Palacio Real

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Vuelvo por mis fueros y por mi Madrid, esta ciudad de la que estoy perdidamente enamorada, aunque haya días en que lo que me gustaría es escaparme a una isla desierta para no soportar ni el tráfico ni el ruido. Luego se me pasa, porque como ya os he dicho en otras ocasiones, hay rincones de mi ciudad que me reconcilian con el mundo y consiguen elevarme hasta nuestro maravilloso cielo azul.

El Palacio Real es uno de estos sitios que nunca te cansas de mirar y, cuanto más lo contemplas, más te gusta. Visita obligada de todos los que pasan por aquí, impresiona su tamaño, su grandeza, las espectaculares fachadas de estilo francés e italiano, las estancias….

Para no hacer una opinión demasiado clásica os voy a contar también algunas de las curiosidades del palacio y un par de leyendas que le rondan, para no perder mi costumbre de mostrar las páginas más mágicas de mi ciudad.

Cómo llegar al Palacio Real

De todos es sabido que para desplazarse por Madrid no hay nada como el Metro. Te lleva a todas partes y a una velocidad bastante buena (lo de las averías es otra cosa que aquí no vamos a mencionar). El palacio no tiene una estación frente a él, están un poco más arriba. Podéis bajaros en la de Santo Domingo (Linea 2 de color rojo) o en Plaza de España (Línea 3 color amarillo) y desde cualquiera de ellas, andando, apenas hay 10 minutos o menos.

Otra posibilidad es coger el Bus Turístico que recorre la ciudad en sus partes más notables y bajaros en el palacio. Con el billete diario podeis bajar y subir de este transporte todas las veces que queráis en el día y tiene paradas en los principales monumentos, por lo que también es una buena opción y muy divertida.

La entrada cuesta 10 euros y con ella puedes entrar a todas las estancias que están abiertas al público y a las exposiciones. Los miércoles es gratis, el mejor día, por no pagar entrada, aunque también el que más gente acumula para las visitas.

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Se pueden alquilar audioguías para informarte bien mientras haces el recorrido y el Servicio de Información es estupendo para enterarte de todo lo que puedes ver y disfrutar, porque las personas que están en él son encantadoras.

Un poco de historia

Historicamente, por el emplazamiento en el que hoy de levanta el palacio, ha habido de todo. Al ser un lugar privilegiado por su altura y por sus vistas, ya en tiempos de la dominación romana hubo una atalaya para vigilancia de la zona. Más tarde, en el año 865, el califa de Córdoba Mohamed I manda construir una fortaleza sobre las ruinas de esta atalaya y es de entonces de cuando quedan los restos actuales de la muralla árabe de Madrid, que ha servido para muro y asiento de muchos edificios que aún se mantienen en pié.

También pueden verse algunos tramos muy cerca del palacio. Y aquí entra ya un poco la leyenda, porque hay crónicas de la época que cuentan que esos terrenos sobre los que se construía la fortaleza, estaban habitados por brujas y fantasmas que se aparecían y asustaban a todo aquel que osase acercarse por allí cuando ya estaba oscuro.

Madrid, la Magerit de los árabes, es reconquistada por el rey Alfonso VI en el año 1085 y como venía siendo habitual, decide construir un Alcázar sobre la fortaleza árabe. Desde ese momento, cuentan que los aparecidos y seres fantasmagóricos comienzan una labor de acoso y derribo contra los mortales que levantaban el nuevo edificio, ya que se habían conjurado para vengarse de aquellos que les estaban despojando de sus dominios. Cierto o no, la verdad es que las desapariciones de obreros y de grandes cantidades de material estaban a la orden del día.

Pero el suceso más importante se produce la Nochebuena de 1734, cuando un pavoroso incendio consume casi hasta los ciminetos este Alcázar, que estaba construido casi en su totalidad en madera. Tres largos días duró el incendio y las crónicas de aquel horror hablan de gritos y voces de ultratumba que procedían del edificio en llamas sin que hubiese nadie dentro.

En 1738 el rey Felipe V ordenó construir en el mismo lugar otro Alcázar, pero imitando en cierto modo el estilo versallesco que estaba instaurado en su Francia natal. El dinero para las obras se consiguió de las rentas que se obtenían del tabaco, por entonces bastante cuantiosas. El primer proyecto del italiano Juvara era un colosal edificio tres veces más grande que el actual y como consideraba que el terreno no era el más adecuado, propuso que el palacio fuese construido en los altos de la calle de San Bernardino, hoy calle Isaac Peral, muy cerca de la actual Ciudad Universitaria. Pero Juvara muere dos años antes de que se pusiera la primera piedra (las malas lenguas del Madrid castizo meten también a los fantasmas y su venganza por medio) y el rey encarga la construcción a Sachetti, que comienza a trabajar con la ayuda de dos arquitectos muy famosos en la época: Ventura Rodríguez y Francisco Sabatini., que modifican los planos y aceptan la ubicación actual.

Disfruta de una visita guiada por el Palacio Real

Las obras comienzan en abril de 1738 y con las obras comenzaron también de nuevo los extraños fenómenos. El propio capataz juró haber visto a unos extraños seres con rabo y cuernos, envueltos en sábanas, que escalaban la muralla. Al principio no se concedió crédito alguno a todo ésto, pero con el paso de los días muchos obreros se reafirmaron en sus visiones de seres extraños, por lo que se llegó a poner una estrecha vigilancia.

El miedo creció tanto que, incluso, el accidente mortal de un obrero, que cayó desde una altura considerable, se achacó a una sombra negra y terrible que había sobrevolado por encima de él. En vista de todo esto, el rey Felipe V ordenó realizar un exorcismo y el sacerdote que lo hizo también se dedicó a bañar a los obreros en agua bendita y prácticamente forrales de escapularios e imágenes de santos. Pero los extraños sucesos siguieron, consiguiendo que las obras se ralentizasen debido a la huida masiva de obreros.

Otra leyenda curiosa atañe a la reina, que era bastante supersticiosa. Se dice que soñó que un gran terremoto asolaba Madrid y que las estatuas que iban a colocarse en la balaustrada de la cornisa superior caían sobre ella, por lo que ordenó que se quitesen. Realmente, estas estatuas, que hoy pueden verse en la Plaza de Oriente y que representan a reyes desde los monarcas visigodos, nunca se ubicaron en la parte superior del palacio debido a su excesivo peso. Ni Felipe V ni su sucesor lograron ver terminado el palacio porque las obras se prolongaron hasta 1755. Carlos III fué el primero en habitarlo.

El edificio está construido en piedra de granito gris de la sierra de Guadarrama y piedra blanca de Colmenar y ocupa una superficie de 13 hectáreas. Tiene un único patio central de grandes dimensiones y cuatro salientes en las esquinas que quieren emular los cuatro torreones del antiguo Alcázar. Tiene seis alturas, desde el nivel de la calle Bailén, y para los pisos sigue el modelo italiano alternando pisos de ventanas y balcones y entrepisos (sin salida).

La decoración interior es espectacular ya que sus bóvedas están pintadas por los mejores artistas de la época como Goya, Velázquez, El Greco, Rubens o Caravaggio. Hay varias colecciones reales que se mantienen y que se pueden visitar como la Armería Real, que guarda armaduras de Carlos I y Felipe II, así como la mayor colección mundial de violines Stradivarius y colecciones únicas de tapices, porcelana y mobiliario.

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Entre sus estancias más majestuosas e impresionantes destaca el Salón del Trono, que se conserva intacto desde el reinado de Carlos III, con bóveda pintada al fresco por Tieppolo, mobiliario de talla dorada y espejos provenientes de la Real Fábrica de La Granja. Las arañas de cristal son venecianas y el propio Velázquez trajo desde Roma los dos leones de bronce dorado que flanquean el trono. Del reinado de Carlos IV se conserva el Salón de Espejos y de la época de Alfonso XII el Comedor de Gala. La colección de pinturas alberga maravillas realizadas por Juan de Flandes, Velázquez, Goya y Caravaggio entre otros.

Igualmente maravillosos y de una belleza espectacular son los jardines de Palacio, los del Campo del Moro, que tienen su origen en los que había en época de Felipe II en lo que era el antiguo Alcázar, aunque su aspecto actual data de 1890.

Pero quizá la leyenda más negra que rodea al Palacio Real sea la que se refiere a su arquitecto, Sachetti. Se dice que el rey Felipe V, al finalizar las obras, y para que no pudiese construir otro palacio igual, ordenó que se le sacaran los ojos y se le cortaran los brazos y la lengua. Cuentan que una de las cabezas que adornan el frontispicio del Palacio representa al arquitecto y que hay noches que se oyen gritos y lamentos en las estancias provocados por el alma en pena del pobre infeliz. Claro que, teniendo en cuenta que Felipe V nunca vió terminado el proyecto, la leyenda casi no se sostiene, pero cuenta con bastante fuerza entre las que rondan por Madrid.

A mí me encanta ir de vez en cuando por allí, aunque no entre, para disfrutar con el espectáculo de un palacio hermoso y único, que se ha convertido en uno de los monumentos más visitados de España. Además está muy cerca de alguno de los lugares más emblemáticos de Madrid, como la Catedral de la Almudena, que casi pertenece y está en los terrenos de palacio, la Puerta del Sol, la Plaza de España, el Templo de Debod o San Francisco el Grande.

Un estupendo recorrido para pasear y disfrutar. Además encontrareis a cada paso acogedores barecillos para tomar unas tapas y unas cañas, que nos darán fuerza para seguir el recorrido. Aquí os espero.

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