cosas que les llaman la atención, como pueden ser por ejemplo los adornos, joyas y cosas de la vida cotidiana que puedes ir encontrando a lo largo de toda la exposición.

Agotados ya los griegos y otras culturas mediterráneas, a la planta superior, que es la cero. Ya he dicho que nada de romanos ni de iberos, por lo que se comienza con los visigodos, de los que ya puedes ver muchas cosas de su vida normal, como sus aros, pendientes, brazaletes, el tesoro de Guarrazar, etc.

Y se entra ya en territorio de Al-Andalus, con una sala especialmente dedicada al reino de Granada.

Y para terminar, el prerrománico, el románico y el mudéjar completan este recorrido de lo que ha sido nuestra historia y lo que de nuestros antepasados nos ha llegado hasta nosotros.

Finalmente, un dato curioso es que el MAN incluye en su jardín una reproducción subterránea de la Cueva de Altamira. La copia del panel de los bisontes está bastante bien realizada, pero no se logra tener la sensación de estar en una cueva, por mucho que hayan intentado darle un toque de oscuridad y misterio. Hoy en día, después de la impresionante reproducción que han hecho en el Museo de Altamira, ha quedado bastante obsoleta.

El MAN guarda muchos tesoros, pero no siempre lo hace a la altura de las piezas. En muchos aspectos en un museo decimonónico, con vitrinas anticuadas y explicaciones obsoletas o inexistentes. Es evidente que se está haciendo un importante esfuerzo por modernizar su funcionamiento, a través de un completo programa didáctico (visitas guiadas, piezas del mes, exposiciones temporales, actividades infantiles), un muy buen elenco de exposiciones temporales y una tienda bastante completa, en la que se pueden encontrar las habituales reproducciones que vemos hoy en día en las tiendas de este tipo, pero también una bastante completa bibliografía sobre temas arqueológicos. Ahora sólo queda esperar que poco a poco este programa de modernización y de acercamiento del museo al público, se vaya completando con la remodelación de las vitrinas y la mejora del discurso expositivo.

Las 5 piezas estrella del Museo

  1. La Dama de Elche: tópico de los tópicos, tiene la fama que se merece. Escultura maravillosa de época ibérica que se trataba en realidad de una estatua funeraria. En su espalda alberga el hueco donde se depositaban las cenizas del difunto. En origen, estaba policromada con vivos colores. Ha generado líneas y líneas de literatura científica y no tan científica. Su mirada enigmática cautiva a todos los visitantes.
  2. El monumento de Pozomoro: un monumento funerario turriforme también de época ibérica, que piedra por piedra fue reconstruido en el interior del Museo. Algunos de sus sillares están decorados con enigmáticos relieves de difícil interpretación que presentan a unos seres mitológicos en lo que parece ser un banquete ritual.
  3. Los candelabros de Lebrija: o mejor dicho quemaperfumes. Varias piezas de oro, de época orientalizante, en un momento en el que la ocultación de tesoros de oro, con un sentido probablemente ritual, era relativamente frecuente.
  4. Los cuencos de Axtroki: aunque en la vitrina vemos una reproducción, los cuencos de oro originales están en los fondos del MAN. De clara influencia celta, estos cuencos que fueron estudiados por el Padre Barandiarán aparecieron de forma casual y totalmente descontextualizados a los pies de una montaña guipuzcoana.
  5. El Tesoro de Guarrazar: un conjunto de coronas visigodas rituales de gran belleza artística, fabricadas en oro y piedras semipreciosas.

A pesar de todos los fallos, de las salas cerradas, de la falta de folletos explicativos, que hacen que baje mi nota final, este es un museo que no puedes dejar de visitar (aunque tardes tantos años para hacerlo como yo).

Y si es posible, llévate a tus hijos, que también disfrutarán de la visita. Aunque sea sin la dama y entre jarrones

Resumen de nuestra prehistoria

Museo Arqueológico Nacional
Museo Arqueológico Nacional

Lo he dejado para el fina porque es la parte más teórica pero si quieres ponerte en situación de lo que verás en el Museo de Arqueología Nacional, te vendrá bien conocer un poco más de nuestra prehistoria. Sin más,  os dejo un breve resumen histórico-cronológico que os puede venir bien como hilo conductor de la visita.

Los restos más antiguos de la Península Ibérica datan del Paleolítico Inferior. En el caso de los restos fósiles humanos, provienen del famoso yacimiento de Atapuerca (Burgos), aunque no encontraremos en el MAN testimonios de estos descubrimientos, porque se han realizado en la última década. Las vitrinas dedicadas a estos primeros tiempos, son de las más anticuadas del museo y no están al tanto de los últimos cambios en evolución humana, ciencia que está en continuo cambio. Bifaces, hachas de mano y piezas toscas, fabricadas mayoritariamente en cuarcita, irán siendo sustituidas por piezas más finas y más pequeñas manufacturadas en sílex. Es el Paleolítico Medio, tiempo de Neanderthales. El arte paleolítico no aparecerá hasta el Paleolítico Final, momento en el que ya se configura la especie humana tal y como la conocemos hoy en día y que desarrollará una industria muy efectiva en sílex y hueso.

En el Epipaleolítico el cambio climático fue el protagonista y la necesaria adaptación de los grupos humanos a las nuevas condiciones. El gran cambio se dio en el Neolítico cuando se adoptaron las técnicas agrícola-ganaderas por primera vez. Aunque las cerámicas neolíticas o la industria ósea más espectacular, la podemos contemplar en el Museo de Prehistoria de Valencia, el MAN también dedica su espacio a esta época.

La Edad del Cobre o Calcolítico introdujo como novedad la metalurgia del cobre, el megalitismo o la práctica funeraria colectiva y el fenómeno campaniforme, del que el MAN da buen testimonio, con sus hermosas cerámicas con decoración incisa. De esta época y la cultura de los Millares pasamos a la Edad del Bronce, en la que destacó la Cultura del Argar. Uno de sus enterramientos lo contemplaremos en las vitrinas del Museo, con las cerámicas bruñidas de color negro. La Edad del Hierro que se desarrolló durante todo el I milenio a. C. fue una época compleja que incluyó el desarrollo de la civilización de Tartessos, la época orientalizante, las primeras colonizaciones fenicias y griegas, el desarrollo de los pueblos prerromanos o el esplendor de la cultura ibérica. Pasamos en este momento a la primera planta del museo.

Este mundo quedó trastocado por la llegada de los romanos, a los que se les dedica gran importancia en el museo, con objetos de la vida cotidiana, esculturas monumentales y bellos mosaicos. De ahí se enlazará con el mundo medieval a través de las salas visigodas para llegar hasta la época medieval, con bellos testimonios del arte románico y gótico.

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